TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA
DIA 16 DE AGOSTO 2021
CLARET Y ANTONIA PARIS COMPROMETIDOS EN DAR A LUZ UNA “ORDEN NUEVA”
YA EN SANTIAGO… LOS INTRINCADOS CAMINOS PARA LA FUNDACIÓN…
El 25 de septiembre de 1852, las hermanas solicitan oficialmente al Arzobispo la fundación: “… prefirieron trasladarse a esta Grande Antilla como más necesitada del socorro espiritual de educación religiosa, tomando parte a su manera en la Santa Misión que le trajo a estas costas con sus compañeros… creyeron que nuestro deseo no era sino vocación especial del Señor a que debíamos corresponder por nuestra parte; usted mismo fue consultado, y su opinión de peso en esta materia, corroboró el pensamiento…”
Explican lo doloroso que fue dejar su convento y ver profesar a sus compañeras… “Pero todo lo arrostramos y todo lo abandonamos por amor a Jesucristo, deseosas de mayor perfección y de ocuparnos en su santo servicio allí donde las necesidades espirituales fuesen más apremiantes, y en donde por estar la educación religiosa menos atendida, nuestros esfuerzos fuesen más aceptos a los ojos de Dios, como que nada nos propusimos sino su mayor gloria en el cumplimiento de la santa Regla que abrazamos… los piadosos habitantes de Cuba nos acogieron con los brazos abiertos, recibiendo todos los días pruebas inequívocas de su caridad y manifestando muchos padres de familia… vivos deseos de que cuanto antes solicitemos la autorización debida para el establecimiento canónico y legal del Santo Instituto de la Enseñanza que deseamos profesar… Dígnese acoger benévolo nuestra súplica… y autorice nuestra fundación en debida forma por los medios establecidos por los sagrados cánones y Leyes del Reino que rigen en estas posesiones de ultramar….”.
El arzobispo, a partir de la solicitud oficial, hecha por las hermanas, en setiembre de 1852, inicia los trámites oficiales de la fundación con el envío de la solicitud al Promotor fiscal para que haga el procedimiento correspondiente. El fiscal responde al arzobispo el 28 de setiembre de 1852, “que el propósito de las hermanas, por la abnegación grande que incluye, y por el bien importante que trae al país, es digno, no solo de todo elogio, sino de la decidida protección de Vuestra Excelencia Ilustrísima que tanto trabaja y con tan felices sucesos, por la salud temporal y espiritual del rebaño que la Providencia le encomendó… su objeto no sólo es útil, sino urgentemente necesario en este país…” Así mismo, en ese mismo mes, recibe el apoyo del Cabildo catedralicio recomendando la fundación al Arzobispo: “son del parecer que recomiende la solicitud de estas benéficas recién llegadas hermanas para que sin demora se consiga del Capitán general de la isla el permiso para que el establecimiento que solicitan en bien general de esta ciudad…”, en un primer momento lo hace la comisión creada para ello por el Cabildo, el 11 de octubre 1852; y posteriormente, el 12 del mismo mes, el Cabildo completo acepta el dictamen de la comisión y lo comunica al Arzobispo.
También, los párrocos de Santiago, el 27 de octubre, escriben al Arzobispo la carta de apoyo para la fundación: “sobre la erección canónica y legal del monasterio de religiosas… este santo Instituto por lo que mira la enseñanza de niñas, ya se atienda porque las pobres tendrán donde recibir una educación cristiana de la que han carecido hasta ahora…”.