Homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Solemnidad de la Natividad del Señor 25 de diciembre de 2022

Homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, Solemnidad de la Natividad del Señor 25 de diciembre de 2022

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Solemnidad de la Natividad del Señor
25 de diciembre de 2022

“Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” Salmo 95

Hermanos,

Hoy es un día alegre, es un día de familia, es un día de acción de gracias. Es también un día de compromisos, porque nosotros vimos a María y a José, vimos a los pastores y pronto veremos a los reyes, como se comprometieron con la llamada del Señor. En este día se concentra todo un mensaje que Dios había ido revelando al pueblo de Israel. Revelando al mundo entero, pero de manera especial para el pueblo escogido, que Él había escogido para que recibiera esta revelación de Dios, que iba a mandar a un Mesías, que mandaría un Salvador. Y por eso nosotros durante todo el tiempo de Adviento hemos estado escuchando a Isaías, recordando esa promesa del Señor.

Podemos comenzar con una idea, el amor de Dios. Por eso es que tenemos que estar alegres. Hemos venido al mundo no por un azar de la naturaleza, por un intercambio de ADNs , de genes, de una evolución ciega. Hemos venido al mundo por un designio de Dios que es muy diferente. es muy diferente pensar que solo hemos venido al mundo por la naturaleza, esa naturaleza que no tiene conciencia, que simple y llanamente se rige por leyes que no se pueden violar, a decir, que nosotros hemos venido al mundo por la buena voluntad, por el amor de una persona, en este caso Dios mismo, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Entonces, la idea fundamental de este día es el amor Por eso es que todos los pueblos, aun los no cristianos, en este día de Navidad tratan de encontrarse, las familias se reúnen, se felicitan las personas, manifestando ¿qué cosa? el cariño y el amor que se tienen unos con otros. Ese sentido de la Navidad los pueblos de la tierra, los cristianos en primer lugar, lo han descubierto. En este pequeño versículo, Pablo resume toda esta idea “ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre, no por las obras de justicia que nosotros hayamos hecho”, porque creemos muchas veces que nosotros somos los artífices de todo, que nos merecemos todo, y que somos capaces de crear la felicidad aquí en la tierra, no. “Sino su propia misericordia nos ha salvado con el baño de un segundo nacimiento en la renovación por el Espíritu”

En esta frase, y en el Salmo que lo corrobora, “hoy brillará la luz sobre nosotros porque nos ha nacido el Salvador”, es la iniciativa de Dios que se nos brinda. La vida tiene sentido hermanos, tu vida tiene sentido, aunque aquí tú seas aplastado como tantas personas son aplastadas, tu vida tiene sentido. Aunque no te dejen hablar lo que tú, en conciencia como hombre quieres decir, o como mujer quieres decir, tu vida tiene sentido. Aunque tú seas una persona marginada, aunque tú seas un poderoso, tu vida tiene sentido.

Fijémoslo bien. Aunque seas un poderoso, aunque sepas mucho, aunque tengas mucho dinero, aunque tengas mucho desenvolvimiento en la vida; acuérdate que tú no te diste la vida sino que la misericordia de Dios te la dio. Precisamente porque Dios nos ama, envió a su Hijo Jesús. ¿Por qué? Porque los hombres somos propensos a creernos que nosotros somos los artífices de todo, y eso hace que caigamos en el mal, en el daño que podemos hacernos. Cuando el hombre deja de ser humilde, cuando las sociedades dejan de ser humildes, y son prepotentes, en ese mismo momento entra el mal, el demonio. A veces no creemos en el demonio, creemos que nosotros podemos eliminar todos los males, mentira… las guerras, las epidemias… tantas injusticias en el mundo. Cuando somos prepotentes y nos olvidamos de la misericordia de Dios, somos capaces de introducir el mal en el mundo.

Por eso Dios envió a su Hijo. “Hoy nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor”.

Ante esta constancia, de que Dios nos ha dado la vida por amor, y que Dios vela por nosotros, y envía a su Hijo para salvarnos, nacido de María por obra del Espíritu Santo, cuidado y protegido paternalmente por san José; nosotros tenemos también que responder a ese compromiso, a ese amor. Dios nos ama, nos da la vida, se ha comprometido con nosotros, y nos ha enviado a su Hijo para salvarnos.

Vamos a fijarnos rapiditamente, en aquellos personajes que hoy en nuestros templos, en las casas que han puesto el Nacimiento, o han recibido una postal con el Nacimiento del Niño Jesús en un pesebre… vamos a ver esos personajes.

María, ¿qué hizo María? María cuando se dio cuenta que esa llamada venía de Dios, al principio duda un poco pero confía en el Señor ¿Cómo podrá ser? Acepto, pero ¿cómo podrá ser sino conozco varón? Y el Ángel le dice, para Dios no hay nada imposible. Y ella le dice, hágase en mí según tu Palabra. La respuesta de la Virgen es la respuesta de aquellas personas de fe que tienen confianza en Dios, yo confío, no entiendo lo que dices pero confío. El Señor a todos nos pide que seamos buenos cristianos, que lo amemos a Él por sobre todas las cosas, que no seamos personas prepotentes que creemos que todo lo podemos.

José, vamos a ver a José. Aquel hombre justo, bueno, que quería a María muchísimo, la quería tanto a su novia María que la desposó, según la tradición judía ellos no vivieron juntos enseguida después de la ceremonia, pasado un tiempo José no había estado con María, y su mujer está embarazada. José reaccionó como cualquier hombre, ¿cómo es eso, de quién?, y pensó abandonarla. Pero también él siente la presencia de Dios, se nos narra que a través de un sueño Dios le dice, José no pienses así, tú tienes razón en dudar, ese hijo ha nacido por obra del Espíritu Santo y Dios te ha elegido a ti para que lo hagas crecer, como dice el texto de los evangelios, en gracia, en estatura, y en sabiduría ante los ojos de Dios. José se siente interpelado, era un hombre de fe, y sabía que Dios le estaba pidiendo eso, acepta a la Virgen María. José cuidó de María y del Hijo de Dios.

De la misma manera que el Señor le pide a María y a José que hagan su voluntad; el Señor también nos pide a nosotros que hagamos la voluntad de Dios, cada uno según su estado. El padre de familia, la madre de familia, el que está solo, el casado, el obispo, el que está preso, el gobernante… todos hermanos debemos hacer la voluntad de Dios. Porque si hacemos la voluntad de Dios, la presencia de Dios es posible. ¿Por qué? Porque de la misma manera que María y José hicieron la voluntad de Dios, el Hijo de Dios se hizo hombre. En la medida que nosotros queramos hacer la voluntad de Dios, en esa misma medida Dios se hará presente en este mundo que tanto lo necesita. Y eso lo experimentamos diariamente.

Vamos a seguir. Los otros personajes, los pastores. ¿Quiénes eran los pastores? Eran aquellas personas que no se contaba mucho con ellos, eran personas que no estaban cerca del templo. Eran personas que no tenían cultura, tal vez se sabían las leyes de Israel y la Biblia por oídas, como era común, pero no tenían otro conocimiento. Eran personas que hacían trabajos muy duros, a veces trabajos que contaminaban por los animales que tocaban… a ellos Dios se les acercó y les dijo no teman, alégrense. Hermanos, a cuántas personas tenemos que decirle no teman, alégrense. A nuestro pueblo hay que decirle hoy, alégrense a pesar de las dificultades.

Ellos se quedaron como dice aquí, sorprendidos, pero escucharon, supieron escuchar, e hicieron lo que el Ángel les pedía, vayan a Belén y van a encontrar un Niño en pañales. Fíjense bien hermanos que esa es siempre una respuesta positiva. El Señor nos llama, nos pide, y nosotros actuamos según la palabra del Señor, según sus promesas.

Aquí está en el Evangelio de Lucas, fíjense bien en este grupo de pastores, José y la Virgen. ¿Qué el Señor nos pide? Busquemos la palabra de Dios a ver qué nos dice, el Señor me ha prometido un Salvador, que no será un salvador político cuyo poder se acaba en muchos o menos años. El Señor nos llama a la vida eterna, a la patria celestial.

Vamos a fijarnos ahora en otros tres personajes, los reyes magos, que vamos a celebrar el 6 de enero. ¿Quiénes eran? Estos estaban en el grupo de poder, eran gente que tenían dinero, podían ir en caravana desde Mesopotamia hasta Belén. Tenían sabiduría, conocían la ley no siendo judíos, tenían poder, podían disponer de su vida, contratar guardias que los protegieran durante el camino… pero eran personas que escuchaban, que buscaban, que se daban cuenta que esta vida así con lo diario, con mis caprichos no tiene sentido, y buscaron. No encontraron en su pueblo, y buscaron las profecías del pueblo de Israel y allí fueron.

Se arrodillaron, no tuvieron vergüenza de arrodillarse delante de un Niño, en una cueva, en un pesebre rodeado de animales. Fíjense bien que es lo contario de la prepotencia, de la vanagloria, de la ambición. Ellos allí adoraron al Niño. Que nosotros también sepamos reconocerle a Él y buscarlo. Y aquí vienen las preguntas. ¿Soy yo como los pastores, mi familia, mis hijos, mis allegados, mi comunidad cristiana, buscamos a Jesús? Sabiendo que ha nacido, ha estado con nosotros, ha muerto en la cruz y ha resucitado. ¿Lo buscamos? ¿Queremos hacer su voluntad?

Hermanos, este es un día de alegría, de alegría pero también de preguntarnos, ¿y yo qué? En esta misma celebración navideña que yo quisiera que fueran las más alegres que podamos tener, siempre sin olvidar a los pueblos que están sufriendo con sus hijos muertos por las guerras; por el pueblo de Ucrania, pueblo cristiano que no ha podido celebrar la Navidad… y tantos otros pueblos… los cristianos de allá de Medio Oriente, aquellos pueblos donde la libertad religiosa no funciona como debería, aquellos pueblos que no siendo cristianos también sufren estas cosas.

Es bueno en medio de nuestras alegrías, de nuestras satisfacciones, no olvidarnos de los demás. No para machacarnos, no, sino para decir Señor fíjate en ellos, no los abondones. No es un problema de salir ahora con la cabeza sufriendo en la fiesta de la Navidad… al contrario, alegría. Deseemos unos a otros, alegría, el esposo a la esposa, los padres a los hijos, los amigos que se abracen y se den la mano. Sí, pero sabiendo que el Señor nos ama a todos y que todos tienen derecho al amor de Dios.

Preguntémonos, nosotros hoy en esta celebración. ¿Nos hemos preocupado más por la celebración en sí y qué voy a llevar a la celebración, o voy a dar en la celebración, o voy a tener? O me he preocupado por decir, hoy yo tengo que ir a misa para dar gracias al Señor. Hay veces que nos preocupamos mucho de las cosas exteriores y nos despreocupamos de lo fundamental. Lo fundamental es Cristo, el Señor que nace, que se ofrece, es ese Niño que nace y se entrega por nosotros, es ese Niño que nos da la alegría, que nos da la vida. Hoy brillará el sol sobre nosotros, hemos rezado en el salmo, porque nos ha nacido el salvador.

Hermanos tratemos de vivir así, buscando al Señor voluntariamente. No dejemos pasar el tiempo, como los reyes no lo dejaron pasar. Como los pastores que enseguida se dijeron, vamos allá. Vamos también nosotros a encontrarnos con el Señor.

Yo quisiera también hermanos pedir por las familias. Esas familias que necesitan permanecer unidas para que vean crecer a sus hijos en sabiduría y en gracia, para que el día de mañana sean hombres y mujeres que trabajen por el bien, hombre y mujeres que vivan alegres, hombres y mujeres que les guste compartir en familia como hermanos. Pidamos por nuestras familias, por papá y por mamá, y si falta alguno que entonces el amor sea todavía más grande entre los que quedan. Ese es el sentido. Dios no quiso nacer en una probeta, Dios quiso nacer en el seno de una familia, por lo tanto, hermanos cuidemos de las familias, que la sociedad cuide a las familias, a papá, a mamá, a los hijos.

Que Dios nos ayude hermanos a vivir esta celebración, esta misa, esta eucaristía con la alegría de saber que Dios siempre está con nosotros, que ha brillado la luz sobre nosotros y nos ha nacido un Salvador. Que Dios nos ayude a vivir así.

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