Irradia, emisión del 1 de noviembre de 2020
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Solemnidad de Todos los Santos
“Vean qué amor singular nos ha dado el Padre: que no solamente nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos… Amados, desde ya somos hijos de Dios, aunque no se ha manifestado lo que seremos al fin. Pero ya lo sabemos: cuando él se manifieste en su Gloria seremos semejantes a él” 1 Jn 3, 1-2
(Música, Tu palabra, Tony Rubí)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Tu palabra, Tony Rubí)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero párroco de la Santa Iglesia Basílica Metropolitana de Santiago de Cuba
Buenos días, buenas tardes, buenas noches donde quiera que se encuentren, es un placer volver a compartir con ustedes este rato de reflexión, compartiendo el evangelio de este domingo, tomado del evangelista San Mateo, capítulo 5, versículos del 1 al 12.
(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 5, 1-12)
Este es un domingo atípico, porque vamos a celebrar la Fiesta de Todos los Santos. Normalmente las fiestas, cuando caen domingo, se trasladan al lunes porque el domingo es el día del Señor, que tiene precedencia, pero en este caso la Iglesia celebra si cae el domingo, el domingo, el día de Todos los Santos. Y esta fiesta como todas las fiestas, de la Iglesia que es Madre y Maestra, es algo más que cambiar las vestiduras litúrgicas, que poner incienso, que cambiar el mantel del altar, los cantos, es siempre una enseñanza. La Iglesia quiere hacernos recordar cosas que quizás sepamos, pero que en el día a día, en la cotidianidad, la vamos olvidando.
En primer lugar, que todos estamos llamados a la santidad, que la santidad no es para un pequeño grupo de privilegiados que tienen unas características especiales, unos dones supra naturales para que puedan ser santos, sino que la santidad es para todos; porque el Señor nos dijo “sean santos como su Padre Celestial es Santo”, y el Señor nos pide nada para lo cual no nos dé las gracias necesarias y suficientes para poder conseguirlo. El Señor no nos pide imposibles.
En primer lugar, por eso porque nos da los dones que necesitamos; en segundo lugar, porque va con nosotros, camina a nuestro lado, para ayudarnos en esto que nos ha pedido. Por eso la Iglesia quiere celebrar en un día a todos los santos, aquellos que conocemos, que han sido canonizados, que están en nuestros altares, que le tenemos devoción, pero tantos millones, me atrevería a decir yo, que a lo largo de 2000 años de historia y antes también, todos los que vivieron antes, han llevado una vida de santidad, en lo cotidiano, en lo sencillo, en el cumplimiento de sus deberes, en aquello que le corresponde hacer, haciéndolo con amor. Como decía alguien, no siempre se puede hacer lo que se quiere, pero siempre se puede querer lo que se hace, y cuando queremos lo que hacemos, lo hacemos de la mejor manera posible.
¡Tantos santos!, que incluso hoy en día están a nuestro lado, los conocemos, caminamos con ellos, que a veces pasan inadvertidos, pero sí ponemos atención nos damos cuenta. En nuestras comunidades, en nuestras familias, en la sociedad en que vivimos, la santidad es para todos, y tenemos las gracias necesarias para poder conseguirla.
Ahora bien, ¿qué cosa es la santidad? A veces pensamos que la santidad es hacer milagros, y si la santidad es hacer milagros, entonces no creo que yo pueda alcanzar la santidad, me imagino que muchos tampoco puedan alcanzarla. Pensamos que la santidad es tener grandes conocimientos y, entonces lo que no tenemos grandes conocimientos ¿no podremos ser santos? O que la santidad es hacer obras extraordinarias, de cualquier tipo, de penitencia, de sacrificio, de entrega, ¿y los que nos sentimos débiles para eso? Santa Teresita era una que decía ¿cómo puedo yo, tan pequeñita, que sé que las fuerzas me faltan y quiero ser santa? Y encontró el pequeño camino de Santa Teresita y pensó en Jesús como un elevador, me pongo en las manos del Señor y es Él quien me va a levantar, el que me va a llevar hasta donde él quiera, y con las gracias que me da yo pueda.
La santidad es… vamos a ver. El domingo pasado le preguntaban a Jesús, ¿cuál es el primero de los mandamientos?, y el respondió “amar a Dios sobre todas las coas y al prójimo como a ti mismo”. Pues si preguntaran qué cosa es la santidad, yo diría, a lo mejor algún teólogo no está de acuerdo conmigo, es precisamente eso, es amar a Dios sobre todas las cosas, eso me lleva a escuchar su palabra, a tratar de vivir conforme Él me enseña, a seguir su camino, y amar a mi prójimo como a mí mismo, más que a mí mismo, como el Señor me ama, haciendo siempre el bien sin cansarme, sin mirar a quién.
Entonces, ¿queremos saber si vamos por el camino de la santidad?, preguntémonos: ¿amo a Dios sobre todas las cosas?, efectivamente haciendo lo que Él me pide, ¿amo a mis hermanos como a mí mismo, como el Señor me ama? Haciendo siempre el bien sin cansarme, sin mirar a quién… si me respondo sí, entonces voy por el camino de la santidad. Poco a poco, con caídas, pero voy por el camino de la santidad.
Así que no tengamos miedo, adelante, podemos ser santos. El Señor no nos falta.
(Música, Caminar con fe, JL)
Ahora hermanos sabiendo que el Señor siempre nos escucha, y mejor aún, siempre nos responde, con esa confianza presentamos nuestras súplicas y peticiones.
Como siempre en primer lugar, por la Iglesia de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, todos somos iglesia, para que no tengamos miedo a seguir el camino de la santidad, de amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como el señor nos ama, para dar testimonio de Él en medio de este mundo, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por todos los que sufren, de cualquier manera, en el cuerpo o en el espíritu, de manera particular los que tienen miedo en estos momentos difíciles por los que estamos pasando, para que podamos encontrar en el Señor consuelo, fortaleza, esperanza, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por las vocaciones, sacerdotales, religiosas, diaconales, pero también por las vocaciones laicales, para que el Señor nos de las fuerzas para poder ser sus testigos en medio de este mundo y responder a su llamada, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por los difuntos, por aquellos que ya están en la presencia del Señor, particularmente por los que nadie recuerda, tengamos en cuenta que el lunes 2 de noviembre es la fiesta, la celebración, la fiesta por qué no, de los Fieles Difuntos, para que el Señor le dé el descanso eterno junto a él, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.
Pidamos también los unos por los otros, para que el Señor nos ayude, encontremos en Él siempre el apoyo para alcanzar la santidad a la que somos llamados, roguemos al Señor: Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones, pero que tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
(Música, Solo pienso en ti, Jesús Adrián Romero)
Ahora oremos con la oración que el Señor nos enseñó, en la que nos enseñó a llamar a Dios Padre.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal. Amén
Y ahora vamos a pedirle al Señor, Todopoderoso, Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que derrame su bendición sobre nosotros, sobre nuestras familias, sobre nuestros amigos, sobre este mundo y nos acompañe siempre. Amén.
Les ha hablado el P. Rafael Ángel, párroco de la parroquia de la Catedral de Santiago de Cuba, les repito, contento de poder compartir con ustedes este momento.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Es la voz de la Iglesia santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Cristo vive en mí, Cristy Villaseñor)