Irradia emisión del 20 de junio de 2021
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y la emisora Provincial CMKC
XII Domingo del Tiempo Ordinario
“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?” Marcos 4, 40
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Gracias Señor por mi Papá, Intérprete D.R.)
En la mañana de hoy nos acompaña el P. Osmani Masó Cuesta, párroco de la Parroquia Cristo Rey en La Barca de Oro en nuestra ciudad.
Buenos días, queridos hermanos. Hoy, tercer domingo de junio, celebramos el Día de los Padres. Mi gratitud para todos en este hermoso Día, porque ustedes nos han entregado la vida, su amor, porque nos han regalado el precioso tesoro de nacer, vivir y crecer en una familia. Porque han trabajado con sacrificio, son el sustento de la casa y luchan cada día bajo el sol y el calor porque no falte el pan y el alimento en el hogar. Un buen hijo debe ser un buen esposo, será siempre un buen padre. Respetemos su cariño, autoridad entre nosotros y en la sociedad.
Un saludo especial para Víctor Reyes Revilla, hombre y padre incansable, el más anciano de nuestra comunidad, misionero y visitador de enfermos que nos escucha desde casa. A Carlos Rafael, en La Jatía, que no se pierde nuestro programa, y para todos nuestros sacerdotes y pastores de nuestras comunidades. Recuerdo en este momento al Padre Oscarito, que como verdaderos padres nos acompañan con sus consejos, su tiempo y dedicación, con su oración. Felicidades para todos.
Ahora, escuchemos atentamente la lectura del Santo Evangelio según san Marcos, capítulo 4, versículos del 35 al 41, que trata de cómo Jesús calmó la tempestad.
(Lectura del evangelio de San Marcos, capítulo 4, 35-41)
Al atardecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla del lago.” Despidieron a la gente y lo llevaron en la barca tal como estaba. También lo acompañaban otras barcas. De pronto se levantó un gran temporal y las olas se estrellaban contra la barca, que se iba llenando de agua. Mientras tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín.
Lo despertaron diciendo: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” El entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: “Cállate, cálmate.” El viento se apaciguó y siguió una gran calma. Después les dijo: “¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?”
Pero ellos estaban muy asustados por lo ocurrido y se preguntaban unos a otros: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”
Hoy encontramos a Jesús y sus discípulos en una barca en el Mar de Galilea o de Tiberíades, que es un lago no muy extenso, pero profundo y capaz de enfurecerse de un momento a otro. Ellos no están solos, están también otras embarcaciones. Es en esta travesía, que luego de navegar sin problemas en aguas tranquilas se desata una terrible tormenta, comienza la etapa difícil de la historia, y en esta realidad a los discípulos los ahoga el miedo y se debilita su fe. En medio de la marejada Jesús duerme, y sus discípulos, ante la situación de crisis, se dan cuenta que la fuerza del temporal puede más que la fuerza de su confianza en el Señor. ¿No te importa -le dicen- que nuestra vida se pierda?
¿Qué mensaje tiene hoy en nuestra actualidad que vivimos este pasaje bíblico?
Todos en la vida tratamos de sentirnos bien, de estar bien, en armonía y paz. Pero también, cada uno de nosotros ha pasado, o puede estar pasando, por momentos difíciles de numerosas pruebas y dolor, como la enfermedad, la ausencia de un ser querido, problemas de incomprensión y de relación con los demás al no sentirnos valorados y escuchados como quisiéramos. Son esas olas turbulentas, internas o externas, muchas veces inesperadas, impuestas o creadas. Cada uno conoce las suyas y también la de algún familiar, amigo o vecino cercano.
En condiciones así nos parece que no encontramos de dónde agarrarnos y se apodera de nosotros la incertidumbre, la frustración, el cansancio, el vacío interior y el miedo que nos oprime. Nos sentimos solos, desamparados, y, como los discípulos, creemos que no podemos hacer nada, que por más que remamos no avanzamos a ninguna parte, que nos hundimos, que no hallamos respuestas, que se hace larga la noche y no amanece. Nos podemos llegar a creer, inclusive, que no le importa a Dios lo que nos sucede.
Pero, ¿cómo reacciona Jesús ante la súplica de sus discípulos? El evangelista nos dice que Jesús lo primero que hizo para transmitir el ánimo y seguridad a sus discípulos, y hoy a nosotros, fue ponerse de pie, signo de poder y firmeza, era el momento de tomar riendas en el asunto, de actuar, era el momento de hablar, porque hablando se solucionan los problemas. Y por eso pronuncia con valentía unas palabras, con la humildad que lo caracteriza, pero con la fuerza de la verdad, propio de su identidad como Hijo de Dios ante todo poder maligno que intentaba acabar con la vida, el orden y la felicidad de sus discípulos.
Mis queridos amigos, después de la tempestad siempre llega la calma. Por muy difícil que parezcan las realidades adversas, éstas no nos pueden destruir, no pueden ahogar los mejores deseos de vivir con ilusión y esperanza, para construirnos un futuro mejor para lo cual Dios nos creó y estamos en este mundo.
Ser cristiano no se reduce a unas prácticas de devoción, sino que se caracteriza por nuestra manera de vivir, que pone a Jesús en el centro y por encima de todo. Ser cristiano es una apuesta que implica toda nuestra vida y que se mide, además, por la respuesta que somos capaces de dar ante situaciones problemáticas y difíciles. Debemos saber responder a esta confianza que nos pide que no busquemos soluciones por otros caminos equivocados que no llevan a nada, sino que nuestra mayor defensa sea nuestra confianza y nuestra fe en Él que permanece a nuestro lado en todas nuestras luchas contra el viento y las mareas.
(Música, Me basta con saber que estás aquí, Interprete D.R.)
Y ahora presentemos nuestras súplicas y peticiones. Nos dice Jesús que donde están reunidos dos o tres en su nombre, ahí está presente el Señor. Unidos a Él, y en la comunión de todos los santos nos dirigimos al Padre diciendo: Escúchanos Padre.
Por la Iglesia, que ha recibido la misión de confiar en el Señor y superar las tormentas que nos amenazan para que sea fiel y valiente en su tarea. Oremos. Escúchanos Padre.
Por todos los padres de familia, para que sean ejemplo de fe y amor para sus hijos, aún en momentos difíciles. Oremos. Escúchanos Padre.
Por todas las familias, para que sean espacio de diálogo respetuoso y de alegría, procurando relaciones de paz y de amor entre sus miembros. Oremos. Escúchanos Padre.
Por todos los niños y jóvenes cubanos, para que asuman con alegría y responsabilidad el ser padres de familia en el futuro. Oremos. Escúchanos Padre.
Por todos los padres difuntos, para que Dios les conceda el descanso eterno junto a Él. Oremos. Escúchanos Padre.
Por todos nosotros, para que mantengamos la serenidad de mente y corazón desde la fe en Jesucristo, y demos testimonio en la familia y en la sociedad de confianza y esperanza. Oremos. Escúchanos Padre.
(Música, Padre, Intérprete Tony Rubí)
Nos dirigimos ahora a Dios, nuestro Padre, que nos ama sin límites, que ama a todos, que no excluye a nadie, que hace salir el sol y caer la lluvia sobre justos y pecadores, con la confianza de saber que somos hijos de Dios, decimos:
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Habló para ustedes el padre Osmani Masó Cuesta, desde la parroquia de Cristo Rey en “La Barca de Oro”.
Y ahora, la bendición de Dios para todos los radioyentes santiagueros y para todos los fieles de la Parroquia, en el Reparto Agüero, Nuevo Vista Alegre, Marimón, San Pedrito, Distrito José Martí, y el querido Municipio de Guamá.
El Señor esté con ustedes
Y con tu espíritu.
Y la bendición de Dios Todopoderoso +Padre, +Hijo, y +Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y sobre sus familiares y permanezca siempre. Amén.
Para terminar, dedico esta canción a mi querido padre Justo Masó, para que el Señor le conceda salud y fortaleza: “Para mi querido, mi viejo, mi amigo”.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación Social, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guión, grabación, edición y montaje, Eric Guevara Correa.
Dirección general María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores Mikel Eduardo y Adelaida Pérez
Somos la voz de la Iglesia Católica santiaguera que se levanta para estar contigo
… IRRADIA
(Música, Mi querido, mi viejo, mi amigo, Intérprete, Roberto Carlos)