Por: Aliuska Ponce de León

Comunicadora Cáritas Diocesana Santiago 

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 1 de julio de 2019 /  “Soy feliz” no es una expresión común de estos tiempos, y, si alguien dice que es “mensajero del amor y la esperanza” puede, incluso, ser mirado con sospecha. Ambas frases, sin embargo, son muy adecuadas cuando se trata del Programa Aprendiendo a Crecer, de Cáritas.

Justamente son estos los nombres que llevan los grupos de dicho programa en el municipio santiaguero de Palma Soriano. Sus integrantes  todos con  Síndrome de Down, y lo más importante es que tanto familiares, beneficiarios, como voluntarios, forman una sola familia. Por eso, con la alegría y unidad que los identifica, se reunieron en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, en la localidad palmera, para saludar la llegada del verano y, a la vez, dar cierre al presente curso.

Para iniciar la actividad se invitó a los miembros de cada grupo a que se presentaran, todo un reto…Las dinámicas no se hicieron esperar. De una caja hermosamente decorada, los formadores iban extrayendo objetos que los asistentes debían reconocer según su utilidad, color y forma geométrica. A cada respuesta acertada correspondía una corbata de papel como premio, porque, como expresara uno de los animadores “a una fiesta se va bien arreglado”.

Todos disfrutamos de las representaciones artísticas de los beneficiarios; confirmando una vez más que el síndrome de Down nunca podrá anular en ellos la alegría. Luego, un collage de fotografías abrió las puertas al recuerdo y frente a los ojos admirados pasaron imágenes de los momentos más importantes vividos durante el curso, imágenes que mostraron la entrega y afirmaron el compromiso.

En el encuentro no faltó el almuerzo criollo, así como los dulces, refrescos y caramelos. Ya en la despedida, los participantes, tomados de las manos, tararearon la canción tema de cada encuentro: “SOS no es una canción, es la voz del que no puede hablar, es el grito del que pide amor, es un niño por el que luchar”.