Irradia emisión del 28 de marzo de 2021

Irradia emisión del 28 de marzo de 2021

Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
Domingo de Ramos

“Bendito el que viene en nombre del Señor”.  Juan 12, 13

Por tu cruz y resurrección nos has salvado Señor.

Hermanos y hermanas, con esta frase damos inicio a la celebración de la Semana Santa, gracias a los servicios de esta emisora provincial CMKC puedo llegar a ustedes y a sus familias y a todos los que habitan en esta provincia de Santiago de Cuba.

Hoy 28 de marzo comenzamos la Semana Santa del año 2021. Durante esta Semana Santa vamos a recordar los últimos momentos de la vida de Jesús, su entrada triunfal en Jerusalén, ese es el Domingo de Ramos que estamos celebrando hoy; y después el Jueves Santo la Última Cena, la institución de la eucaristía, la invitación a amarnos unos a otros siendo servidores unos de otros; el Viernes Santo es la Pasión, Cristo que carga su cruz y asciende hasta el Calvario donde muere allí por nosotros. El sábado por la noche y el domingo 4 de abril por la mañana vamos a celebrar todos la Resurrección de Cristo, a través de la Pasión del Señor de su entrega por nosotros, de su servicio por nosotros, Él nos ha alcanzado la salvación.

¿De qué salvación nos habla? Nos habla de la salvación de nuestra vida. La vida de los hombres tiene un sentido, Dios es el Dios de la vida y Dios es Aquél que nos ama de tal manera que se entregó en la cruz para salvarnos. Él nos rescató. Nosotros sabiendo que somos pecadores, muchas veces nos apartamos de Dios y nos apartamos de nuestros hermanos, siendo egoístas, siendo ambiciosos, no haciendo el bien que debemos hacer. Hay veces que nos dejamos arrastrar por el mal, pero Cristo que nos ama, Él ha muerto en la cruz por nosotros.

Por eso es que la cruz es un signo de salvación, por eso es que al levantarnos nosotros hacemos la señal de la cruz, por eso ante los peligros hacemos la señal de la cruz, pidiendo precisamente que esa gracia de Dios, ese poder de Dios venga sobre nosotros. Pero también la cruz nos invita, a que, si Cristo murió por nuestros pecados en la cruz, nosotros tenemos que cambiar de vida, y también nosotros tenemos que evitar hacer el mal, y hacer siempre el bien, eso se llama la conversión.

Esta semana es una semana de acompañar a Jesús, desde que entra en Jerusalén, hasta el final hasta el Gólgota, el Calvario, donde expira, donde es descendido de la cruz y enterrado, acompañarlo en ese dolor para alegrarnos con Él después el domingo de Resurrección. Sabiendo que el mal ha sido vencido, sabiendo que el rencor, el odio, la venganza puede ser destruida; sabiendo que la injusticia, los males que padecemos los hombres y las mujeres de este mundo tienen un sentido en Dios, porque sabemos que Él destruye el mal, Él nos invita a la vida eterna junto a Él. Vamos a seguirle, acompañándole en la cruz, cargando nuestra cruz como el mismo nos dijo, “el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mi”.

Vamos nosotros en esta Semana Santa a acompañarlo, pero también vamos a ofrecer todas nuestras cruces. Las cruces de las madres que sufren por sus hijos, las cruces de aquellas personas que no tienen lo suficiente para vivir, las cruces de los que están enfermos que son muy dolorosas muchas veces, las cruces de aquellos que se sienten no viven con la justicia necesaria, las cruces de aquellos que sienten que necesitan se haga justicia; las cruces de tantas envidias, infidelidades, que los unos a los otros nos imponemos causando tanto dolor. La vida no es para sufrir, la vida es para vivir esperando siempre la misericordia de Dios que eterna. El sufrimiento en un momento se detiene, la cruz es la que nos salva para al final tener la vida eterna junto a Dios, la gracia de estar junto a Él, alegrándonos, diciendo Cristo ha resucitado, Cristo ha vencido el mal, Cristo es mi salvador. La sangre de Cristo se derrama sobre nosotros y así nos limpia nuestros pecados para un día vivir eternamente junto a él.

Yo les invito a vivir la Semana Santa y lo primero que vamos a escuchar es el Evangelio de Juan, que nos cuenta, nos narra la entrada de Jesús en Jerusalén. El pueblo deseoso de un salvador, como todos nosotros estamos deseosos de justicia, de paz, de misericordia, de que alguien nos salve, que nos diga palabras de esperanza, acogió a Jesús y le declaró Rey, hijo de Dios, hijo de David. Vamos a unirnos a este pueblo de Jerusalén y a recibirle también, expresando nuestro deseo de que Dios venga a nuestro hogar, de que Dios venga a nuestro corazón.

(Lectura del evangelio de san Juan, capítulo 12, 20-33)

De la misma manera que el pueblo de Jerusalén recibió a Jesús con palmas, con mantos en el piso aclamándole hijo de Dios, hijo de David, como Salvador, es tradición en este día recibir ramos benditos que se reparten en las iglesias. Sabemos que este año es imposible por las restricciones sanitarias por la pandemia, por eso yo les invito a todos ustedes a recortar pencas que, de alguna rama parecida a la palma de guano, nuestras palmas reales; lo pueden poner en las puertas de sus casas, detrás, o delante de la puerta, ahora mismo, pueden salir, picar y poner las ramas en las puertas de sus casas. Esas ramas estarán bendecidas por las misas que van a celebrar todos los sacerdotes en las iglesias y eso significa que ustedes quieren que Cristo venga a ustedes, que sea su Salvador, y que siempre habite en sus hogares. Les invito a hacer esto.

Ahora hermanos vamos a escuchar la lectura de la Pasión del Señor según san Juan, así se nos narra en los evangelios. Vamos a escuchar el evangelio de san Juan.

(Lectura de la Pasión del Señor según san Juan, capítulo 15, 20-31-393)

Recordemos que el Jueves Santo celebramos la Última Cena del Señor, la institución del Sacramento de la Comunión; el momento en que Cristo coge pan, en la cena pascual de los judíos, y dice este es mi Cuerpo, lo bendice; y también coge el vino y lo bendice, y dice esta es mi Sangre que será derramada por ustedes, hagan esto en conmemoración mía. Ésa fue la primera misa. Cada vez que el sacerdote celebra una misa, en ese mismo momento, la Última Cena se hace presente, Cristo está presente en la forma del pan y del vino.

El Viernes Santo vamos a seguir escuchando la lectura de la Pasión. ¿Qué vamos a encontrarnos? Precisamente la entrega de Jesús. Señor que se aparte de mi este cáliz, este sufrimiento, pero si es tu voluntad yo lo hago. Nos está indicando que todo tenemos que ponerlo en las manos de Dios porque Dios sabe, el Señor tiene sus designios. Y vamos a encontrar a traidores, a Judas; vamos a encontrar gente con medio, a Pedro, que es un bravucón, “no yo nunca te voy a olvidar”, pero sí lo olvidó y lo negó. Vamos a encontrar a Pilato, que es una persona que sabía que estaba haciendo las cosas mal pero no quería comprometerse, ni complicarse en la vida, entonces se lavó las manos. Vamos a encontrar a los soldados, que cumplieron órdenes y lo llevaron y lo maltrataron; vamos a encontrar a esas personas que manipularon al pueblo para que condenaran a Jesús. Vamos a encontrar también a aquella mujer que le lava el rostro, aquellas mujeres que lloran, a María su madre que lo acompaña siempre, a Juan también que lo acompaña siempre; a aquel otro hombre que lo ayuda a cargar la cruz… esa es la vida, así somos nosotros. Por tanto, al escucharla, también nosotros meditemos en nuestra vida, y así nosotros acompañaremos a Cristo al Calvario, cargando nosotros con nuestras cruces y ofreciéndoselas a Dios como lo hizo Jesús. Señor, que se aparte de mi este cáliz, esta cruz, pero que se haga tu voluntad, Tú sabrás recompensarme y darme la victoria.

Hemos terminado escuchando cuando Jesús es bajado de la cruz y es llevado al sepulcro. El domingo que viene, en la trasmisión por esta radio provincial, vamos a leer el Evangelio de la resurrección, es decir, la victoria de bien sobre el mal, de Cristo sobre la muerte, la victoria de Cristo que le da sentido a nuestra vida y nosotros también nos alegraremos como los apóstoles, como aquellas mujeres que fueron al sepulcro, sabiendo que Cristo ha resucitado.

Sí hermanos, nunca perdamos la esperanza, pongamos nuestra esperanza en Aquel en quien la podemos poner con toda seguridad, que es Dios, porque Cristo nos ha salvado en la cruz. Será el tiempo de alegría, el tiempo de Pascua.

Yo ahora les invito a que esta Semana Santa, siguiendo la tradición de nuestros mayores, nosotros al vivamos con recogimiento. Les invito a ofrecer todas las dificultades de la vida al Señor, poniéndolas en sus manos. Les invito a hacer un examen de conciencia y a pensar en las cosas que no hemos hecho bien, en el mal que hemos causado o que tal vez estemos causando, y hacer el propósito de rectificar nuestra vida. También es el momento de si estamos recibiendo mal de otras personas, alejar de nosotros todo sentido de odio y de venganza y ofrecer esa cruz; ofrecer las tareas diarias de la vida, que esas no las podemos quitar, siempre estarán presentes porque la vida del hombre, es vida de cruz también, es vida de cruz. Es el tiempo de oración, los tengan la Biblia busquen las lecturas bíblicas de la Pasión de Cristo, de la Resurrección, animémonos unos a otros. El Viernes Santo, sigamos la tradición de que sea un día de clama, un día de paz, no un día de jolgorio ni de fiesta, sino que sea el día de recordar que estamos tristes porque el pecado del hombre, nosotros mismos, llevamos a Cristo a la cruz, y el muere por nosotros. Les invito a esto.

Que el Señor nos acompañe, que nos dé la Gracia de la fe grande; que sepamos agradecer el sacrificio de Cristo Jesús en la cruz por nosotros; que le pidamos a Dios que nos haga fieles, que nos haga firmes, que sepamos corresponderle con nuestra vida, cambiando nuestra vida; que sepamos ser servidores unos de otros. Por eso hermanos, esta es la manera verdadera de celebrar la Semana Santa. No podremos como en otros años participar en las grandes celebraciones en los templos, pero cada uno de nosotros sí puede hacerlo en el templo de su corazón, en el templo de su hogar. Cada uno de nosotros puede vivir estos días santos, deseando siempre ser mejores, ser más agradecidos a Dios y pidiendo nos dé la gracia de la conversión, para cuando podamos acercarnos todos al templo, a nuestras iglesias, a recibir el bautismo, a encontrarnos con Dios y con la comunidad cristiana.

Yo les imparto mi bendición.

El Señor esté con ustedes/ Y con tu espíritu

Yo les bendigo en el nombre del + Padre, + Hijo y + Espíritu Santo / Amén

Vivamos esta Semana Santa con el recogimiento de aquel que siente que Cristo se ofrece pro nosotros en la cruz, y que nosotros muchas veces somos desagradecidos; pero también con la alegría de Cristo ha vencido al mal, a la muerte y al pecado.

Que tengan una Semana S anta digna de un cristiano, digna de un hombre y una mujer honesto.

Monseñor Dionisio García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba

 

 

SHARE IT:

Leave a Reply