Irradia, emisión del 13 de diciembre de 2020

Irradia, emisión del 13 de diciembre de 2020

Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo III de Adviento

 “Estén siempre alegres. Sean constantes en orar” Tesalonicenses 5, 16

 (Música, El centro de mi vida, Yulissa)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, El centro de mi vida, Yulissa)

En esta mañana nos acompaña el padre Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, dondequiera que se encuentren. Siempre es un placer poder volverme a encontrar nuevamente con ustedes y poder compartir este rato de reflexión, de meditación, pero también de alegría y de encuentro. Vamos a escuchar hoy el evangelio del Tercer domingo de Adviento, tomado del evangelista San Juan, capítulo 1, capítulo 1, versículos del 6 al 8, y del 19 al 28.

(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 1, 6-8, 19-28) 

Tercer domingo de Adviento, estamos ya casi en la recta final para celebrar la Navidad. Este tiempo de Adviento, de alegre y confiada espera en que los cristianos hemos ido preparándonos espiritualmente, también materialmente. Es hermoso poner los arbolitos, las luces, los nacimientos ese que regocija el espíritu, pero sobre todo espiritualmente para prepararle al Señor un lugar en nuestro corazón, para ir quitando de nuestra vida todo aquello que impide que el Señor haga morada en nosotros. Que cuando toque buscando albergue no le digamos, ¡ay Señor ya está lleno! no hay lugar para ti, sino que nos encuentre como las vírgenes prudentes, aguardando, con alegría, con gozo, con las lámparas encendidas.

Tercer domingo de Adviento, en que ya comenzamos en ese conteo regresivo para llegar a la fiesta de la Navidad y también para enfrentar el nuevo año, el 2021. En la liturgia de este tercer domingo de Adviento, quisiera fijarme de manera particular en la segunda lectura, tomada de la primera carta del Apóstol San Pablo a los cristianos de la comunidad de Tesalónica, a los tesalonicenses, y les dice a esos cristianos y nos dice a nosotros, no olvidemos que la Palabra de Dios inspirada no es sólo para unos hombres y para un tiempo determinado, sino para los hombres y las mujeres de todos los tiempos. Así que San Pablo le hablaba no sólo a los tesalonicenses, sino que nos hablaba a nosotros y a los que vengan después de nosotros.

Vivan siempre alegres, es la invitación a la alegría. Por eso el tercer domingo de Adviento es el domingo de la alegría. Encendemos una vela rosada, si la tenemos, en nuestra corona de Adviento. Encendemos una vela más, una luz más, que va agrandando esa luz que encendemos en la corona de Adviento y que debe irse encendiendo también en nuestro corazón, en nuestra vida, para que no perdamos el rumbo; pero también para ayudar a todos aquellos que encontramos en nuestro camino a encontrarse con el Señor. Y si han perdido el rumbo, a volver a recuperarlo. Ahí está el Señor, esperando siempre y aguardando. El Apóstol San Pablo nos invita a la alegría-

Podríamos preguntarnos ¿alegría? En este final del 2020 en el que tantas dificultades hemos encontrado. Las dificultades normales, las que tenemos siempre en nuestras vidas, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra escuela, eso es normal; pero también las dificultades de todo tipo, climáticas, epidemiológicas, toda esta nueva normalidad que tenemos que vivir, y a la que nos cuesta tanto acostumbrarnos.

¿Podemos decir, alegría? Pues sí, el apóstol San Pablo nos invita a la alegría; y nos invita a la alegría en un momento que para era él también era difícil, y para aquellas primeras comunidades cristianas que tenía que vivir su fe en medio de tantas dificultades. En primera porque generalmente eran pobres y vivían las dificultades de todos los pobres, tenían la dificultad de vivir a contrapelo, por profesar una fe que era una novedad y ser perseguidos por eso, y tener que mantener su fe en medio de esa persecución. San Pablo les dice “vivan alegres, estén siempre alegres”, pero les específica, “alegres en el Señor”. Esa es la alegría del cristiano, por eso se mantiene siempre en cualquier circunstancia, en cualquier momento, en cualquier dificultad por la que está pasando.

Si tenemos al Señor en nuestra vida, ¿qué tenemos que temer? Si el Señor es la defensa de nuestra vida, ¿qué puede hacernos temblar? No somos superhombre o supermujeres; no vamos a enfrentarlo todo ni vamos a vencerlo todo. A veces nos vamos a sentir aplastados, pero cuando recordamos ´que no estamos solos, que el Señor nos ha dicho estaré con ustedes hasta el final de los tiempos, que el Señor camina a nuestro lado, que el Señor vino, que el Señor viene, que el Señor vendrá, entonces sentimos renacer la esperanza en nuestro corazón, y sentimos renacer la alegría, esa alegría profunda que no depende de las circunstancias, sino de la presencia fortalecedora y esperanzadora del Señor en nuestra vida.

Así que si tenemos la tentación de decir ¿alegría? ¿Alegría en esta Navidad? ¿Alegría en este fin de año? Pues sí Señor, alegría, y podemos decirnos ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo! porque el Señor sigue ahí, porque el Señor no se ha ido, porque el Señor no se muda, porque el Señor mantiene encendida esa luz que nos trajo a este mundo, y que sólo tenemos que estar dispuestos a recibirla para que ilumine nuestra vida.

Así que celebremos con alegría este tercer domingo de Adviento, y celebremos con alegría todo lo que nos falta para llegar a la Navidad y transmitámoslo así a todos los que encontramos en nuestro camino, a los que se sienten tristes, a los que se sienten solos, desalentados, aplastados, deprimidos, llevémosle la alegría de la Navidad, la alegría del Señor, del Niño que nace en Belén, del hombre que camina por Israel, del Dios con nosotros, del Enmanuel.

Que el Señor los bendiga y los guarde.

(Música, Toda una eternidad, Yulissa)

Ahora hermanos, confiados en que el Señor siempre nos escucha le presentamos nuestra súplica desde lo profundo de nuestro corazón.

En primer lugar, pidamos por la Iglesia, de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que podamos ser signo de la alegría y la esperanza que el Señor ha venido a traer en medio de este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, por todos los que se sienten desalentados, y desanimados en medio de tantas dificultades, para que puedan encontrar en Cristo consuelo, fortaleza, esperanza. Y en nosotros los cristianos, manos y corazones dispuestos a tenderse para acompañarlos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor. 

Pidamos también pro las vocaciones, sacerdotales, religiosas, laicales, diaconales, para que cada vez nos entreguemos más al servicio del Señor en los hermanos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor. 

Pidamos por los difuntos, por todos aquellos que ya están celebrando el adviento y la navidad en la presencia del Señor, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos los unos por los otros para que la alegría no nos falte, para que llevemos esa alegría a nuestros hogares, nuestros barrios, nuestros trabajos, nuestras escuelas, para que lo compartamos con todos. Para que la luz de la alegría de Cristo, ilumine a este mundo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todo el mundo afectado por el Covid-19, por enfermos, familiares, fallecidos, asistentes, científicos, gobernantes; ayúdanos Señor a seguir enfrentando esta pandemia y todos los males que ha ocasionado, roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Todo esto te lo presentamos Señor, por tu hijo Jesucristo que contigo y el Espíritu Santo vive y reina y es Dios por los siglos de los siglos, Amén.

(Música, Gloria y honor, Rocío Crook)

Ahora juntos como hermanos oremos  con la  oración que el mismo Señor  Jesús nos enseñó.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén 

Antes de terminar recordarles que ayer sábado celebramos la fiesta de la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México y emperatriz de América. Tengamos una oración particular por nuestros hermanos mexicanos, pero también por todos los latinoamericanos, que tanto amamos a la Virgen. Para que ella que supo ser fiel siempre, en toda circunstancia nos lleve de la mano, para que seamos también fieles y vayamos junto a su hijo Jesucristo.

 Muchas gracias por haber compartido conmigo este tiempo, les habló el padre Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Siempre es un placer compartir con ustedes. Hasta la próxima. 

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Es la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

(Música, Dame, dame, Rabito)

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