Irradia, emisión del 2 de agosto de 2020
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XVIII del Tiempo Ordinario
Escuchar aquí:
“Inclinen el oído, vengan a mí, escúchenme y vivirán” Isaías 55, 3
(Música, En memoria Tuya, Tony Rubí)
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, En memoria Tuya, Tony Rubí)
Para la reflexión de hoy nos acompaña el padre Juan Elizalde, párroco de la Santa Teresita.
Mis queridos hermanos, con mucha alegría vamos a compartir el Evangelio de este domingo XVII del tiempo ordinario de tal manera, que quisiera que el Señor les multiplicara, el amor a su palabra, y que este momento sea un momento de Gracia para ustedes y para nosotros que estamos en el estudio.
El Evangelio que será proclamado está tomado de San Mateo, capítulo 14, versículos del 13 al 23. Escuchemos la Palabra de Dios.
(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 14, 13-23)
Se acercaron los discípulos a decirle “Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer”, Jesús les replicó, “No hace falta que vayan, denles ustedes de comer”.
Mis queridas hermanas y hermanos, los apóstoles hicieron lo que hicieron por compasión, vieron que era ya muy tarde y que la multitud debía irse, de lo contrario ese día se quedarían sin comer. Ellos pensaban en términos humanos, y no veían otra solución más conveniente para que la gente resolviera la comida; el darles ellos de comer ni siquiera se lo habían planteado porque sencillamente, era algo que les resultaba imposible hacer. La solución que Jesús les proponía ahora, era una solución más divina que humana, una solución milagrosa.
¿Cuál es el mensaje que quieren transmitirnos los cuatro evangelistas que coinciden en contarnos este hecho de la multiplicación? Podemos ver en este relato, una referencia a varios eventos y a varios hechos. Primero, Jesús es superior a Moisés que les dio el maná en el desierto, según nos cuenta el Éxodo, y superior al profeta Eliseo cuando este, con veinte panes dio de comer a cien hombres, y todo sobró, que encontramos en el segundo libro de los Reyes. También parece clara la alusión a la Eucaristía, o la fracción del pan tal como la celebraban en los primeros tiempos, cuando el pan compartido era suficiente para todos los hermanos de la comunidad cristiana sin que nadie pasara necesidad.
Así nos lo está pidiendo hoy el Señor, y como discípulos suyos vamos a decirle: Dinos Señor dónde ir y a quiénes alimentar con nuestras presencias y palabras, con nuestros gestos y compromisos. Dinos los lugares y personas donde multiplicar, y hacer presente los panes y los peces de nuestra misericordia y delicadeza.
¿Dónde están los corazones necesitados de la masa y la harina del pan de nuestra compañía? Dinos Señor cómo permanecer atentos al sufrimiento humano sin necesidad de huir espantados en dirección contraria, compartir parte de lo que tenemos sin mirar el vacío y la ansiedad que dejó en nuestros bolsillos. Salir de nosotros mismos sin pensar que es una tontería, poner en la mesa de la fraternidad el pan fresco de nuestra presencia y palabras llenas de esperanza. ¿Cómo hacer posible ante el mundo la justicia, cuando cada día que pasa nos parece utópico, y poco menos que imposible? Una palabra ante la enfermedad para que inyectemos el pan de la solidaridad.
Dinos cómo Señor dar de comer a quién no pide precisamente tu pan, sino aquel otro pan material en momentos en que es difícil conseguirlo; presentar el mensaje de tu vida cuando hay tanta oferta de chucherías que engañan, endulzan y enferman el paladar de la humanidad.
Dinos Señor cómo trabajar, para que la fuerza del hombre no esté solo en lo que materialmente se multiplica, sino en aquello que en su corazón de verdad le enriquece y que en el mundo escasea. Dinos tú señor, dinos cómo Señor, cómo con tan poco pudiste Tú hacer tanto, cuando nosotros con tanto llegamos a tan pocos.
Dinos Señor una palabra ante la situación de la violencia, para poder llevar el pan de la paz. Una palabra ante el drama del egoísmo para que podamos ofrecer los peces de la hermandad.
Quisiera terminar mis hermanas y hermanos, haciendo referencia a la experiencia excelente de fe del apóstol Pablo, y que recoge su carta hoy. Escuchemos la carta que Pablo le dirige a la comunidad de Roma, capítulo 8, versículos del 35 al 39.
(Lectura de la carta de Pablo a los Romanos, capítulo 8, 35-39)
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? San Pablo les dice a los cristianos de Roma que, a él, nada ni nadie podrá apartarlo del amor de Cristo, y que él espera que les pase igual a ellos. Este ejemplo de San Pablo debe servirnos también hoy a nosotros, por muchas crisis, problemas y dificultades que tengamos pidamos a Dios que nada ni nadie, ni el coronavirus, ni la crisis económica, ni los miedos e inseguridades ante el futuro, nos aparten del amor a Cristo.
Es una buena oración para rezarla con humildad y confianza, precisamente en este domingo en que el Señor nos demuestra su amor por nosotros se multiplica y Él, siempre atento a nosotros, nos invita a que todos estemos atentos a los demás.
(Música, Alrededor de tu mesa, Marcos López)
Ahora vamos a rezar, hemos escuchado que el Señor nos da todo lo que necesitamos, y solo su mano nos sacia y nos da la hartura de balde. Sabemos que junto a ti Señor, no nos faltará nada. Por eso queremos decirte juntos: Que nada nos aparte de Ti.
Te pedimos Señor por el Papa, los Obispos y los sacerdotes, que hacen posible tu presencia eucarística entre nosotros, oremos: Que nada nos aparte de Ti.
Te pedimos Señor por los dirigentes de las naciones, para que contando con la ayuda de lo alto conviertan su trabajo, su esfuerzo y su servicio, en bienestar de todos los ciudadanos, oremos: Que nada nos aparte de Ti.
Por todos aquellos que tienen lo justo para sobrevivir para que, poniéndolo en tus manos, vean saciadas sus necesidades sobradamente, oremos: Que nada nos aparte de Ti.
Por aquellos cuya fe se desvanece, para que, con la escucha frecuente de tu Palabra, su fe se alimente y crezca, oremos: Que nada nos aparte de Ti.
Por todos los pueblos que pasan hambre, para que, con los panes y peces que nosotros aportemos solidariamente, puedan con la ayuda de Cristo salir adelante y prosperar, oremos: Que nada nos aparte de Ti.
Por todos nosotros, por todos los cubanos dondequiera que estén, para que tengamos la misma seguridad de San Pablo, cuando nos dice que nada no nadie podrá apartarle del amor de Cristo, oremos: Que nada nos aparte de Ti.
Señor, tú que atendiste la oración de tu Hijo y multiplicaste por su acción los panes y los peces, atiende también la súplica que hoy te presentamos, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Pidiéndole a Dios que multiplique su amor en todos nosotros sus hijos, juntos decimos la oración que nos enseñó Jesús.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal. Amén
El Señor esté con ustedes
R/ Y con tu espíritu
Y que la bendición de Dios todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esté con ustedes, y les acompañe siempre. Amén
Ha llegado la hora de decir hasta luego, hasta otro encuentro, otra invitación, y nos hemos sentido rebosantes de alegría y esperanza porque el Señor ha estado multiplicándose en cada uno de nosotros, y multiplicándose en cada uno de los hogares de Cuba yd el mundo. Por eso hasta un próximo encuentro que nos podamos comunicar y compartir, lo que tenemos y recibimos de Dios en Irradia.
He tenido mucho gusto de compartir con ustedes, padre Juan Elizalde.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación Social, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Es la voz de la Iglesia santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Quién vino, Acrisolada)