Irradia emisión del 12 de septiembre de 2021

Irradia emisión del 12 de septiembre de 2021

Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial

 

 “Entonces él les preguntó: Y ustedes ¿quién dicen que soy yo? Pedro le respondió: Tú eres el Mesías. Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie” Marcos 8, 29-30

 (Música, Quién dice la gente, Kairos)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música, Quién dice la gente, Kairos)

 En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel Lopez-Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches como siempre una alegría y un gozo poder compartir con ustedes la Palabra de Dios, de este domingo veinticuatro del Tiempo Ordinario. Les habla el P. Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba.

El Evangelio de este domingo está tomado del evangelista San Marcos, en el capítulo 8, versículos del 27 al 35.

(Lectura del evangelio de San Marcos, capítulo 8, 27-35)

El Evangelio de este domingo, es de esos evangelios que siempre me sorprende, aunque siempre es el mismo; de esos evangelios que hacen volverme a preguntar una y otra vez lo mismo. El Señor Jesús va con sus discípulos a los poblados de Cesárea de Filipo, y por el camino les hace una pregunta ¿Quién dice la gente que soy yo? Interesante, a veces pensamos que Jesús en ingenuo. No es ingenuo, ni las preguntas sin ingenuas. ¿Quién dice la gente que soy yo?  Y por supuesto la respuesta inmediatamente brota, porque ellos están en medio del pueblo, ellos escuchan lo que el pueblo dice de Jesús, y le contestan. Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otro que alguno de los profetas; no era difícil responderle. Se sentirían como los niños en la escuela cuando el maestro pregunta algo, y todo el mundo se lo sabe y levanta la mano, todo el mundo quiere responder.

Pero, entonces el Señor les hace la pregunta, que yo creo, que era la que quería hacerles. Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? No la gente, no lo que ustedes escuchan que es importante, es importante estar atento a lo que la gente dice, para poderles anunciar, para poderles explicar, para poderlos ayudar a comprender, para encontrarse con Aquel que es el camino, la verdad y la vida. Pero eso solamente se puede hacer desde el momento en que uno mismo también se ha encontrado con Él, porque ¿cómo podemos ayudar a los demás si nosotros no nos hemos encontrado? Entonces, hace falta que sepamos. Por eso Jesús les pregunta, ustedes, ustedes que son los que van a enseñar, ustedes que son los que van a continuar, ustedes que son los que van a anunciar el Reino de Dios, ustedes que son los que van a hacerme presente, para ustedes, ¿quién soy yo?

Y Pedro da el primer paso, como siempre, dispuesto, Tú eres el Mesías; en otro evangelio sinóptico, el Hijo de Dios. Jesús le dice, dichoso tú, Pedro porque esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino que te lo ha revelado mi Padre. No lo dice este evangelio de San Marcos, pero otros evangelios sinópticos lo dicen así expresamente. Dichoso tú, Pedro, porque te has abierto a la gracia del Espíritu, porque has escuchado, porque te has dejado iluminar, porque has dejado que el Espíritu hable a través de ti. Tú eres el Mesías, y le ordena que no se lo dijeran a nadie, no era el momento todavía, llegaría el momento en que eso se revelaría y tendrían que anunciarlo.

A partir de ahí, comienza Jesús a explicarles lo que iba a suceder, que era necesario que padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes, los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Y ahí, perdonen la expresión, se le trabó el paragua a Pedro. Pedro que se dejó iluminar por el Espíritu, cuando llega el momento en que oye hablar de sufrimiento, de dolor, de persecución, de muerte, de resurrección, ¿qué es la resurrección? Y llama a Jesús aparte y tarta de disuadirlo, y el Señor que le había dicho a Pedro, dichoso tú porque te has dejado iluminar por el Espíritu Santo, porque esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, que yo soy el Mesías, lo reprende diciéndole, apártate de mí Satanás.

¡Qué palabras tan fuertes! Y, ¿por qué Satanás? Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres. Ya le tocará a Pedro comprender, tendrá que pasar la negación, el canto del gallo, el ver los ojos de su Maestro posados en él que lo ha negado tres veces, para que pueda comprender; pero todavía no ha comprendido. Se ha dejado iluminar, ha tenido un momento, pero todavía esto no ha penetrado profundamente, porque no basta tener respuestas, hace falta que esas respuestas vayan sostenidas y avaladas por la vida. Y Pedro todavía no estaba para responder fon su propia vida a la respuesta que ha dado. Tendrá que pasar la pasión, la muerte, la resurrección; tendrá que preguntarle Jesús tres veces, Pedro ¿me amas más que estos?, y sentir Pedro en lo profundo de su corazón esta pregunta de Jesús. Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero, y escucharle también decirle apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas; tendrá que venir el Espíritu Santo en Pentecostés para salir a la calle a predicar, allí donde mismo Jesús fue perseguido, fue maltratado, cargó con la cruz. Pero todavía no era el momento.

Entonces la liturgia de hoy al menos a mí, me invita a eso. Siempre me pregunto, ¿quién dice la gente que es Jesús? Porque tengo que saberlo, para poder anunciarle, para poder predicarle, para poder ayudarle a encontrarse con Él. Pero tengo que preguntarme, y para mí, ¿quién es Jesús?, para mí, ¿quién es? ¿Es un concepto intelectual? ¿El Hijo de Dios, el Mesías, el Señor? ¿El Camino, la Verdad y la Vida? ¿El Pan de Vida? Todo eso es cierto, pero qué significa para mí en mi vida, en mi vida diaria, en mi vida de cristiano, en mi vida de sacerdote, en mi vida de testigo. ¿Qué significa realmente? ¿cómo me mueve? Ante todas las cosas que encuentro, ante la enfermedad, ante el dolor, ante las pruebas, ante mis hermanos, ¿cómo me mueve eso para responder? ¿Cómo me mueve? Lejos de mi Señor, lejos de ti, ¿cómo vas a padecer? O, Padre si es posible que pase de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya. Porque la actitud responderá a la respuesta quién es Jesús para mí.

Entonces el Señor nos invita a preguntarnos hoy. La liturgia de hoy nos invita a eso. La primera lectura está tomada del Antiguo Testamento, del libro del Profeta Isaías, del Siervo Doliente, de aquel que acepta el dolor y el sufrimiento para ofrecerlo por sus hermanos, para rescatarlos, para redimirlos, para aquel que ha comprendido. ¿Por qué? Porque el Señor me ayuda, y si el Señor me ayuda ¿quién se atreverá a condenarme? Por eso, ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que tiraban de mi barba y no aparté mi rostro a los insultos y salivazos. O el Salmo con el que hemos rezado, el Salmo 114, caminaré en la presencia del Señor, amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque el Señor me escucha, porque el Señor está ahí, porque el Señor me da fuerza… o la segunda lectura del Nuevo Testamento, de la carta del apóstol Santiago, muéstrame tu fe sin obras y yo con mis obras te mostraré mi fe. ¿Las obras salvan? No, salva Cristo, pero una fe sin obras está muerta, porque mi fe en Cristo tiene que llevarme a obrar; pero para eso tengo que responder, ¿quién es Jesús para mí? Es el motor de mi vida, el que me ayuda, el que me pone en pie, el que me permite en medio de las dificultades seguir adelante como Él, para entonces, poder dar testimonio no sólo con la palabra sino con la vida: porque la palabra sin vida no significa nada.

Pidámoslo así hermanos míos en esta mañana de domingo al Señor. Que cuando Él nos pregunte Y, ¿quién soy yo para ti? Podamos decirle, Señor tú eres mi Salvador, tú eres Señor, el Camino, la Verdad y la Vida. Tú eres Señor el que me sostiene, porque, aunque pase por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo. Que así el Señor nos lo conceda.

 (Música, Quien pierde su vida la encuentra, Hna. Glenda)

Y ahora hermanos presentemos confiados nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, sabiendo que siempre nos escucha, siempre nos responde, no siempre da lo que pedimos, pero siempre nos da lo que nos conviene.

Lo primero es pedirle por la lglesia de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que podamos dar testimonio del Señor en medio de nuestros hermanos que tanto necesitan de su palabra y de su consuelo.  Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que podamos encontrar siempre en Cristo consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos por las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, laicales, para que escuchemos la Palabra del Señor, para que podamos responderle cuando el Señor nos pregunte ¿quién soy yo para ti?, sabiendo quién es el Señor para mí, la luz que ilumina mi vida, pueda ayudar a los demás a encontrarse con Él. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por todos los enfermos, particularmente los enfermos del coronavirus, para que el Señor les conceda la salud del alma y del cuerpo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos por todos los difuntos, de manera especial aquellos que no tienen quien recen por ellos, aquellos que quizás nos e sabe ni dónde están; para que el Señor derrame su misericordia, perdone sus pecados y los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y pidamos los unos por los otros, acabamos de celebrar la fiesta de nuestra Madre, la Virgen de la Caridad, la Virgen del Amor, he aquí la esclava del Señor hágase en mi según tu Palabra, María sabía quién era Jesús, María tenía la respuesta por eso pudo llegar hasta el final, desde la Anunciación hasta los pies de la cruz, hasta la Resurrección, hasta la Asunción, para que ella nos lleve siempre de la mano junto a su hijo Jesucristo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que siempre quedan en lo profundo de nuestro corazón pero que Tú conoces, porque ere el único que puedes llegar hasta allí. Te las presentamos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 Ahora oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó, en la oración que aprendimos a llamar a Dios Padre.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

Y líbranos del mal.

Amén

Señor Dios, que has hecho del amor a ti y a los hermanos la plenitud de todo lo mandado en tu santa ley, concédenos que cumpliendo tus mandamientos podamos llegar a la vida eterna, por Jesucristo nuestro. Amén.

Que tengan todos, una feliz semana, que la gracia de Dios se derrame sobre ustedes, que encontremos en Él fuerzas para seguir adelante, pero sobre todo para, de nuestro encuentro profundo con el Señor Jesús, ayudar a nuestros hermanos a encontrarse con él, a seguir adelante, a superar las dificultades, a ponerse en pie cada mañana con la esperanza de que no estamos solos, de que el Señor siempre está y camina con nosotros.

Les ha habla el P. Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba, siempre una alegría poder compartir este rato con ustedes y pedir al Señor, todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros, y nos acompañe siempre. Amén.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Guion, grabación, edición y montaje: Erick Guevara Correa

Dirección general: María Caridad López Campistrous

Fuimos sus locutores y actores. Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung

Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

(Música, Quién soy yo, Maikel Vidal)

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