TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA
PREFERENCIA DE CLARET POR LOS NECESITADOS
LOS PRESOS Y ENCARCELADOS
No descuidó otra clase marginada e incluso odiada de la sociedad, los presos. También para ellos tuvo nuestro santo una predilección especial.
Durante el noviciado con los jesuitas, en Roma, se dedicó con algunos compañeros a visitar a los encarcelados: “Todos… los sábados (íbamos) a predicar en la cárcel a los presos” (Aut. 165).
En Cuba, nos dice en su Autobiografía que “visitaba los presos de las cárceles; los catequizaba y predicaba con mucha frecuencia, y les daba después una peseta a cada uno, y así – añade – me oían con gusto y aplicación” (Aut. 570). Para su mejor bien decía: “Se les tendrá en toda la comodidad posible y se les instruirá en la religión y moral y a[de]más se les procurará una ocupación mecánica; de lo que ganarán se les destinará una parte para el establecimiento y lo demás se dará al preso para el día de su salida, de modo que esta pena de cárcel habrá sido para él un principio de felicidad; saldrá instruido en religión y moral y en oficio para ganarse el sustento y con dinero para emprenderlo y el que antes era un miembro pernicioso viene a ser desde la cárcel útil a la sociedad”.
Siendo miembro honorario de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, tenía buen cuidado de que se preocuparan de los presos a fin de que éstos “aprendieran a leer, escribir, la religión y algún oficio; así en la cárcel teníamos – dice – una porción de talleres, porque la experiencia enseñaba que muchos se echaban al crimen porque no tenían oficio ni sabían cómo procurarse el sustento honradamente” (Aut. 571).