PREFERENCIA DE CLARET POR LOS NECESITADOS
LOS ESCLAVOS

Más adelante, gobernó la isla como capitán general el Marqués de la Pezuela (1810-1875), y con él se entendió muy bien Claret, haciendo frente ambos al problema de la esclavitud: cómo luchar contra ella y cómo erradicarla. A poco de su llegada, el primero inspiraba la publicación de unos artículos en El Diario de la Marina, que hablaban de la esclavitud y exigían el cese del tráfico de esclavos.

En esos artículos se mencionaba con términos encomiásticos al Arzobispo Claret, conocido por su oposición a la trata. El 26 de diciembre de 1853, el marqués exigía por decreto la liberación efectiva de los emancipados, amenazaba a los traficantes con multa y destierro, y a los funcionarios que no denunciaran los hechos con la destitución. El revuelo fue inmenso, porque de esa manera grandes intereses económicos se veían amenazados.

El marqués y el arzobispo fueron denunciados a Madrid como abolicionistas, preparándose así, a la larga, el llamamiento de ambos a la península. En agosto de 1854 volvía a ser nombrado capitán general de Cuba don José Gutiérrez de la Concha, hombre tolerante y aprovechado. Y ya los propietarios y traficantes de esclavos pudieron dormir más tranquilos.

La pregunta que nos hacemos es: ¿Pudo hacer algo más contra la lacra de la esclavitud, en la línea de la condenación hecha por Gregorio XVI (1839), de la carta pastoral del obispo Díaz de Estrada en 1826 y de la protesta del siervo de Dios, P. Félix Varela, que había rechazado la esclavitud como contraria al sentimiento cubano?

San Antonio María Clarea se preguntó cómo debería comportarse en un asunto tan espinoso. Al acabar la primera visita reconoció que no se había enfrentado de lleno con ese problema y consultaba sobre ello a don Francisco Fleix y Solans, obispo de La Habana. No sabemos qué le respondió éste, pero al parecer le aconsejó que la mejor solución en esas circunstancias sería mejorar el estado de los esclavos sin aventurarse en soluciones más radicales.