Carta de condolencias de Monseñor Emilio Aranguren Echeverría
Carta de condolencias de Monseñor Emilio Aranguren Echeverría, Obispo de Holguín y presidente de la COCC al Cardenal Juan de la Caridad García por el fallecimiento de Mons. Alfredo Víctor Petit Vergel, Obispo Emérito Auxiliar de La Habana.
Arzobispo de La Habana
Querido hermano,
En la noche de ayer nos comunicaste la triste noticia del fallecimiento de Mons. Alfredo Víctor Petit Vergel, Obispo Emérito Auxiliar de La Habana. Hace sólo veinte días, también perdimos la presencia física de Mons. José Siro González Bacallao, Obispo Emérito de Pinar del Río. Es decir, para casi todos nosotros, los obispos cubanos, han sido dos despedidas vividas a la distancia, limitados al poder trasladarnos para participar en la Misa de Exequias y compartir más de cerca con quienes los han acompañado a lo largo de los últimos años.
Coincide la muerte y funeral de Mons. Petit con la clausura de las Olimpíadas de Tokyo en la que, en repetidas ocasiones, hemos visto en la televisión, cómo los primeros lugares suben al podio de premiación, reciben la medalla correspondiente y se iza la bandera y se escucha las notas del himno de la Nación del que resultó campeón. Esta imagen nos permite, en este día, traer a la memoria del corazón el texto de la Segunda Carta de San Pablo a su discípulo Timoteo (4,7-8), cuando le escribe: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he conservado la fe. Sólo me queda recibir la corona de la salvación, que me dará el Señor, juez justo”.
Sí, Mons. Petit recibe “la corona de la salvación”, mientras se iza la bandera que, de acuerdo a las enseñanzas de San Ignacio de Loyola, representa al Reino de Dios en este mundo y se escuchan las notas de nuestro Himno Nacional, porque “combatió bien el combate” con las virtudes propias de los verdaderos discípulos del Señor.
Teniendo 25 años regresó a Cuba recién ordenado sacerdote y han sido 60 años de servicio fiel a la Iglesia, en la S.M.I. Catedral y en las Parroquias del Cerro y San Francisco de Paula, profesor del Seminario y Rector del mismo, Vice-Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal y Obispo Auxiliar desde 1992 hasta que le fue admitida la renuncia en el 2016.
El Papa Francisco, durante su visita a Cuba, expresó: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Así fue la trayectoria de vida de Mons. Petit: “vivir para servir” y, en él, el servicio conllevó momentos y etapas de sufrimiento por ser fiel a su ministerio sacerdotal, formador de nuevas generaciones de laicos, discípulos de Jesús y testigo de su Verdad. Y todo esto vivido, asumido y testificado con total sencillez y naturalidad.
Por eso, querido hermano, te agradezco que, al igual que hice en Los Teques, Venezuela, al sepultar en la cripta de su Iglesia Catedral el cadáver de Mons. Eduardo Boza Masvidal, coloques sobre el ataúd, una rosa blanca que, de acuerdo a los versos martianos, cultivan aquellos quienes, como Mons. Petit, han sido capaces de poner la otra mejilla y siempre tender la mano con sinceridad y amor.
Para ti, como Arzobispo y hermano que lo has acompañado junto al lecho del dolor (tal como hiciste con el Cardenal Ortega), para el presbiterio arquidiocesano que pierde a un padre, hermano y amigo; para las Hijas de la Caridad, con quienes Mons. Petit siempre tuvo un nexo de cercanía y fraternidad y para quienes siempre lo acompañaron de cerca y de lejos -pienso en los Antiguos Alumnos de La Salle y en los miembros de la Acción Católica Cubana- nuestro abrazo fraterno y eclesial.
Que la Virgen de la Caridad lo haya recibido en la casa del Padre y ya Alfredo descanse para siempre en la paz de Dios.
+ Emilio Aranguren Echeverría
Obispo de Holguín