Dentro de la llamada a una conversión pastoral también la Catequesis está llamada a renovarse
Por: Giovanna Tames Miraglia
El 18 de febrero fue una jornada de lujo para los catequistas de la región oriental. Monseñor Octavio Ruiz Arenas, obispo Secretario General del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización, compartió con nosotros su conferencia Iniciación a la vida cristiana y Nueva Evangelización.
Recordó que el catequista está invitado, no a anunciar un mensaje, sino a presentar la persona de Jesús como centro de nuestra vida, de nuestra existencia. Haciendo referencias al Concilio Vaticano II, a Aparecida, al Sínodo del 2012 La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe cristiana y especialmente a la Exhortación apostólica “La alegría del evangelio” instó a los catequistas presentes a mantener vivo el fervor y dinamismo, la alegría en el anuncio, el espíritu misionero que ha de animar toda acción pastoral y el centro cimentado en la Palabra de Dios. Nos recordó que la pregunta que permanentemente deberíamos hacernos es quién es Jesús para mí.
El prelado enfatizó en que las nuevas circunstancias que se presentan en nuestros tiempos, requieren nuevas maneras: nuevas en su ardor, en su método, en su expresión. Estamos llamados a pasar de una pastoral de simple conservación a una pastoral misionera que intenta responder desde el amor y la misericordia a los desafíos que plantea la sociedad teniendo conciencia del mandato misionero de Jesúsy de su presencia con nosotros (Mt 28, 19-20).
Evocó a San Juan Pablo II y su petición a la iglesia a emprender la nueva evangelización, haciendo del anuncio del evangelio una novedad permanente y adoptando lenguajes apropiados para las nuevas circunstancias históricas y sociales. Un lenguaje comprensible, inculturando el evangelio, comunicando desde el testimonio y la coherencia de sus agentes, asumiendo con valentía el anuncio de la Doctrina Social de la Iglesia, y sobre todo, reconociendo la primacía de la gracia, la presencia del Espíritu Santo en toda acción evangelizadora.
A través de una comunicación clara y sencilla, enriquecida con anécdotas y ejemplos concretos nos recordó que la catequesis es una etapa privilegiada en la evangelización, y que los catequistas son instrumentos privilegiados para la nueva evangelización. Por ello, subrayó que la catequesis se enmarca como un proceso evangelizador dirigido no a la recepción de los sacramentos sino a la profundización y vivencia de la fe. Ello supone que no es un mero curso doctrinal, que está enriquecido y acompañado por toda la comunidad cristiana, que no es rígido porque la persona es fundamental, es el sujeto central y se realiza a partir de las necesidades y progresos de cada uno, en un camino constante pero gradual donde lo que se anuncia se celebra y por lo tanto se vive.
Estimulando al laicado, reconociendo su misión y su valor nos invitó como iglesia a permanecer en una constante conversión pastoral reconociendo que la catequesis también está llamada a renovarse, acompañando la iniciación a la vida cristiana. Para ello urge dejar a un lado la mentalidad de cursos, cambiarla por la de impulsar procesos. Se necesita para ello involucrar a toda la comunidad cristiana, a las familias, a que acompañen y animen. “La catequesis y la evangelización nunca pueden disociarse”, recalcó.
Este encuentro fue además una ocasión singular pues Mons. Octavio Ruiz Arenas nos hizo participar de una gran primicia: la primera presentación de lo que será el Nuevo Directorio General de la Catequesis. Anuncia que será más funcional y práctico, conjuga elementos válidos de los dos anteriores pretendiendo una mejor formación catequética y responder mejor al contexto socio cultural marcado por el secularismo. Resalta la centralidad en la Palabra, la necesidad de la relación personal con Jesús y la fuerza del testimonio. De manera general, a decir de su excelencia, acoge el enfoque de la Evangelii Gaudium y el llamado a la conversión pastoral.
En esta rica jornada, vivida a los pies de la Virgen de la Caridad del Cobre, contó también con la presencia de Monseñor Arturo quien dejó transparentar su amor a la catequesis y la alegría de vernos reunidos, y quien además nos presentó al Nuncio Apostólico. Este, a nombre propio y del papa Francisco, saludó a los catequistas y agradeció por la labor que brindan en la iglesia y en el mundo. Destacando que ser catequista es una vocación, no una tarea, un proceso iniciático para ayudar a despertar en otros la fe y encaminarle a una auténtica experiencia de la vida cristiana.
Ciertamente fue un encuentro de bendiciones y confirmación para todos los catequistas allí reunidos.