Irradia, emisión del 16 de julio de 2023
Irradia, emisión del 16 de julio de 2023
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XV del Tiempo Ordinario
“Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha aguantado su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve. Mateo 13, 13-17
(Música, El Sembrador, Miqueas Jaime ft Soldados de Cristo)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, El Sembrador, Miqueas Jaime ft Soldados de Cristo)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches como siempre una alegría, un gozo, un placer poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, y compartirlo reflexionando, meditando, dejándonos iluminar por la palabra de Dios. Esta mañana del domingo, en qué comenzamos dando gracias a Dios por la semana que ha terminado y pidiéndole al Señor fuerza para esta semana que comienza, para que podamos seguir sus caminos, para que podamos escuchar su palabra, para que podamos ser sus testigos, para que podamos dar testimonio de Él en medio de nuestros hermanos, testimonio de alegría. Testimonio de alegría, testimonio de esperanza, testimonio de que en Él encontramos la fuerza para seguir cada día adelante, en su palabra,
San Mateo nos relata hoy la parábola del Sembrador, cuya explicación nos da el mismo Cristo. La semilla es la palabra de Dios nos dice el evangelio. Antes, en la primera lectura, se nos prepara para recibir las enseñanzas del Señor haciendo alusión al Sembrador y afirmando la eficacia de la palabra de Dios.
San Pablo en la segunda lectura, se refiere a las enormes dimensiones de la Redención, al decirnos que la creación entera destrozada por el pecado, espera participar en la gloria de la Resurrección.
El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Mateo, en el capítulo 13 versículos del 1 al 23.
Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 13, 1 – 23)
Es de esos evangelios que cuando lo leo y debo predicar sobre él, me parece que estoy redundando, porque el Señor se ha encargado de dar la explicación a el gesto que ha hecho, a la parábola que ha narrado a los que lo escuchaban. En la parábola del Sembrador, ese Sembrador que sale a sembrar y que va regando la semilla, y una semilla cae al borde del camino, y otra semilla cae en terreno pedregoso, y otra semilla cae en medio de las malas hierbas, pero otra semilla cae en terreno bueno; y esa semilla germina, crece, da frutos, el 30, el 60 y el ciento por uno.
Después que Jesús narró esta parábola, los discípulos se le acercaron y le preguntaron ¿por qué les hablas en parábolas? Y les respondió a ustedes, se les ha concedido conocer el misterio del Reino de los cielos, pero a ellos, no. ¿Por qué? Porque al que tiene se le dar más y nadará en la abundancia, pero que tiene poco, aún eso poco se le quitará, por eso les hablo en parábolas porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden, son ciegos, porque no quieren ver , son sordos porque no quieren oír. Les dice más, dichosos ustedes porque sus ojos ven y sus oídos oyen, yo les aseguro que muchos profetas y justos desean ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.
Se los dice a ellos y nos lo dice a nosotros. Nosotros hemos conocido el amor inmenso de Dios tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su único Hijo. Tanto nos amó su único Hijo que entregó su vida para rescatarnos, para salvarnos; el Justo por nosotros pecadores. Dichosos nosotros que conocemos ese amor infinito de Dios, que siempre nos da una nueva oportunidad, que siempre vuelve a confiar en nosotros, que siempre espera que la palabra que ha sembrado en nuestros corazones en un momento determinado, germine y pueda dar frutos y frutos abundantes Por eso les explica el significado de la parábola del Sembrador. El Sembrador ¿Quién es? En primer lugar, Él, que es la palabra de Dios, que es el que viene a hacer presente la palabra de Dios, la palabra de Dios se hizo hombre y puso su morada en medio de nosotros. El es la palabra, pero al mismo tiempo es el Sembrador de esa palabra y nuestros corazones son el campo donde el Sembrador riega la semilla. Pero esa semilla cae alguna al borde del camino y no puede germinar, porque no tiene posibilidades, porque no tiene lugar. Le dice el Señor, explicándole a los que lo escuchaban, a todo hombre que oye la palabra del reino y no la entiende, llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto significa los granos que cayeron a lo largo del camino. No entendieron, no escucharon, no estuvieron atentos, no buscaron los medios necesarios para poder comprender la palabra de Dios. explicándole a los que lo escuchaban, a todo hombre que oye la palabra del reino y no la entiende, llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto significa los granos que cayeron a lo largo del camino. No entendieron, no escucharon, no estuvieron atentos, no buscaron los medios necesarios para poder comprender la palabra de Dios. explicándole a los que lo escuchaban, a todo hombre que oye la palabra del reino y no la entiende, llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto significa los granos que cayeron a lo largo del camino. No entendieron, no escucharon, no estuvieron atentos, no buscaron los medios necesarios para poder comprender la palabra de Dios.
Otra semilla cae en terreno pedregoso, y significa la palabra que se oye y se acepta inmediatamente con alegría, pero como somos inconstantes, no la dejamos echar raíces y apenas viene una dificultad, una tribulación, una persecución a causa de esa palabra, nos apartamos , sucumbimos, caemos. ¿Por qué? Porque no hemos dejado echar raíces profundas a la palabra de Dios.
Lo sembrado entre la mala hierba, representa el que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y queda sin fruto. Vivimos en medio de este mundo y nos llevamos por el espíritu del mundo, ponemos nuestra alegría, nuestro gozo, nuestra esperanza en las cosas pasajeras, que no es que no sean buenas, que no es que no nos vayan a dar alegrías y gozo , pero siempre también pasajeros. Sólo el Señor es permanente, sólo el Señor es eterno, solo en Él podemos encontrar la roca firme en la que podemos construir seguros de que ninguna tormenta podrá echar abajo lo que construyamos.
Cuando ponemos la esperanza, las alegrías y los gozos sólo en las cosas de este mundo, entonces nuestras alegrías y nuestros gozos serán efímeros, seremos de los que dicen que la felicidad no existe; si existe lo que la buscamos donde no la podemos encontrar. ¿Felicidad es no tener problemas? No. ¿Felicidad es no encontrar dificultades en la vida? No. Felicidad es, felicidad es encontrarnos con el Señor y abrirle el corazón, y cuando el Señor puede venir habitar en nuestros corazones, entonces podrá venir los vientos, las tormentas, las dificultades, las contradicciones, los problemas, los sufrimientos, las persecuciones y, sin embargo, no perderemos la alegría. No dejaremos de ser felices porque sabemos que el Señor está con nosotros, que camina nuestro lado, que nos da la fuerza, que todo lo puedo en Aquel que me fortalece.
La certeza que tuvieron los mártires, la certeza que tuvieron San Pablo, San Pedro… tantos hombres y mujeres que, a lo largo de dos mil años de historia, han enfrentado la vida con alegría, con gozo, se han sentido felices como Pablo, todo lo que deje atrás lo considero nada, lo considero basura en comparación con haberme encontrado con Cristo, para mí es ganancia ir a Cristo, morir, porque voy a ir con Cristo. Aún para la muerte tiene una respuesta, porque la muerte es el encuentro con el Señor, ni eso puede quitarnos la felicidad, la alegría y el gozo en este mundo.
No es no tener problemas, es tener a Cristo. Si lo tenemos, entonces podemos salir adelante, si somos ese terreno bueno en que la semilla de la palabra de Dios cae y germina, y echa raíces profundas, y crece y da frutos, y frutos abundantes, el 30, el 60 y 120 cada uno, cada uno dar de acuerdo a lo que el Seor le pide, cada uno dar de acuerdo a las gracias y los dones que el Seor les ha dado le permite. El Señor tampoco nos va a pedir más, pero nos va a pedir menos, va a pedir que los dones que tenemos sean buenos sean, los pongamos a producir al máximo. Y entonces la palabra de Dios crecerá en nosotros, y nosotros nos convertiremos a la vez en sembradores de esa palabra de Dios, porque todo fruto tiene semillas, y si damos frutos abundantes habrá semillas abundantes de la palabra de Dios. Y esa semilla no nos la podemos guardar, esa semilla es la que nosotros tenemos que sembrar; y eso sí, tenemos que estar muy conscientes de que somos sembradores con Cristo pero quién cosecha es Él. Nuestra misión es sembrar, sembrar la palabra de Dios, sembrar sin cansarnos la palabra de Dios, Él sabe en qué corazón cae, si es el borde del camino, si es pedregoso, si hay malas hierbas o si es buen terreno, eso lo sabe el Señor, no lo sabemos nosotros, por eso no podemos elegir a este sí, aquel no, a este le predicó al otro no le predico, en esta casa toco en la otra no toco porque no se van a convertir, porque si se van a convertir… Eso sólo lo sabe el Señor.
Nosotros tenemos que sembrar a tiempo ya destiempo y el Señor entonces se encargará de cosechar. Recuerdo que siendo seminarista un compañero me hizo esta reflexión, cada noche al acostarme, yo me pregunto ¿he sembrado hoy la palabra de Dios, de alguna manera es sembrado hoy la palabra de Dios? Y si me respondo que sí, entonces puedo dormir tranquilo. ¿Por qué? Porque somos sembradores, ésa es nuestra misión, eso es lo que tenemos que hacer. Si cada día al terminar nuestra jornada podemos pensar allí donde estoy, en mi casa, en mi barrio, en mi trabajo, en mi escuela, en la comunidad cristiana, en la sociedad donde vivo, con la palabra y con el ejemplo, ¿he sembrado la palabra de Dios? Entonces cumplió la misión.
La palabra de Dios caerá en disímiles lugares, alguna dará fruto otras quizás no, alguna germinará otras quizás no, pero eso solo lo sabe el Señor que es el que va a cosechar. Y a partir de entonces, a veces se me olvida, pero vuelvo a recordarlo. Cuando siento la tentación de desanimarme, de desalentarme, porque pienso hay predico y predico y me parece que la palabra de Dios no llega, predico y predico y no veo el resultado, me digo per es que no tienes que ver el resultado porque tu eres sembrador, el Señor es quién cosecha y lo hará en el momento oportuno, ni antes, ni después.
Yo quizás hoy estoy cosechando lo que sembraron otros, hace tiempo, mucho tiempo, menos tiempo. El que venga mañana cosechará lo que yo, poco o mucho, o lo que tú, poco mucho, o lo que nosotros poco o mucho, hayamos podido sembrar.
Entonces no hay lugar al desaliento ni al desánimo. Nosotros sembrar la palabra de Dios siempre con alegría, siempre con gozo, nunca cansados, y ponerlo todo en las manos de Dios; porque Él es quién va a cosechar cuándo, cómo y dónde Él estime conveniente, y ese será el mejor momento, el mejor lugar y la mejor ocasión.
Así el Señor nos lo concede.
(Música, Dichosos los que viven en tu casa, Dumas y Mary)
Ahora presentamos confiados nuestras súplicas a Dios nuestro Padre.
En primer lugar, por la iglesia de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que, junto con Cristo, sembradores, llevemos el mensaje de la palabra de Dios a todos los que encontramos en nuestro camino sin desalentar nos, ni desanimarnos . Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu, para que puedan encontrar en Cristo consuelo, fortaleza y esperanza para seguir adelante. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, la mies es mucha y los obreros pocos, el Señor nos pide oren al dueño de la mies que envié obreros a su mies, para que muchos jóvenes y muchachas generosas estén dispuestos a responder a la llamada del Señor a servirlo en los hermanos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, particularmente por aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdone a sus faltas, el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Recordemos particularmente aquellos que sembraron la palabra de Dios en nuestro corazón y que ya están en su presencia, que desde allí nos ayuden a nosotros a hacer lo mismo que ellos hicieron, a sembrar la palabra. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha, Padre Santo, estas súplicas y aquellas que se quedaron en nuestros corazones, pero que Tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén .
Ahora oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada dia.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Hermanos, que tengan todos, un feliz domingo, que lo puedan pasar en familia compartiendo lo que no han podido compartir quizás en toda la semana. Compartiendo sus alegrías, sus sueños, sus esperanzas, compartiendo también sus dificultades, su problema, porque esa es la vida y nos ayudamos los unos a los otros. Tengan en cuenta también a sus amigos que por una u otra razón no están cerca de sus familias, o por las familias que tienen algún ser querido lejos. Acojámoslos también a ellos, para que sientan el calor y el gozo de poder pasar este domingo en medio de quienes los quieren, los estiman, en medio de una familia.
El miércoles pasado recuerden que, en la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba, Nuestra Señora de la Asunción, Primada de Cuba, se reinhumaron los restos de monseñor Pedro Claro Meurice Estíu, quién fuera durante 39 años arzobispo de esta Arquidiócesis. Tengamos una oración por él, y encomendémonos para que él, que tanto amó a esta porción del pueblo de Dios que el Señor le encomendó, siga intercediendo por nosotros.
Y que la bendición de Dios, todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y los acompañe siempre. Amén.
Y no quiero terminar, se me olvidaba algo importante, el 25 de julio es la Fiesta de Santiago Apóstol, Patrono de la Arquidiócesis y de esta ciudad de Santiago de Cuba, así que encomendémonos a él. Él que estuvo tan cerca al Señor, él que aprendió con el Señor a ser sembrador, pidámosle que nos enseñe también a nosotros a ser sembradores de la palabra de Dios.
Les ha hablado el P. Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba. —
Guion, grabacion, edicion y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo
Irradia…
(Música, La Semilla, RD)