Irradia, emisión del 9 de abril de 2023

Irradia, emisión del 9 de abril de 2023

Irradia, emisión del 9 de abril de 2023
Transmitido por RCJ y CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

 “Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo” Salmo 117

(Música, Él Vive, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Él Vive, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

Estamos en el tiempo pascual. Para la celebración de la Pascua la Iglesia siempre ha seguido la fecha evangélica, el 14 de nisán, el primer mes del calendario hebreo que tiene como base el ciclo lunar. Celebramos la Pascua, el primer domingo después de la primera luna llena de primavera. De ahí la movilidad de la fecha, pudiendo tener hasta una diferencia de un mes de un año a otro.

La Fiesta de la Pascua, que es la más grande para nosotros los cristianos, dura cincuenta días, hasta el domingo de Pentecostés. Es la cincuentena pascual. Según las normas del calendario litúrgico, se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo único día festivo, como un gran domingo. Son los días más apropiados para el canto del Aleluya, que es el canto de fe, entusiasmo y gozo. Aleluya significa, alaben al Señor.

Al concluir el tiempo pascual en Pentecostés, se forma como un gran arco con dos puntos de apoyo. Los hechos salvíficos de la Pascua, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús como inicio, y el don del Espíritu Santo, como aliento y vida que impulsa a la Iglesia al anuncio del evangelio, como conclusión. 

He resucitado y estoy contigo ¡Aleluya! Has puesto tu mano sobre mí ¡Aleluya! Tu sabiduría ha sido maravillosa ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Señor Dios que por medio de tu Unigénito vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna. Concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna por la acción renovadora de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

¡Aleluya! ¡Aleluya! Hermanos, estamos celebrando la Pascua del Señor.  Hemos pasado la Pasión, la Muerte, y ha llegado la Resurrección. Cristo vencedor del mal y de la muerte. Por eso, alegría y gozo, por eso felicidades a todos ustedes donde quiera que se encuentren.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. ¡Cristo ha resucitado! ¡En verdad Cristo ha resucitado y por eso estamos alegres! Es lo que celebramos hoy, es lo que celebramos cada domingo a lo largo del año, es lo que tenemos que celebrar los cristianos cada día. Cristo ha resucitado, y entonces Resucitado está con nosotros. Camina a nuestro lado, va siempre a nuestro lado. El Señor Resucitado nos ha abierto las puertas de la vida eterna. Hemos sido hechos hijos en Él, el único Hijo, herederos del Reino de los Cielos, coherederos con Él del Reino de los Cielos.

El mensaje de Pascua, Cristo ha Resucitado, se repite en cada una de las lecturas de la misa de hoy. San Juan nos lleva a la entrada del sepulcro vacío, y es la garantía de nuestra fe. San Pedro afirma que ha comido y bebido con Jesús después de su Resurrección y, por lo tanto, puede afirmar con seguridad, que Dios resucitó a su Hijo. San Pablo nos recuerda, que, si hemos resucitado con Cristo, debemos buscar los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha del Padre, para cuando él se manifieste, participemos de su Gloria.

La liturgia de hoy, primer domingo de Pascua, nos propone como lectura evangélica un fragmento del evangelio según san Juan. En el capítulo 20 versículos del 1 al 9.

(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 20, 1 – 9)

Simón Pedro y Juan, luego que María Magdalena llegó presurosa a decirles que el cuerpo del Señor no estaba en el sepulcro, y que no sabía dónde lo habían puesto, reaccionaron de inmediato. Corriendo juntos, arribaron a ese lugar. Cuando Juan entró en el sepulcro, vio y creyó, pero dejó que Pedro diera el primer paso.

Hasta entonces no habían entendido las escrituras según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Aunque Jesús le dijo muchas veces que iba a morir, pero que también iba a resucitar al tercer día, ellos aún no lo comprendían. Aunque estuvieron con Él durante tres años y lo vieron hacer muchos milagros, y anunciar el Reino de Dios con autoridad. No lo entendieron. Fue el Espíritu Santo el día de Pentecostés, quien le recordó todo lo que Jesús había dicho y hecho. Es el mismo Espíritu el que hoy nos permite ver con los ojos de la fe, que Cristo venció a la muerte con su Resurrección. Lo que decimos en el Credo es la síntesis de lo que creemos, estamos seguros de que Jesús resucitó al tercer día, y esto lo celebramos todos los domingos del año.

María Magdalena llega al sepulcro, con todo preparado para amortajar a Jesús. No lo pudieron hacer el sábado, era el gran sábado, no se podía hacer nada. El domingo temprano en la mañana para preparar el cuerpo de Jesús y se encuentra con que el sepulcro está vacío, no sabe dónde lo han puesto. Va donde Juan y Pedro, y les dice, se han llevado al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Por supuesto Juan y Pedro salen corriendo hasta el sepulcro. Juan más joven llega primero, mira y cree, pero no entra, espera que sea Pedro, porque tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

Es Pedro que entra y da testimonio de que el cuerpo del Señor no está. Todavía el Señor tendrá que aparecérseles estando reunidos pero encerrados; reunidos, pero con temor, sabiendo que el cuerpo de Jesús no estaba, pero sin claridad todavía de o que había ocurrido. Tendrá Jesús aparecérseles este domingo, para decirles no teman, soy Yo; no teman, estoy aquí; no teman, he resucitado como se los había prometido. Y todavía quedarán sobrecogidos, tendrán que hacerse a la idea de que lo que pensaban que ya había terminado, no había terminado, comenzaban de nuevo una nueva etapa. Cristo muerto y resucitado, vencedor del mal y de la muerte, que les dirá vayan al mundo entero a anunciar la Buena Nueva, y Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos. Soy Yo, no teman.

En cada una de las apariciones de Cristo Resucitado a sus apóstoles, a sus discípulos lo repetirá una y otra vez, no teman, soy Yo. Así nos lo repite a nosotros cristiano hoy, que a veces nos encerramos por temor, que tenemos la certeza de que Cristo ha resucitado, pero, aun así, necesitamos esa fuerza de escuchar la voz del Señor que nos dice, no teman, Soy Yo. En cada momento, en cada circunstancia, en cada alegría, en cada tristeza, en cada prueba. Soy Yo, no teman.

Por eso hoy es un día de alegría y de gozo. Un día para felicitarnos, para abrazarnos, para congratularnos.  Para decirle a los que nos pregunten, y ¿por qué, por qué están tan alegres? Porque Cristo ha resucitado. ¿Por qué, por qué están tan alegres? Porque el Señor está en medio de nosotros.  ¿Por qué, por qué están tan alegres? Porque Cristo es esa luz que ilumina nuestro camino y ya no andamos en tinieblas. Esa es nuestra misión, eso es lo que tenemos que hacer, eso es lo que tenemos que anunciar.

Hoy tenemos que salir de nuestras celebraciones, de nuestras comunidades, de nuestras iglesias a decir, ¡Cristo ha Resucitado, no teman es Él! ¡Está aquí! ¡Está en medio de nosotros! Nos da la fuerza para seguir adelante, nos dará la fuerza para ponernos en pie, nos dará la fuerza para no quedarnos tendidos en el camino. Nos dará la fuerza como a los discípulos de Emaús, para regresar, porque ardía nuestro corazón cuando Él nos hablaba, porque lo descubrimos cuando partíamos el pan y nos dimos cuenta que era el Señor Resucitado que nos daba su Cuerpo y su Sangre, y volvimos para anunciarlo.

Hermanos que tenga un feliz Domingo de Resurrección. Pero que tengan un feliz domingo, todos los domingos y todos los días, porque Cristo ha Resucitado para todos los días hasta el final de los tiempos.

(Música, Ha Resucitado, Dumas y Mary)

Ahora hermanos, confiados en que el Señor ha resucitado y está en medio de nosotros, le presentemos nuestras súplicas.

Por toda la Iglesia, para que cumplamos la misión que Él nos ha dejado de ir al mundo entero para hacerlo presente en medio de nuestros hermanos, ara llevar su luz a aquellos que aun viven en tinieblas, para llevar la salud a los que están enfermos, y el ánimo a los que están desalentados. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por todos los que sufren y se desalientan ante las dificultades de la vida, para que encontrando a Cristo, puedan encontrar el consuelo, la fuerza y la esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, para que perdonadas sus faltas el Señor losa coja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que compartamos la alegría de la Pascua en nuestras familias, con nuestros vecinos, con nuestros amigos, con todos los que encontramos en nuestro camino.  Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que Tú conoces. Te las presentamos por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Y ahora oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén

SECUENCIA PASCUAL

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?

A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Hermanos como siempre les deseo que tenga un lindo domingo. Que lo puedan pasar en familia y con sus amigos, y de manera particular este domingo de Pascua. Que puedan acoger a todos, para que puedan disfrutarlo. Recuerden siempre a aquellos que están más solos y necesitan de una palabra de aliento, que necesitan sentirse en familia. Que pasen un lindo domingo, y que tengan una buena primera semana de Pascua.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección general, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo. Irradia…

(Música, Hoy despierto, Siervas)

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