TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

TRAS LAS HUELLAS DE CLARET EN CUBA

DIA 16 DE JUNIO 2021

EL MISIONERO ARZOBISPO CONTINUA LA SANTA MISION EN PUERTO PRINCIPE
ACTIVIDADES DE LA SANTA MISION: LOS SERMONES

Día 20 de Agosto de 1851.
Un sermón en la misión de Puerto Príncipe
El miércoles día 20 de agosto de 1851, el periódico “El Fanal”, de Puerto Príncipe (hoy Camagüey) publicaba este suelto, redactado probablemente el día anterior.

«SANTA MISIÓN. La concurrencia a la Santa misión en la iglesia del convento de la Merced ha sido numerosísima. Todas las clases de la sociedad desde la más alta hasta la más humilde; los hombres ilustrados como la gente sencilla, todos, todos escuchábamos con religiosa atención las palabras llenas de unción y de elocuencia de nuestro venerable arzobispo, de ese verdadero apóstol que ha sabido atraer en tomo suyo las voluntades. Su discurso sobre la necesidad de atender a la salvación de nuestras almas, puede considerarse un modelo en su género. Rico en símiles felicísimos y comparaciones delicadas y tan claras al mismo tiempo que estaban al alcance de todas las inteligencias, la inflexible lógica de sus raciocinios y sobre todo esa admirable facilidad en el decir tal que parecía a un cuadro donde se presentan imágenes distintas con la misma rapidez con que pasamos la vista sobre ellas, ha cautivado la atención general, hasta el extremo de enmudecer aun a esos mismos curiosos que asisten como máquinas a los lugares de mucha concurrencia.

Tal lo daba a conocer el silencio y moderación que reinaban en todo el ámbito del templo. Fijo el auditorio en su fervoroso Pastor, participaba a veces de las mismas sensaciones y valiéndonos de la expresión de un amigo nuestro, era preciso no tener oído para dejar de conmoverse. Sin embargo ese mismo discurso pronunciado por otro labio, acaso no hubiera ejercido tanta influencia en nuestras almas ¡qué imperio ejerce la virtud y la santidad sobre los hombres! La conciencia, que teníamos de que lo que expresaba el orador era un reflejo de sus mismos sentimientos, que nada era estudiado, y sí solo un producto espontáneo de sus robustas creencias, y la consideración de que aquella vida que a imitación de su divino maestro ofrecía por sus ovejas, la sacrificación como un mártir por la salvación de nuestras almas, conmovió de una manera admirable al auditorio que en el mismo acto de evacuar el templo, se consolaba con la esperanza de disfrutar al día siguiente de las inefables delicias, con que solo la religión pura de Jesucristo puede hacer felices a los humanos».

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