Una vez más este 24 de septiembre miles de personas celebramos a los pies de nuestra Señora de la Merced su fiesta, para rogarle por los presos, sus familiares y por cada uno de sus propósitos y anhelos.

A la cinco de la tarde comenzó la procesión con la bendita imagen por el patio de la iglesia de San Francisco, para el rezo del Santo Rosario, dos de los que la cargaban son ex reclusos y ganadores del concurso nacional.

La Eucaristía comenzó a las 6 pm y fue presidida por el P. Rafael Ángel y el P. Eliosbel, el P. Miguel (Claretiano), acompañados por el diácono temporal Camilo de la Paz. En la homilía el P. al P. Raúl, que por muchos años celebró esta fiesta para que las personas le presentaran a la Madre de las Merced, sus gozos, alegrías, tristezas y miedos.

También nos decía que siempre debemos escuchar la llamada del Señor, Judith la escuchó y así encontró la fuerza y la luz para encontrar el camino. María de Nazaret también escuchó la llamada del Señor para ser la madre de su Hijo, como ella confiaba, aceptó aún sin entender nada, pero siempre hizo la voluntad de Dios en cada momento de su vida, meditándolo todo y guardándolo en su corazón. A los que han perdido la libertad y la esperanza debemos acompañarlos haciendo esta obra de misericordia, la Merced es Madre de Misericordia por eso sentimos su presencia amorosa y consoladora y debemos llevar ese anuncio a los que no lo conocen, porque Jesús nos dejó a su madre como madre nuestra para que tengamos un corazón misericordioso como el de ella. Demos gracias al Señor que nos dejó a su madre amorosa, madre atenta a nuestras necesidades, madre de la libertad para que nos libere de nuestros miedos, envidias y rencores.

Queremos agradecer a todos los que con su servicio hicieron posible esta celebración, a los acólitos, al coro, a los responsables de la Pastoral Penitenciaria de las comunidades, a familiares de presos y ex reclusos. Finalizamos con un compartir siempre pidiéndole a nuestra Señora de la Merced, ¡RUEGA POR NOSOTROS!