Alocución radial de Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez Viernes Santo, 10 de abril de 2020
Alocución radial Semana Santa 2020
Viernes Santo
Transmitido por la CMCK, estación provincial de radio de Santiago de Cuba, viernes 10 de abril de 2020, 10 am
Escuchar aquí:
¡Te alabamos Cristo y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo!
Queridos hermanos y hermanas.
Gracias a Dios y a la buena voluntad de muchas personas, puedo hoy volver a entrar en sus casas y tener unos momentos de oración y reflexión con Ustedes y sus familias, por medio de la Radio Provincial CMKC. Dios bendiga a todos los radioyentes, a los trabajadores de esta emisora, a sus familias, amigos y a todo el pueblo de la provincia de Santiago de Cuba.
Ayer, Jueves Santo, recordamos y celebramos la “Última Cena de Jesús”. Escuchamos que en ella Jesús nos dejó el principal mandamiento que debemos vivir: “Ámense unos a otros como yo les he amado”. También escuchamos el relato de cómo, Jesús quiso quedarse con nosotros en la Comunión que recibimos en la Santa Misa. En cada misa se hace presente el sacrificio de Cristo, que se ofrece a Dios Padre por nosotros en la Cruz.
Hoy es Viernes Santo donde recordamos la pasión de Jesús. Pero dejemos que el apóstol Juan sea el que nos narre la Pasión y muerte de Jesús en la cruz. Escuchemos con atención y unción los capítulos 18, versículo 1hasta el capítulo 19 versículo 42 de su evangelio.
(Lectura del Evangelio según San Juan, capítulos 18,1-19,42)
Qué terrible es ver la capacidad que tenemos los hombres de causar tantos sufrimientos a otras personas, de urdir intrigas para destruir a los otros, de aplastar al que sea para salirnos con la nuestra, para eliminar al que nos puede crear problemas, para hacer que prevalezca mi idea.
Repasemos lo oído para que se nos grabe en la memoria y tengamos siempre en cuenta lo que Jesús sufrió por nuestra salvación, para que fueran perdonados nuestros pecados. Él se ofreció como manso cordero llevado al matadero. Y lo hizo por mí, por ti y por cada uno de nosotros.
Jesús fue víctima de la maldad de los hombres, sufrió la traición de Judas, fue apresado como un bandido, le hicieron un juicio injusto por el odio, la intolerancia y por una justicia corrupta, le coronaron de espinas, laceraron su cuerpo a latigazos, su subida al calvario cargando la cruz, los gritos de odio diciéndole ¡crucifícale! ¡crucifícale!, le clavaron sus manos al madero de la cruz, el miedo y el abandono de sus discípulos, la lanza penetrando su costado. Al final, el momento duro de la muerte, el dolor inevitable de la madre, la soledad del sepulcro, la tristeza, la impotencia y la incertidumbre de sus discípulos. La burla, la satisfacción y la indiferencia de muchos.
Hermanos y hermanas. Así fue la Pasión y muerte de Jesús. En otro evangelio se narra que mientras Jesús cargaba su pesada cruz, un grupo de mujeres se acercó a él para consolarle y manifestarle su cercanía. Cuando Jesús las vio, su corazón se llenó de pena y les dijo: ¡lloren más bien por Ustedes, si esto me lo han hecho a mí, cuanto más le podrán hacer a Ustedes y a sus hijos!
La Pasión y Muerte de Jesús es un reflejo, un ejemplo, una imagen de tantos hombres y mujeres que cargan con sus cruces, muchas veces muy pesadas. Un ejemplo de esto pueden ser tantos hombres y mujeres que en estos momentos están cargando con la cruz de estar enfermos del virus, o separados de sus familias y hogar, o los muchos que se sienten vulnerables ante la epidemia y viven con angustia. De otros que ven su futuro y el de sus familias con incertidumbres. Es una imagen de cada uno de nosotros que también tenemos que cargar estas y otras cruces.
Ante la cruz de Cristo, sufrida voluntariamente por nosotros, y ante las cruces que cargan los demás, ¿Qué debemos hacer nosotros? ¿Cuál es nuestro comportamiento ante el dolor ajeno?: Tal vez, nosotros mismos hemos sido causa de las cruces que cargan otras personas, aún, desgraciadamente en el mismo seno de nuestra propia familia.
Las otras preguntas que debemos hacernos tú y yo, hombre o mujer, joven, adulto o mayor, son: ¿Qué debemos hacer para agradecer a Jesús su entrega por nosotros? ¿Qué debemos hacer para ayudar a otras personas a cargar sus cruces que muchas veces son muy pesadas? ¿Qué podemos hacer para tratar de no hacerles daño a los demás, evitando así añadirle peso a su cruz?
Pues podemos hacer lo siguiente,
- Seguir a Jesús y reconocerle cómo a tu único Señor.
- Leer, escuchar y meditar la Palabra de Dios, tratando de ponerla en práctica.
- Arrepentirte del mal que has hecho y de las cruces que le has puesto a los demás
- Ayudar a los demás a soportar y a aliviar el peso de su cruz…
- Cumplir el mandamiento de Jesús: Ama a Dios por sobre todas las cosas y trata a los demás como quieres que te traten a ti.
- Procurar hacer siempre el bien, y evitar el mal.
Si sigues ese camino tendrás una Fe firme, una alegre Esperanza y una generosa Caridad.
Recuerda cómo terminó el relato de la Pasión. Creían que se habían salido con la suya. Los que planearon y provocaron su muerte estaban satisfechos, habían condenado y eliminado al Justo, pero se equivocaron porque Jesús resucitó de entre los muertos para enseñarnos el camino que conduce a la Vida Eterna. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Él ha vencido al mal y a la muerte.
(Música)
Les invito a hacer un momento de silencio, igual que hicimos ayer en la celebración de Jueves Santo, y vamos a ponernos en oración.
Oremos hermanos con esta oración. Después de cada petición digamos todos: Dales fe y fortaleza, Señor.
– A los enfermos contagiados con, e1 virus que están ingresados en los hospitales y sufren separados de sus familias la enfermedad. Dales fe y fortaleza Señor.
– Por los ancianos y aquellos que tienen alguna enfermedad de riesgo que son los frágiles ante el virus y viven con el temor del contagio. Dales fe y fortaleza, Señor.
– Por los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras y enfermeros, los trabajadores de los centros de Salud que se arriesgan a ser contagiados con peligro de sus vidas. Dales fe y fortaleza, Señor.
– Por todos los que tienen que lo misión de hacer cumplir las normas de protección y de aislamiento social. Dales fe y fortaleza, Señor.
– Por aquellos que más sufren de carencias económicas y otros males provocados por esta pandemia. Ten misericordia de nosotros Señor.
Todo esto te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, Amén.
Hermanos nuestros templos están vacíos, es difícil participar en las celebraciones, y desaconsejable, tenemos que cuidarnos. En estos días oren mucho, lean la Biblia, y les invito a sintonizar la televisión educativa, el Domingo de Resurrección a las 7.30 de la mañana, alabaremos al Señor diciendo todos con alegría, ¡Aleluya!¡Aleluya! Cristo ha resucitado.
Hermanos, les invito a terminar rezando el Padre Nuestro, a nuestro Padre común, que su voluntad se haga presente en medio de nosotros. Que nosotros también seamos capaces de perdonar como Él nos perdona, como Él nos salva, en la Cruz en un día como hoy.
(Padre Nuestro…)
Les bendice: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Que esta bendición a todos ustedes, a sus hogares, a nuestras casas, a toda nuestra Provincia.
+ Mons. Dionisio García Ibáñez, Arzobispo de Santiago de Cuba, Viernes Santo del Año 2020