Homilía de Mons. Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba, 2 de julio de 2023, XIII domingo del Tiempo Ordinario

Homilía de Mons. Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba, 2 de julio de 2023, XIII domingo del Tiempo Ordinario

Homilía de Mons. Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, 2 de julio de 2023
XIII domingo del Tiempo Ordinario

“El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará” Mateo 10, 39

Hermanos,

En estos días hemos leído el evangelio de san Mateo, desde capítulo 5 hasta el capítulo 10 que el que hemos leído hoy. Y en estos en estos cinco capítulos, primeros capítulos casi primero del Evangelio de San Mateo, nos damos cuenta de que el autor, Mateo quiso recopilar las exigencias más, vamos a decir así, que más contrastaban con la con la Piedad judía. No es porque van en contra, sino que empieza, por ejemplo, por la ley antes se dijo, ojo por ojo diente por diente y yo les digo ama a tus enemigos. Fíjense bien que hay una contraposición grande, muy grande entre una manera de ver la justicia de ver las cosas y la otra manera de verla Cristo.

En la ley judía, que es una ley definitiva para poner orden, para hacer el bien, para castigar al mal, llegaba hasta lo que justo, la justicia. Si hiciste mal, tienes que reparar el mal que hiciste de una manera o de otra. Jesús que muere en la cruz por nosotros para salvarnos, siendo Dios nadie lo obliga, no comete ningún pecado, pero sin embargo Él se ofrece, da su vida por cada uno de nosotros gratuitamente. Entonces Él nos pide que también nosotros sepamos vivir en la gratuidad. Sí hemos recibido gratis, démoslo gratis; si hemos recibido la vida de Dios que nos llama a la vida eterna demos esa vida de Dios a los demás. Entonces esa es una radicalidad completa, una radicalidad completa. Es una radicalidad que toca el espíritu, ahí no se mete en las leyes que se formulan en los pueblos, lo único que ahí se hace es que hay que aplicar la justicia, pero hay que aplicarla con calidad, siempre la calidad debe primar por sobre todo lo demás, la calidad es un plus es algo más.

Ese es el evangelio de Mateo. Qué nos quiere decir él con estos capítulos y con esto que hemos escuchado. Estas son palabras duras de Jesús, duras para entender. Si de momento yo digo eso así eso en una plaza, la gente va a decir está loco. Claro es que la gente no entiende de que todas las cosas creadas están creadas por Dios, en Dios y para Dios, y para nosotros; porque Él nos ha dicho que somos imagen y semejanza de Dios, nos llama a vivir eternamente. Entonces no pueda haber contradicción entre el amor al padre y el amor a Dios. Al contrario, si el Señor nos hizo de tal manera, que nosotros casi así por genética, tenemos que amar a aquel que los ha criado, que nos da la vida, que nos cuida. ¿Cómo puede haber una contradicción?

Estos capítulos son para llamarnos la conciencia, a que nos demos cuenta de que Dios es el absoluto de la vida y el que le da razón a todo lo que ha sido creado. Nosotros existimos por voluntad de Dios, que a través de nuestros padres nos ha dado la vida; este mundo no es producto de algo que ni los ateos saben qué cosa es, no, los cristianos sabemos que este mundo es obra de Dios y que este mundo el Señor lo ha puesto en nuestras manos para que nosotros lo hagamos fructificar, para que haya justicia, para que todos tengan lo necesario, para que las leyes sean justas, para que permitan que cada persona pueda vivir y trabajar por ellos, por su familia, por los demás. El Señor nos ha dado la naturaleza para que la utilicemos, no para que la destruyamos. Hermanos, en todo lo que existe hay una unidad que es Dios.

Estos capítulos, fuertes así, nos dicen vayan a lo esencial, a lo fundamental, al Absoluto de la creación y del sentido de las cosas, que ese es Dios. Por encima de Dios nadie, nadie, por encima de la palabra de Dios, nadie. Eso es lo que el Señor nos dice. ¿Por qué? ¿Por qué la iglesia lo recuerda todos los años estas lecturas? La iglesia nos recuerda, porque nosotros somos frágiles, y porque nosotros aceptamos que Dios es mi Señor, eso lo aceptamos de corazón, de entendimiento, lo aceptamos y queremos hacer las cosas; pero sabemos que la vida nos pone en situaciones tan difíciles, que cada uno de ustedes conoce cuál es su situación particular, y puede ser que esas situaciones nos obnubilen tanto, nos enturbien tanto la visión de que olvidemos a Dios.

Entonces ese que tiene que ser en lo absoluto de mi vida, Aquel que le tengo que dar gracias cuando me levanto por la mañana, como esta mañana tan hermosa, Señor te damos gracias por esto. Hay veces que la lucha de la vida, la situación de las pasiones nuestras, nos impiden ver este señorío de Dios sobre todas las cosas. Y el evangelio de hoy lo que nos recuerda es, que nosotros tenemos que poner a Dios siempre encima de todo, de mi vida, de todo. Si nosotros ponemos a Dios por encima de todo, se resuelven los demás problemas, éstos que más o menos parecen contradecir, si tú quieras tu hijo más que a mí… Cuando yo pongo a Dios como primero, yo encuentro todas las soluciones en Dios, para vivir en armonía y en paz con la creación, con la familia con los demás, pero tengo que recordarme de que Dios es primero. De que Dios es el que me ilumina para el resto de las cosas, que no hay contradicción, obstáculo, no hay paralelismo, no. Hay padres que, por ejemplo, se me ha ocurrido ahora, ay, yo no quiero molestar a mi hijo, y entonces está haciendo tal cosa, yo no quiero que la haga, pero no voy a decir nada

Bueno cada uno sabe la prudencia y en el momento que debe decir las cosas, cómo decirlas, sabiendo que cuando se va a decirle a una persona siempre tiene que ser por amor, pero tenemos que recordarnos también, que es justicia y se le hace bien a la persona cuando uno le dice algo para corregir. Siempre en el amor, siempre en el cariño, siempre en el respeto. No tengamos miedo de predicar la palabra de Dios a los demás. no tengamos miedo de advertir. Cuántas enseñanzas hemos recibido cuando los pueblos se apartan de Dios y de la ley de Dios, creyendo que van a hacer un bien mayor. Hermanos, engaño. El bien mayor está en Dios, es el bien mayor, en su palabra y vivirla con honestidad.

La llamada de hoy nos dice que nosotros tenemos que tratar de en mi vida diaria de decir, yo tengo a Dios Como primero. Yo le doy gracias a Dios por las cosas, por lo poco o por lo mucho. En medio de las dificultades que nuestro pueblo vive tan intensamente, tenemos que tratar hermanos de seguir siempre mirando el ideal, al final del camino, Dios está ahí. Dios está ahí. Estas cosas pasan, pero Dios no, Dios se queda.

La lectura de Pablo nos recuerde el bautismo, qué es lo mismo que estoy diciendo, pero lo dice con otras palabras. En el bautismo nos unimos a Cristo de tal manera, que morimos con Él.  Cuando somos bautizados están muriendo en Cristo, y si él murió y resucitó, nosotros también resucitaremos. El bautismo, es un morir al pecado, un morir al mal, un morir al desconocimiento de Dios para renacer a la nueva vida de los hijos de Dios, que tiene como fin la salvación, y que tiene como tránsito esta vida llena de alegrías y de dificultades, pero que en todo momento Dios tiene que ser el primero en mi vida.

Que Dios nos ayude a hermanos vivir así a recordar nuestro bautismo, a darnos cuenta de que tenemos que mantener firme, presente siempre ante nuestros ojos la soberanía de Dios.

Que el Señor nos ayude y nos dé fuerzas, el Señor sabe hacer milagros, y el primer milagro es que cuando encuentra disposición en la persona, Él le da la Gracia de la conversión, y podemos vivir y sortear las dificultades permaneciendo siempre unidos a Dios.

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