Alocución Radial de Mons. Dionisio G. García Ibáñez  Arzobispo de Santiago de Cuba

Alocución Radial de Mons. Dionisio G. García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba

28 de junio de 2020
Domingo XIII del Tiempo Ordinario

(Música, Árbol de Vida, voz Olguita González y Arasay Machirán, arreglo Melvín Rodríguez)

Escuchar la Alocución:

“El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.”
“El domingo, Día del Señor”

Hermanos y hermanas de la Emisora Provincial CMKC y de Tele Turquino, nuestro canal provincial. Quiero dirigirles a Ustedes, trabajadores y directivos, y a sus familias mi saludo agradecido por el esfuerzo realizado para que, por tres meses, haya podido llegar a sus hogares, con calidad y profesionalidad, este mensaje de fe y esperanza. Dios se lo pagará y sigan dando lo mejor.

Hoy en nuestras peticiones tengamos presente de manera especial a todas aquellas personas que padecen de cualquier tipo de incapacidad que les impide hacer una vida normal: por los enfermos que están encamados tanto en los hospitales como en sus hogares, por los que de una manera u otra no pueden valerse por sí mismos, por los ancianos que viven solos y dependen de otras personas que les ayudan. Para que Dios, mueva los corazones y la compasión de sus familiares y de otras personas, y ellos se sientan acompañados, cuidados y queridos. Para que nunca les falte quienes les acompañen, les ayuden material y físicamente y les digan que Dios les ama y sientan la gracia y fortaleza de Dios en ellos. En este tiempo en que las circunstancias nos han obligado a permanecer en nuestros hogares descubrimos lo difícil que es vivir aislados.

Como siempre tendremos presente en nuestra oración a todo nuestro pueblo para que pueda superar la epidemia y podamos construir, con serenidad y justicia un futuro mejor, para todos.

Hoy meditaremos unos versículos de la Carta de San Pablo a los Romanos capítulo 6, versículos del 3 al 4 y del 8 al 11 donde Pablo nos recuerda que con el bautismo somos incorporados a Cristo, por lo tanto, si morimos con Él al pecado, resucitaremos con Él a la Vida Eterna. Escuchemos.

(Lectura de la Carta de San Pablo a los Romanos, capítulo 3, 3-4, 8-11)

El Bautismo no es un simple rito. Las palabras dichas y el agua derramada por el sacerdote sobre la cabeza del que recibe el bautismo, son signos externos de una transformación más íntima y permanente que el Espíritu Santo realiza en cada bautizado. Pues el bautismo nos hace criaturas nuevas en Cristo. Nos hace hijos de Dios en Jesucristo. Por el Bautismo quedamos revestidos de gracia, ya somos uno en Cristo y entramos a formar parte de la Iglesia.

El bautismo también nos llama a ser santos y nos compromete a renunciar al pecado y a vivir como hijos de la luz y testigos de Cristo. Pues ya somos una sola cosa en Él y estamos llamados a ser sus testigos en el mundo. Por eso es que San Pablo dice: “Así también Ustedes, bautizados, considérense como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús” 

Él nos llama a ser los continuadores de su obra en el mundo. Nos dio el mandato: “enseñen lo que yo les he enseñado y bauticen al que crea, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Hermanos, todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y cultura, estamos llamados a ser hijos de Dios. Dios te llama a ser cristiano. Si te sientes llamado, síguelo, acércate a tu parroquia o pequeña comunidad y diles que quieres conocer a Jesús, quieres seguirle y ser buen cristiano y prepárate para ser bautizado. Ese es el paso más importante que darás en tu vida, pues serás una creatura nueva. Estarás en el mundo, pero no serás del mundo, pues estás llamado a la eternidad. Si tienes un hijo o cuando tengas uno y lo quieras bautizar, hazlo sabiendo que le estás dando el mejor regalo que pueda recibir de ti en su vida, y comprométete a criarlo y ayudarlo a ser buena persona y buen cristiano.

(Música, Te seguiré, voz y arreglo Melvín Rodríguez)

Ahora hermanos vamos a escuchar la lectura del Evangelio según San Mateo, cuyo tema es cargar con la cruz que cada uno tiene.

(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 10, 37-42)

Hermanos, de la misma manera que Jesús nos dice: “El que quiera seguirme, que guarde mis mandamientos”, también nos dice que cargar con dignidad, confianza y esperanza las cruces que la vida nos pone en nuestro camino, es condición para seguirle.

El dolor y el sufrimiento, tanto físico como espiritual, son inevitables en la vida. De la misma manera que nadie puede decir que nunca ha cometido un pecado, así tampoco nadie puede decir que nunca ha tenido que cargar con un peso en la vida, con una cruz. Por tanto, el pecado como el sufrimiento forman parte de la vida. Nadie los quiere, pero desgraciadamente están presentes. Forman parte de la vida y naturaleza humana. Todos tenemos una cruz que cargar, que la mayoría de las veces nadie conoce, solo nosotros en lo profundo de nuestro corazón.

Para superar y evitar el pecado, le pedimos a Dios la gracia de la conversión, para no cometerlos más, pues cuando pecamos, esto es cuando faltamos a los mandamientos de la Ley de Dios, nos hacemos mal a nosotros mismos y tal vez hagamos sufrir a otros, les ponemos más peso a la cruz que habitualmente cargan los demás, le hacemos mal.

Jesús sabía que tenía que cargar con su cruz para salvarnos, le dijo a Dios su Padre que apartara de él ese sufrimiento, pero que se hiciera la voluntad de Dios y no la suya. Se puso en las manos de Dios y recibió la fuerza para pasar la prueba con dignidad y confianza. Al final, su cruz fue nuestra salvación.  También las cruces inevitables de la vida se pueden convertir en nuestra salvación, si las ponemos con confianza en las manos de Dios y unimos nuestro sufrimiento al de Cristo en la Cruz.

Quisiera ahora hermanos hablar del Domingo, que es el Día del Señor.

Hermanos, en este tiempo de restricciones sanitarias que limitan el encuentro y la acostumbrada comunicación entre las personas, y que afecta nuestra vida laboral, familiar y social, también se dificulta la celebración comunitaria de nuestra fe. La participación en los actos públicos de la Iglesia se ha visto afectada y, todavía hoy, que ya se ha entrado en una fase de cuidados más permisiva, hay restricciones que limitan a muchos el poder ir a las iglesias y pequeñas comunidades a celebrar su fe como es lo acostumbrado y debe ser.

Por tal motivo quisiera hacer unas reflexiones que nos ayuden a tener criterios en estos casos. 

1o Nuestra fe nos dice que “El tiempo” es de Dios y que El, por nuestro bien, nos invita y pide que tratemos de vivir siempre en su presencia. En este sentido “nuestro tiempo, mi tiempo”, es también de Él. Por eso es que cada mañana debemos encomendarnos a Dios, pidiéndole que no nos apartemos de Él y nos libre del mal en ese día.

En el Antiguo Testamento el pueblo judío guardaba para el Señor el día sábado, el último día de la semana. Era un día de descanso y de rendirle culto a Dios, recordando agradecidos que fuimos creados por Él, que recibimos la vida de Él. Los cristianos guardamos y celebramos el domingo como “Día del Señor”, pues la resurrección de Cristo fue en domingo, el primer día de la semana. Con su resurrección se realizó la nueva creación. Ya no somos sólo creatura de Dios sino, también, Hijos de Dios en Jesucristo, llamados a la vida eterna.

2o Dios quiere que, en justicia, nosotros le reconozcamos como Padre y creador y nos manda a rendirle culto como muestra de amor. El primer mandamiento de la Ley de Dios dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Como consecuencia de esta supremacía de Dios, el tercer mandamiento nos manda a “Santificar las fiestas” es decir: “Guardarás y santificarás el Día del Señor”.

Todo nuestro tiempo es de Dios como dijimos, pero el domingo debe ser reservado exclusivamente para Dios. ¿De qué manera? ¿Qué debemos hacer? Rindiéndole personal y comunitariamente culto de adoración a Dios y dedicándolo a nuestro crecimiento espiritual, familiar, humano. Es el día de hacer un alto en nuestras ocupaciones habituales.

El cristiano está obligado a dedicar el domingo al Señor. No importa que estemos impedidos físicamente para asistir al templo y alabar a Dios comunitariamente, lo importante es que, el domingo, todos nuestros pensamientos y acciones estén encaminados y dedicados a Dios. El domingo debe ser un día santo.

Tal vez, por circunstancias que se presentan en la vida no podamos participar en la misa, por estar cuidando a un enfermo o porque estamos nosotros enfermos, o por estar en prisión, o como ha sucedido en estos meses por estar en cuarentena, y que implica que debemos cuidarnos. Por ejemplo, las pequeñas comunidades de los campos no pueden tener misa todos los domingos.

3o Los cristianos sabemos que acudir el domingo a la Iglesia a celebrar y participar comunitariamente en la Santa Misa, que es la oración por excelencia de los cristianos, nos hace mucho bien y, además, con esto cumplimos el mandato de Santificar el día del Señor. En la misa, leemos, comentamos y meditamos, la Palabra de Dios, recordamos la Ultima Cena, conmemoramos el único sacrificio de Cristo en la Cruz por el cual nos alcanzó la salvación, y cumplimos el mandato que nos dejó el Señor Jesús cuando nos dijo: “Hagan esto en memoria mía” hasta el final de los tiempos.

4o Resumiendo: Para los cristianos el domingo es: “El día del Señor” y debemos dedicárselo por entero a Él. Este es un mandato que viene del mismo Dios y del que nadie nos puede dispensar. Si no hay un impedimento de peso, debemos acudir a la Iglesia todos los domingos, para celebrar y participar comunitariamente en la Santa Misa. Que la participación en la misa dominical junto a la comunidad, sea siempre vivida con alegría, fraternidad y como un momento de gracia. Nuestra presencia y participación en la misa dominical nos hace mucho bien a nosotros y a toda la comunidad.

(Música, Tomado de la mano, voz y arreglo Melvín Rodríguez)

Hermanos vamos ahora a hacer un momento de silencio para a continuación, hacer las peticiones.

Después de cada petición oramos diciendo: Te lo pedimos, Señor

Por la Iglesia universal, para que fiel a las enseñanzas de Jesús, esté siempre atenta a las necesidades y los retos que impone cada momento, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los que son servidores del pueblo, los que gobiernan, los que dirigen, los que distribuyen recursos, para que nunca olviden que la razón de ser de su servicio son sus propios hermanos, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los enfermos y sus familias, en especial los contagiados con el virus, y los que aún están en cuarentena, para que no decaigan en su ánimo y luchen con todas sus fuerzas por la vida, oremos: Te lo pedimos, Señor

Cercana ya la fecha de los 505 años de fundación de esta ciudad de Santiago de Cuba, el próximo 25 de julio, pidamos a Dios, por intercesión de Santiago Apóstol, nuestro patrono, por todos los santiagueros para que, con su alegría, su fuerza y su fe, trabajen responsablemente en la construcción de una ciudad que sea orgullo y ejemplo para todos, oremos: Te lo pedimos, Señor

Para que no pasemos de largo ante una persona que sufre por alguna discapacidad física o mental, y como pueblo, fomentemos una actitud de cercanía y solidaridad con nuestros semejantes, en especial con los que más nos necesitan, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los médicos, enfermeras y enfermeros, auxiliares, investigadores, trabajadores de la salud, para que continúen en su empeño de trabajar por el bien y la salud de todos, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por los que han hecho posible que estos mensajes lleguen a los santiagueros por esta emisora provincial de CMKC, también por los técnicos y trabajadores de Tele Turquino que han trabajado durante estos meses en la trasmisión de las misas que cada domingo llega a los hogares de los cubanos, para que reciban abundantes bendiciones y continúen con su misión de llegar a todos con un trabajo de calidad en favor de la promoción y dignidad de la persona, oremos: Te lo pedimos, Señor

Para que sepamos unir nuestras cruces a la Cruz redentora de Cristo y así ayudar a nuestros hermanos a llevar las suyas, oremos: Te lo pedimos, Señor

Por todos nuestros difuntos, para que estén gozando de la paz junto a Dios, oremos: Te lo pedimos, Señor

Escucha, Padre Bueno y Padre Santo, estas súplicas, y aquellas que están dentro de nuestro corazón y que sólo Tú conoces, dale cumplimiento según tu voluntad, pues te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, Amén.

Hermanos, vamos a orar todos con la oración que Jesús nos enseñó, el Padre nuestro.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal. Amén

Hermanos, dispongamos a recibir la bendición de Dios.

El Señor esté con ustedes

R/ Y con tu espíritu

La bendición de Dios todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes, familiares, vecinos y amigos, y les acompañe siempre. Amén

Hermanos me despido de ustedes con esta transmisión, esta será la última transmisión radial dominical en esta etapa. Agradezco mucho haber compartido en este tiempo, en el cual todos nos hemos encontrado fraternalmente, escuchando la Palabra de Dios y pidiéndole al Señor por todos. Habrá otra ocasión en que seguro tendremos la oportunidad para volverlo a escuchar por esta radio y por la televisión.

Tengamos presente que ya después del verano comienza la novena de la Virgen de la Caridad, y que todos nos encontraremos en la Novena, y en su Fiesta el 8 de septiembre.  Recordemos que, desde El Cobre, aunque no se transmita la misa, siempre se estará celebrando la misa por todos los cubanos. Que tengan mucha paz, cuídense que todavía hay que hacerlo.

Monseñor Dionisio García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba 

(Música, Virgen Mambisa, Arasay Machirán y Coro Interparroquial Arquidiócesis de Santiago de Cuba, disco Virgen de la Esperanza)

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