Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez  Arzobispo de Santiago de Cuba

Transcripción homilía de Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba

Eucaristía Solemne Festividad de Nuestra Señora la Virgen de la Caridad del Cobre
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
8 de septiembre de 2020

 

“Hagan lo que Él les diga” Jn 2,5

Hermanos podemos sentarnos.

Vamos a escuchar un comentario sobre las lecturas de la Palabra de Dios que hemos escuchado. Sabemos que cada vez que celebramos la Santa Misa, o que en la Iglesia se celebra un sacramento siempre se lee la Palabra de Dios, la Biblia, porque la Palabra de Dios es nuestra regla de vida, es nuestra guía para conducirnos en la vida.

Las lecturas de hoy nos hablan de la cercanía de María con su hijo Jesús, claro está, pero también con los apóstoles. María no es solo aquella que es la Madre de Dios, la Madre de Jesús, y por lo tanto Madre nuestra, y entonces la dejamos sólo en el papel de la maternidad; sino que María fue una discípula del Señor, podemos decir, la primera discípula del Señor, aquella que quiso hacer en todo momento la voluntad de Dios. Por eso es que nosotros los cristianos, la tenemos y la veneramos como la primera discípula, aquella que puede nos ayudar a encontrarnos con Dios, aquella que nos puede ayudar y nos ayuda, a vivir de una manera coherente, humana, cristiana, en la cual nos sintamos todos hermanos unos de otros. Claro, siempre mirando a Dios Padre, que es el que nos ha creado, el que nos ha entregado a su Hijo Jesús, el Hijo de María para alcanzar algún día la salvación.

Esta verdad fundamental, que bien de la Biblia, de la Palabra de Dios, es la que ah hecho que nosotros llamemos a la Virgen Patrona de Cuba, la llamemos Madre de los cubanos, la llamemos la llena de Gracia, aquella que nos acompaña, aquella a quien rezamos y decimos “Madre bajo tu amparo acógenos a todos”. ¿Por qué? Por la cercanía con su Hijo Jesús, por ser la primera discípula, por ser aquella mujer que estuvo siempre al lado de su hijo.

Nosotros vemos a la Virgen en la Anunciación. El Ángel que anuncia y le pregunta “¿Tú quieres, permites, tú dejas que Dios haga en ti maravillas, haciéndote la Madre de su Hijo, concibiendo en tu seno por obra del Espíritu Santo?” María, en medio de las dudas, que todos tenemos en la vida, que muchas veces no sabemos qué hacer, María dice “¿Pero cómo puede ser eso?” Y el Ángel le dice “No temas, para Dios nada hay imposible”

Hermanos, esto que le dice el Ángel a la Virgen, nos lo está diciendo hoy a nosotros: Para Dios no hay nada imposible. Después vemos a María en el nacimiento cargando al Niño, junto a San José; después la vemos, y en la Biblia leemos, como ella está acompañando a su Hijo en algunos momentos en la predicación; vemos a María en la cruz, acompañando a su Hijo en la cruz, no dejándolo solo cuando hasta la mayoría de los apóstoles le dejaron. Después vemos a María, como en la lectura que hemos escuchado de los Hechos de loa Apóstoles, cuando ella está junto a los Apóstoles orando al Señor, y ellos reciben el Espíritu Santo, y María como una Apóstol más está con ellos. Esto está en la Biblia. Esto es Palabra de Dios.

Entones, esa figura escogida por Dios, tan exaltada en el Evangelio que la llama la llena de Gracia, la bendita entre todas las mujeres, dichosa tú que has creído María. Ésa, la Madre de Jesús, es la que un día por designio de Dios, porque para Dios no hay casualidades, es Providencia y tenemos que descubrirle en  los acontecimientos, ella vino a quedarse en nuestra tierra.

Hay una historia de encuentro, hay una historia de aceptación. ¿Quiénes fueron los que acogieron a la Virgen? Aquellos dos indios, y aquel pequeño esclavo. Los indios seguro eran de la zona de Bayamo-El Cobre, que eran las zonas más desarrolladas, en algunos momentos mucho más que Santiago; el pequeño esclavo, era nacido en Cuba, era criollo, era de El Cobre. Ellos van a Nipe y encuentran a la Virgen, pero ellos enseguida dijeron “es una imagen de la Virgen”.

Esto son datos, datos narrados por uno de los que estuvo presente. Después vendrán otras personas que dirán otras teorías, pero en la historia los datos tienen un peso incuestionable. Vendrán otra serie de interpretaciones, pero aquellos hombres descubrieron que aquella imagen era la Virgen, por lo tanto ya habían oído hablar de ella, estaban evangelizados, ya habían pasado los misioneros, ya se había establecido un culto cristiano en esa zona de Barajagua, y ellos encuentran aquella imagen flotando y enseguida la identifican. No como otra cosa, sino como la Virgen, “es la Virgen” y la llevan a Barajagua. Y allí comienza una historia.

En Barajagua la reciben con entusiasmo, como nosotros recibimos a nuestra madre, como nosotros venimos con entusiasmo al Cobre, y allí comienzan a tributarle honores, a venerarla como la Madre de Dios y Madre nuestra. Y de ahí vemos que es trasladada al Cobre, porque ya su devoción traspasa el norte de Oriente. En aquel momento Holguín no existía, o era un pequeño caserío y El Cobre era una ciudad más importante, la más cercana, y la traen aquí a las minas del Cobre. Aquí empieza entonces la segunda etapa de ese camino de encuentro de la Virgen con nuestro pueblo, que nos hace decir ella es nuestra Madre, ella es nuestra Patrona posteriormente, cuando nuestro pueblo toma conciencia de ser pueblo cubano.

Viene a El Cobre, y se encuentra que hay indios, que hay negros esclavos para trabajar en la mina recientemente traídos, se encuentra con aquellos europeos que están acá; y esa amalgama de pueblo, que no es más que la síntesis de nuestro pueblo, empieza a descubrir en esa “imagencita” que seguro arreglaron, que seguro vistieron, que seguro llenaron de ofrendas, flores y velas como hacemos nosotros hoy después de cuatrocientos años; ese pueblo empieza a tomar conciencia que esa imagencita era nuestra, la Madre de Dios se había hecho nuestra.

Y así hermanos a lo largo de nuestra historia. Ya desde finales del siglo XVII hay peregrinos que vienen desde occidente, menos de ochenta años después del hallazgo vienen de occidente porque quieren venir a El Cobre. Los bayameses y santiagueros son los que más acuden… y así se va extendiendo. En Camagüey enseguida en el siglo XVII se le hace un templo, en La Habana en Los Quemados, en Marianao se le hace un templo a la Virgen, en Sancti Spíritus.

Es que esta devoción tan apreciada por que se identificaba con nosotros, ha trascendido la comarca del Cobre para hacerse cubana. Por eso es que la Virgen de la Caridad es nuestra Madre y Patrona, de todos los cubanos.

Vienen los acontecimientos, viene la guerra en Oriente, con la devoción a la Virgen que se había extendido por toda Cuba. Oriente refuerza más esa devoción a la Virgen y los mambises la tienen como aquella Madre que les cuida, que les protege. Por eso es que los cubanos la llamamos Madre Nuestra, Patrona de Cuba.

Termina la Guerra y los veteranos piden que sea declarada Patrona de Cuba. El Papa Benedicto XV lo concede, se alegra en dar esa distinción a la Virgen.

Así esta devoción mariana, tan arraigada en la historia se ha convertido, se hace ya de manera canónica, de manera oficial, es aceptada por todos como nuestra Madre y nuestra Patrona. Así hermanos los más viejos, los más jóvenes saben que la Virgen de la Caridad ha estado acompañándonos siempre.

Si nosotros vamos a los exvotos, a las promesas que hemos traído a la Virgen por los favores recibidos a través de 400 años, nosotros podemos hacer la historia de Cuba. Porque no importa de dónde somos, de occidente, de oriente, del centro de Cuba; si somos personas que viven en el extranjero o cubanos que estamos en el extranjero, no importa. No importa la condición de la persona de estudio, de raza, de economía, no importa; todos vienen aquí. No importa la manera de pensar, porque todos somos cubanos, y acudimos a la Virgen porque ella significa lo cubano. En Ella hay un misterio cultural, en el que nosotros en Ella descubrimos lo mejor que queremos para nuestro pueblo.

Cuando venimos al Cobre, y me gusta repetirlo, nosotros no solamente pedimos por nuestras necesidades particulares, que es muy bueno y muy honesto; por mi familia, muy bueno y muy honesto; por mis amigos… sino pedimos también por toda Cuba. Cada uno de ustedes, piense si junto a sus peticiones no tienen también una petición por Cuba, piensen. ¿Por qué? Porque la Virgen María, es nuestra Madre y es nuestra Patrona. Que nosotros los cubanos nos demos cuenta, bien es perfecto; pero es curioso que los extranjeros cuando vienen y se meten en el misterio de la Virgen de la Caridad y la relación con el pueblo cubano, se dan cuenta de que es así. Por eso es que Ernest Hemingway cuando quiso entregarle la medalla del Premio Nobel al pueblo cubano, él dijo, que lo lleven al Cobre, a Virgen, ahí está representado todo el pueblo cubano.

Hermanos esa es María, ésa es la relación con nuestro pueblo. Ella nos ha ayudado siempre, nos ha dado esperanza, ella siempre nos ha guiado, ella siempre nos ha enseñado, “hagan lo que Él les diga”. Si ella nos acompañó desde el principio como pueblo, allí en Barajagua, en Nipe, en la playa de Las Coloradas, donde se dice que fue, donde la trajeron y tocó tierra insular por primera vez… Barajagua, después El Cobre y después toda Cuba, y por fuera de Cuba porque dondequiera que esté un cubano, se lleva una estampa, una imagen, coloca, pone, venera una estampa, una imagen de la Virgen de la Caridad.

Quisiera representarme a la Virgen acompañándonos como acompañó a su Hijo Jesús en toda la vida. Y así es. En este tiempo difícil para el mundo, difícil para nuestro pueblo, el mundo que sufre, nosotros que sufrimos, me gusta ver a la Virgen María acompañándome como acompañó a su hijo en la cruz, sufriendo también. Como acompañó a su Hijo cuando la bajaron, cuando lo sepultaron, sufriendo junto con él. La Virgen nos acompaña siempre, la Virgen con nosotros está siempre, para darnos esperanza. Para darnos la esperanza de decir que en la vida podemos lograr todo con el esfuerzo de todos, lo que tenemos que hacer “lo que Él nos diga”. Si nosotros no hacemos lo que Jesús nos dice, entonces las cosas cambian.

Pero si somos devotos de la Virgen y queremos que todos nos sintamos hermanos, dondequiera que estemos, tenemos que hacer lo que el Señor Jesús nos diga. Eso es lo que la Virgen nos pide y eso es lo que nosotros tenemos que tratar de hacer.

Me gusta resumir eso que Jesús quiere, con aquellas palabras, con aquella sentencia, con aquel mandato “Amen a Dios por sobre todas las cosas, y traten a los demás como ustedes quieren que les traten”. El mejor regalo que le podemos hacer a la Virgen es que ningún cubano se quiera poner por encima del otro, nunca, que nadie quiera aprovecharse de nadie, que nadie sea marginado, sino que todos nos sintamos hermanos y nos respetemos unos a otros, en nuestra dignidad de persona humana, de cristiano, y de cubanos.

Eso es lo que la Virgen quiere cuando dice “hagan lo que Él les diga”, ésa es la cercanía de la Virgen y nos enseña a Jesús en el brazo, pequeño, pero también nos lo enseña en la cruz. Porque para conseguir todo esto hay que sacrificarse, y hay que luchar, ¿por qué?, por el bien de cada hombre sin hacer distinciones.

Hermanos que el Señor nos ayude, ustedes que han venido tienen una responsabilidad grande, han venido haciendo mucho esfuerzo, poniendo mucho de su parte; han venido a rendirle homenaje, veneración a la Virgen, a encontrarse con Dios a través de María, ¿cuántos hermanos nuestros hubieran querido estar hoy aquí y no han podido? Pensemos, pensemos en la provincia de La Habana, pensemos en las otras provincias cercanas o lugares que están limitados, pensemos en las dificultades grandes que tenemos en todo sentido, en los que quisieran estar aquí y no pueden. Ustedes les representan a ellos, ustedes son el pueblo de Cuba que quiere venir hoy a rendirle homenaje a la Virgen.

Por eso en el día de hoy, y siempre que puedan, no solamente pidan por ustedes, sino por todo el pueblo cubano. No solamente pidan las cosas que le hacen falta para la vida que son muchas, sino pidan para que el Señor les de la fe, la esperanza; para que le permita luchar en la vida con confianza y serenidad, para que nos ayude a ser más hermanos los uno de otros. Pienso también en este día, al ver la imposibilidad de muchos de venir a encontrarse con la Madre, en las madres que tienen a sus hijos separados de ellas, tantas, aquí seguro las hay.

Hermanos, como la Virgen confiemos. Hermanas madres, que tienen a sus hijos lejos de ustedes, confíen en la Virgen, que ella va a estar con ustedes como con Jesús al pie de la cruz, acompañándonos siempre pongan su confianza en ella, pongan su confianza en Jesús, tengan esperanza.

Que el Señor nos ayude a cada día querer más a nuestra Madre, a nuestra Patrona, la Virgen de la Caridad, pero que cada día el Señor nos ayude a como ella, ser buenos discípulos de Cristo y a hacer lo que Él nos diga. Acérquense a Jesús, acérquense a su Palabra, sean fieles, confíen en ël. No tengan miedo, en seguir a Jesús.

Que Dios nos ayude a vivir así.

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