Lo esencial está en las pequeñas cosas

Lo esencial está en las pequeñas cosas

Por: Anabel Mazorra Vazquez

Fotos: Facilitadores del espacio 

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, Centro Loyola Santiago, 19 de noviembre de 2018 / Tres años han sido testigos del servicio y amor plenos. Este sábado 17 de Diciembre finalizó un hermoso proyecto, Cuidar- Cuidándonos en el poblado de El Cobre.

Recuerdo los primeros encuentros en que psicólogos, médicos y otros facilitadores del programa Desarrollo Personal del Centro Loyola de Santiago, nos encontrábamos para soñar con un espacio dedicado a los cuidadores y cuidadoras de enfermos o personas dependientes. Espacios para ellos/ ellas existían en la ciudad, por lo que el reto era mucho mayor; necesitábamos una idea diferente.

Pensar en al arduo y desgastante trabajo que significa asumir la responsabilidad de otra persona nos inspiró a crear una propuesta, que como bien indica su nombre promoviera el autocuidado de una manera efectiva en los propios cuidadores. Después de algunos intentos fallidos de agruparlos en nuestra sede, nos abrían las puertas en la Casa Parroquial de la Comunidad de El Cobre y ¡Bendita propuesta!

Allí nos acogieron madres, padres y abuelas de niños y adolescentes discapacitados física y mentalmente, quienes se reunían dos veces al mes por un proyecto de Cáritas dedicado a los pequeños. Durante los dos primeros años se dedicaron los encuentros a temáticas como: las características del desarrollo de esos niños y adolescentes, el significado de ser cuidadores, proyectos de vida, el estrés y sus nefastas consecuencias, las particularidades de cada una de las patologías de las cuales padecían, técnicas de primeros auxilios, la medicina natural y tradicional como una herramienta eficaz, entre otros.  

Este último año lo dedicamos a enseñar manualidades desde las concepciones de la terapia ocupacional. Gran sorpresa recibimos cuando cada nueva cosa que aprendían se convertía en una justificación para el encuentro cariñoso y útil entre los cuidadores y los niños y adolescentes que estaban siendo cuidados.

Infinitos son los recuerdos con los que nos quedamos de este grupo. Mucho también es el agradecimiento. Nosotros, por su confianza en la propuesta, por ser tan participativos, asertivos, por darnos la posibilidad de redescubrir lo esencial en las pequeñas cosas, en lo invisible -como nos enseña el Principito-. Ellos, por todo lo aprendido, por sentirse escuchados y tenidos en cuenta, por aprender herramientas para comunicarse afectuosamente con sus familiares, por hacerlos sentir y ser útiles, valiosos y por sobre todas las cosas, como refería una de las participantes en la despedida, por encontrar amor pleno y verdadero en la obra diaria que construyen.

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