Alocución Radial IV Domingo de Pascua 3 de mayo de 2020
Alocución Radial IV Domingo de Pascua 3 de mayo de 2020
Domingo del Buen Pastor
Transmitido por CMKC emisora Provincial de Santiago de Cuba
Escuchar aquí:
“EI Señor es mi Pastor, nada me falta: En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas” (Salmo 23)
Queridos hermanos y hermanas:
Bendiciones para los radioyentes, para los trabajadores de nuestra Emisora Provincial CMKC y para los que han hecho posible este espacio radial donde, formando una comunidad de creyentes oramos los unos por los otros, escuchamos y comentamos la Palabra de Dios para nos ilumine. Solo esto ya es motivo suficiente para dar gracias a Dios, aún en estos momentos tan difíciles e inciertos.
Hoy domingo 3 de mayo, primer día de la semana, entramos en la 5ta. semana de aislamiento y distanciamiento social. Se nos ha pedido que, responsablemente, hagamos lo posible por permanecer en nuestros hogares y solo salir de casa cuando sea por motivos lógicos y necesarios, como ir al médico, atender a un necesitado, al trabajo, la búsqueda de los alimentos y productos de higiene o de otras cosas y servicios que consideramos indispensables para la buena salud, física y espiritual, para nosotros o nuestra familia. Eso sí, siempre haciéndolo de manera, como dijimos anteriormente, RESPONSABLE. No olvidemos que, solo podremos ser verdaderamente disciplinados, si cada uno asume la responsabilidad que le corresponde.
Hoy en la lglesia Universal, celebramos el IV Domingo de Pascua de Resurrección al cual le llamamos “el Domingo del Buen Pastor”. Pues, en todos los países del mundo hoy se leerá y comentará el capítulo 10mo. del Evangelio de San Juan, en el cual, tal como escucharemos, Jesús dice de sí mismo que Él es “EI Buen Pastor”.
Esta media hora será, como siempre, un momento de alabanza a Dios, de encontrarnos con la Palabra de Dios que nos anima a ser mejores personas y cristianos, de orar en comunidad por nuestras necesidades y las de nuestro pueblo. De manera especial, vamos a pedir por las personas que viven en los barrios de Maimón y Cubitas.
Recordemos que el domingo pasado dijimos que la Biblia es un libro escrito por hombres, pero que lo escribieron inspirados por Dios. De ahí su valor y la importancia que tiene. Para un cristiano o alguien que quiera conocer a Jesucristo, su lectura es indispensable y debemos leerla personalmente y en el seno de la comunidad cristiana que es la que nos garantiza la verdadera comprensión de la misma para nuestro mayor provecho a la hora de interpretarla. También es un libro que le hace bien a toda persona, cristiana a no, para conocer mejor la historia de la humanidad en los últimos 2000 años, para adquirir una mayor amplitud de miras y horizontes que les ayuden a encontrar el sentido de la vida y crecer como persona.
En el encuentro de hoy, como anunciamos, leeremos y comentaremos el Capítulo 10mo. del Evangelio según San Juan. Recordemos que San Juan era el discípulo más cercano a Jesús. Como en los otros evangelios, el de San Juan también nos narra los dichos, obras y enseñanzas de Jesús. Pero este es el evangelio más elaborado. Juan lo escribió siendo ya mayor y, como acompañó a Jesús desde el principio, lo conoció de primera mano y tuvo tiempo para reflexionar lo que sus ojos, oídos y manos habían visto, oído y palpado. Lo que se narra en él, sucedió.
En los evangelios vemos cómo Jesús preguntaba a sus discípulos por lo que la gente pensaba y decía de él. Era famoso porque sanaba a los enfermos, hablaba con conocimiento de la Palabra de Dios, acogía a todos sin distinción, muchos le seguían, pero tenía también muchos enemigos. En otro momento, ante esta pregunta de Jesús y, en medio de muchas respuestas, San Pedro es el único que le dice: “Tu eres el Mesías, el Hijo el Dios” y Jesús le responde: “Dichoso tú, Pedro” porque lo que dices te ha sido revelado.
En este capítulo del evangelio de Juan, Jesús ya no pregunta sobre él, sino que es Él quien se identifica, y lo dice usando dos imágenes: “Yo soy la puerta” y “yo soy el Buen Pastor”. Oigámoslo.
(Texto bíblico Jn 10, 1-18)
Hemos escuchado como Jesús dice: “Yo soy la puerta”. Sabemos que las puertas permiten la entrada a un lugar, a un espacio, si queremos entrar a nuestra casa es natural que entremos por la puerta. Así hace el dueño de la casa, él tiene la llave. Si el dueño pierde la llave o si, el que quiere entrar, es un ladrón, tienen que brincar por una ventana. Esto no es lo normal. Lo normal es, entrar por la puerta y tener la llave.
Hay un dicho popular que usamos para decir que la situación está difícil: “Se nos están cerrando todas las puertas”, hay otro que es más optimista y también más real, que dice: “Aunque aparentemente se cierren todas las puertas, siempre se abrirá alguna”.
Con esa imagen Jesús nos quiere decir que Él es la puerta que siempre permanece abierta, que nos invita a entrar en una casa que siempre es acogedora: la Casa de nuestro Padre Dios. Que, si queremos encontrar el sentido de la vida, si queremos encontrarnos con Dios, si queremos conocer el plan de salvación que Dios tiene para cada hombre o mujer sin distinción, joven o viejo, sano o enfermo, del campo o de la ciudad, con mucho poder o sin ningún poder, con muchos o pocos conocimientos lo encontraremos en la medida que pasemos por Él que es la puerta.
Al pasar por Jesús, se nos abre la posibilidad de encontrar la luz de la fe que permite iluminar nuestra vida, aún en los perores momentos por los que estemos pasando. La luz que brota de la puerta que nos abre Jesús ilumina nuestro caminar en esta vida, que siempre será transitorio.
Puede ser, hermanos y hermanas, que por el camino de la vida no encontremos la llave que abre la puerta que es Jesús o, que teniéndola la hayamos extraviado o la hayamos dejado descuidadamente en un rincón o, peor aún, la hayamos botado pensando que ya no nos sirve, que ya no nos hace falta. ¡Qué triste! pues de esta manera nos estamos quedando en la obscuridad.
Busquemos a Cristo que es la puerta siempre abierta y que, con mucha paciencia, nos espera para que entremos a gozar de la paz que todos anhelamos.
La otra imagen es la de “El buen Pastor”.
En la época y en lugar donde Jesús vivió, todos los habitantes tenían una cultura campesina y estaban familiarizados con las cosas del campo, entre ellas, con el cuidado o pastoreo de las ovejas. Ellos le entendieron muy bien cuando Él dijo: “Yo soy el Buen Pastor”. Esto es, alguien que sabe cuidar y hasta dar la vida defendiendo a su rebaño de ovejas. Dejemos que el texto sea el que nos hable:
– Conoce a cada oveja por su nombre, Él las llama y ellas también le conocen, escuchan su voz y le siguen.
– Él las lleva a los verdes pastos y a corrientes de aguas abundantes.
– Las defiende contra los ladrones.
-No las deja solas, va al frente para guiarlas a buenos pastos. También se une a ellas para compartir el camino, hay veces que se pone en la retaguardia para cargar y pasarle la mano a las que se cansan, a las pequeñas, a las enfermas.
– Es capaz de dejar al resto de las ovejas bien seguras en el corral con tal de buscar a la que se había perdido o por curar a la que estaba enferma.
– Él da la vida por sus ovejas.
– Se preocupa por las que no están en el rebaño y las busca, las atrae para que ellas también puedan gozar de verdes pastos, agua fresca y protección, junto a Él.
También Dios nos ama personalmente a cada uno. Todos somos queridos por Dios por igual, sin distinción.
Él nos guía por el camino de la salvación que todos necesitamos.
Cristo entregó su vida en la Cruz para salvarnos. Su sangre ha lavado nuestras culpas y pecados. Es capaz de perdonarnos setenta veces siete, esto quiere decir: siempre.
Tiene paciencia y amorosamente nos espera para que volvamos a encontrarnos con Él.
Nos cuida y quiere lo mejor para nosotros. Nos dejó su Palabra para que no nos equivoquemos de camino. Nos recuerda que a Veces somos olvidadizos, y también que, “no solo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.
Nos invita a formar parte de la comunidad cristiana para que todos seamos uno en Él y como Pueblo de Dios vivamos como hermanos.
(Música- Canto “Es Yahvé mi Pastor”, Coro Coralina, Misa visita de San Juan Pablo a Cuba, 1998)
Hermanos, después de haber orado con el Salmo, que tan bellamente nos ha sido dado, les invito a hacer un momento de silencio y a ponernos en oración. Les invito a unirse en oración, en silencio, para que cada uno piense en sus necesidades, pero también piense en las necesidades de todos, teniendo en cuenta que nuestra petición también tiene que estar acompañada con gestos de caridad, para aquellos que necesitan de nosotros, no nos olvidemos de los vecinos, de nuestros familiares, pidámosle también al Señor que nos dé una fe firme para enfrentar la vida, y luchar.
Después de cada petición oramos diciendo: Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Por los enfermos contagiados con el virus que están ingresados en los hospitales y sufren separados de sus familias. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Por los que están en cuarentena en hospitales, en centros de aislamiento o en sus casas y que ven el futuro con incertidumbre. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Por sus familiares que desearían estar cerca de ellos acompañándolos, pero que la misma enfermedad se lo impide. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Por los ancianos y aquellos que tienen alguna enfermedad de riesgo que son los más vulnerables ante el virus y sienten el temor del contagio. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Por los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras y enfermeros, técnicos y auxiliares de los centros de Salud que por su trabajo están en riesgo de ser contagiados. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Por todos los que tienen la misión de hacer cumplir las normas de protección y de aislamiento social. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Por todos nosotros, para que el Señor fortalezca nuestra fe, nos dé una fuerte esperanza y nos haga generosos con los que más necesitan. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Te pedimos también por la lluvia necesaria, para que nuestros campos puedan producir los alimentos. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Pidamos, en fin, por todos aquellos que más sufren, de males físicos y espirituales. Jesús, Buen Pastor, escúchanos.
Todo esto te lo pedimos Señor, Amén.
Hermanos, les invito a rezar, a Jesús el Buen Pastor con la oración del Padre Nuestro.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
Y líbranos del mal. Amén
Nuestra Señora de la Caridad/ Ruega por Nosotros
Nuestra Señora de la Caridad/ Ruega por Nosotros
Nuestra Señora de la Caridad/ Ruega por Nosotros
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
Me despido de ustedes dándoles la bendición.
El Señor esté con ustedes, y con tu espíritu.
La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes, vecinos, familiares y amigos, y por todo nuestro pueblo dondequiera que esté. Amén
Mons. Dionisio García Ibáñez
Arzobispo de Santiago de Cuba
(Música- Caminar contigo, autor Tony Rubí)