Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba
Eucaristía Domingo XXIX del Tiempo Ordinario
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
18 octubre de 2020
“Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” Mt 22,21
Hermanos,
Hoy las lecturas nos traen uno de los pasajes del evangelio que más se conoce, “den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Cada vez que hay un tratado, un estudio, un ensayo, en el cual sale el tema de la participación en la política de los cristianos, y la Iglesia en general, pues es una institución que vive en un mundo que es regido precisamente por la acción política del hombre; y la Iglesia tiene que saber distinguir bien su papel, que no es en la política, sino que su papel es estar al servicio del Reino de Dios. Es decir, en la medida en que nosotros aceptemos que Jesucristo como nuestro Salvador, en esa misma medida muchas de las situaciones trágicas que se presentan, les podremos dar solución.
Venimos leyendo en estos días, lo repito, el capítulo 22 de San Mateo, estamos terminando el evangelio de San Mateo; recordemos que a finales de noviembre tendremos la Fiesta de Cristo Resucitado, en el último domingo del año litúrgico. Aunque hay personas que todavía en la ignorancia dicen que en la iglesia no se lee la Biblia, ustedes saben bien que en las misas dominicales en un ciclo de tres años, en el cual en el primer año se lee en las misas de domingo se lee el evangelio de San Mateo, el año siguiente el de Marcos, y el otro año el de San Lucas. Así al finalizar el año, todos los que hemos venido a misa el domingo hemos leído el evangelio completo. Y en los días entre semana, en este período de tres años, se leen casi todos los pasajes fundamentales de las Sagradas Escrituras, desde el Génesis hasta la última carta, hasta el Apocalipsis. Por tanto, estamos frente a la Palabra de Dios.
Hemos venido leyendo a San Mateo, hablábamos de las parábolas y ya habíamos dicho, que muchos que como veían que Jesús era un sabio, no podían decir que era el Hijo de Dios, había que cogerlo porque estaba diciendo cosas que no convenía que él dijera. Empezaron a ponerle trampas… ¿cuál es el primer mandamiento?, ¿es lícito que un hombre repudie a su mujer?… y un día vienen y le dicen esto que toca la política. Cosa difícil, porque los judíos estaban bajo el yugo del imperio romano, y también tenían un rey en el cual tampoco confiaban mucho. Era un tema candente. Jesús dice esa famosa frase. Le preguntan, ¿es lícito pagar tributo al César? Imagínense, si decía una cosa mal, si decía la otra cosa mal también, pero Jesús inteligentemente ¿a dónde fue? a lo fundamental, a los principios. “Muéstrenme una moneda del César”, y dicen que lo dijo medio incómodo, es una de las pocas veces que en el Evangelio dice, “comprendiendo su mala voluntad Jesús les dijo, hipócritas, ¿por qué me tientan? Muéstrenme una moneda”. Le dan una moneda con la efigie, con la imagen del César, y él la coge y dice ¿qué hay aquí? la imagen del César, denle al César lo que es del César y denle a Dios lo que es de Dios.
¿A qué imagen se refería el Señor cuando decía denle a Dios? Ésa es la imagen del césar, ésa es la imagen del poder, ésa es la imagen del mundo ¿En qué otro pasaje importante se hace referencia a la imagen de Dios? En el Génesis, cuando dice que el hombre ha sido creado a imagen u semejanza de Dios. Es decir, lo que es del mundo, es del mundo, lo que es de Dios, es de Dios. ¿Y qué cosa es de manera esencial es de Dios? El hombre, que es el que está hecho a imagen y semejanza de Dios. A Dios hay que darle su imagen, ¿qué hay que darle a Dios? el hombre, que está hecho a su imagen y semejanza. Al César, lo que el hombre es capaz de hacer y de crear.
De ahí hermanos que lo fundamental es pensar. El hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios tiene que ser respetado en su dignidad y en sus derechos. La vida del hombre, hecha a imagen y semejanza de Dios, es el primero de ese regalo que Dios nos hace; nos crea, nos da la vida, y nos hace precisamente a su imagen y semejanza. De ahí todo lo demás. De ahí pueden venir todos los otros derechos. De ahí puede venir respetar la dignidad del hombre, esencial. De ahí puede venir darle a cada uno aquello que le corresponde, aquello que necesita, hay que ser caritativo; esa manera de organizar esa caridad. ese ambiente en que todos seamos hermanos, eso le toca al hombre organizarlo, pero en toda circunstancia y en toda decisión, siempre hay que buscar y defender lo primero: respeta al hombre que está hecho a imagen y semejanza de Dios. Respeta la vida del hombre, desde su concepción hasta su muerte, porque es imagen y semejanza de Dios.
La iglesia, como Iglesia, no se tiene que meter en aquellos avatares del mundo, no se debe meter. La justicia es el arte de buscar el bien común; es un arte, es obra de los hombres, los hombres tienen que buscar la manera de que esta sea más eficaz en la búsqueda del bien común, pero siempre buscando que el principio fundamental sea respetado: el hombre hecho a imagen de Dios, la vida del hombre, y también la justicia y la misericordia para ese hombre desvalido que nosotros no podemos cerrar los ojos y pasar de lado. No. tenemos que atenderlo.
Ése es el papel del cristiano. Ése es el papel del político cristiano, buscar siempre defender el bien común, la vida humana y los derechos y dignidad de cada persona. Aquellos que tienen vocación para la política la desarrollan, buscando siempre como principio ese bien común de todos.
La primera lectura toca un poco tangencialmente esta situación. Es el libro del segundo Isaías, lo escribió alguien que estaba en el destierro, el pueblo había perdido la libertad, había perdido el tiempo, había perdido todo, hasta la patria; y querían volver, querían regresar. ¿Qué hace Dios? Suscita a Ciro. ¿Quién era Ciro? ¿Un judío creyente? No, era el emperador de Babilonia, de Persia. ¿Era un hombre santo? No, pero dice aquí que el Señor lo ha ungido. ¿Dónde se encuentra esa otra palabra? Cuando el Señor en el bautismo dice “este es mi ungido”. Aquí Ciro representa un poco a ése que ha sido sacado y escogido por Dios para que busque el bien, los principios, la libertad del pueblo de Israel. El Señor buscó a uno, que no tenía que ver con el pueblo de Israel, es más, era un opresor, sin embargo lo puso como vehículo para que el pueblo volviera a su tierra, y entonces da la orden de que los desterrados vuelvan de nuevo a su país natal, a Jerusalén, y reconstruyan el templo. Y entonces viene todo ese largo trabajo.
¿Qué es lo que el Señor buscaba? Buscaba no meterse en aquello de quién es y quién no es, sino que buscaba a aquel que defendiera lo que le convenía al pueblo, y suscitó a Ciro. Cosa que no habían hecho los reyes de Israel, que siendo muy israelitas, siendo muy fieles, ufanándose de eso, sin embargo no supieron defender la libertad del pueblo. El Señor suscitó a uno que no era israelita para que buscara la libertad del pueblo, lo esencial, porque el pueblo está hecho a imagen y semejanza de Dios.
Hermanos, nuestra vida diaria debe ser así, nuestras opciones políticas, nuestras decisiones tienen que ser así en la búsqueda de esos principios claves que nos ayuden a defender lo esencial, porque todo lo demás, se puede discutir y se puede buscar teniendo siempre presente esa búsqueda del bien común, respetando la dignidad y el derecho de cada persona.
Todos los que están participando en esta misa, no me gusta decir oír porque en realidad, es cierto que se ve y se oye, pero uno se siente en empatía con todos los que de alguna manera participan en esta misa… todos nos sentimos elegidos. Sintámonos elegidos por Dios. Fíjense que Dios eligió a Ciro, pero en esta carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses, que la estamos empezando y la continuaremos en los domingos siguientes, dice: “bien sabemos hermanos amados por Dios, que él les ha elegido, y que cuando se proclamó el evangelio entre ustedes no hubo palabra, sino fuerza del Espíritu Santo, convicción profunda, como muy bien saben”
Todos nosotros hemos sido elegidos, todos nosotros hemos pasado momentos buenísimos al vivir nuestra fe y al sentirnos reconciliados con Dios y con los demás; y todos nosotros hemos pasado por momentos duros, en los cuales tal vez nos hemos apartado de Dios y le hemos pedido a Dios la gracia de la conversión. Y momentos en los que lo hemos pasado duro, porque hemos tenido que defender esos principios claves que el Señor nos dice que tiene el hombre porque fue creado a su imagen y semejanza.
¿Qué cosa dice Pablo a los Tesalonicenses que nos puede decir a nosotros? “Ante Dios nuestro Padre, recordamos sin cesar, la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor, y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor” Fíjense bien, la actividad de nuestra fe, esto que estamos haciendo, escuchando al menos la Santa Misa y la palabra de Dios, la fe profunda, esa confianza que tenemos en Dios; el esfuerzo del amor, siendo cercano al que sufre, precisamente con leyes justas los políticos para salvar al pueblo, para defender la vida. Así es como nosotros tenemos que ser siempre. Un cristiano debe ser una persona que esté atento, no por chismoso, que esté atento al sufrimiento del otro. Y por último hermanos la fortaleza, dice aquí el aguante de la esperanza, hay veces que al esperanza hay que lucharla, cuando hay una fe firme se tiene esperanza, pero muchas veces necesitamos fuerza de Dios, aguante, serenidad, perseverancia; pero nosotros sabemos que al final la victoria es de Dios, que nos ha creado a su imagen y semejanza.
Que Dios nos ayude hermanos a recordar esta frase “hemos sido elegidos por Dios”