TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA
OTRAS INICIATIVAS DE PASTORAL SOCIAL DEL ARZOBISPO CLARET
LAS CAJAS DE AHORROS EN TODAS LAS PARROQUIAS
El plan era eminentemente social. Sus intenciones son bien claras: “Deseoso de conservar las buenas costumbres que ha enseñado de palabra y por escrito, de promover la moralidad pública, y fomentar al propio tiempo la agricultura y artes mecánicas, la instala en su diócesis como medio eficaz al efecto”. Va directamente a ayudar a los pobres y necesitados. Como él mismo deseaba, tenía como fin fomentar la agricultura, las artes mecánicas.
En su última intención, la idea es apostólica: le mueve – dice el Reglamento – el deseo de conservar las buenas costumbres que ha enseñado de palabra y por escrito y de promover la moralidad pública. Era muy grande la importancia que Claret confería a este medio de mejorar las condiciones de vida de los campesinos y en general de las capas más humildes de la sociedad, y se comprometió a pagar todos los gastos ordinarios y extraordinarios para la fundación y buen funcionamiento de las Cajas de Ahorro. La intención apostólica y social queda reflejada también en el ejemplo mismo del R Claret, que ofrece a “prestar mil pesos fuertes a cada parroquia para empezar esta grande Obra de caridad”. Además para quitar toda crítica de lucro sus enemigos comenzaron a calumniarle inmediatamente – manda que las ganancias de sus inversiones personales se distribuyan a viudas pobres y a doncellas honradas. No quiere acepción de personas; prefiere que sean pobres o mujeres, blancas o negras…
En cada comunidad, la Caja de Ahorros estaba dirigida por una comisión integrada por el párroco, un miembro del gobierno y uno de los fieles elegido por su religiosidad, su moral y condición filantrópica. El servicio de los comisionados debería ser gratuito. Se admitía a cualquier miembro de la parroquia sin distinción de sexo, raza o condición social; los depositarios cobrarían el seis por ciento. Las Cajas de Ahorros también proporcionaban créditos a personas de reconocida virtud e integridad.
Claret demostró sin lugar a dudas que no perseguía fines lucrativos: “Y así las ganancias líquidas que proporcionan a las Cajas de Ahorros y las cantidades que ha puesto y ponga el Prelado se distribuirán a las viudas y pobres y a las doncellas honradas. Y esta dádiva se llamará La Rosa de María Santísima”.