La Cruz: certeza y alegría
Por: Rosario de la Caridad Vázquez Fernández
Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 30 de mayo de 2018 / El cielo esa mañana estuvo diferente, las nubes cargadas y una fina llovizna, pudieron impedir el mejor encuentro de la semana. Todo estaba listo. Desde hacía prácticamente un mes estaban preparando la celebración de la solemnidad de la Santísima Trinidad, que esta vez sería diferente. Les correspondía a ellos animar la liturgia, la comunidad y disfrutar de ese encuentro con el Señor que ocurre siempre comenzando la semana.
Mayo 27, pasadas las ocho de la mañana comenzaron a llegar los jóvenes de la Anunciación y de San Pedro Apóstol; el encuentro sería en la parroquia Cristo Rey. Todos preguntaban esperanzados: ¿ya llegó?, ¿la trajeron?; la respuesta no se hizo esperar: Sí, está aquí. Las señoras que suelen sentarse en los primeros bancos, los cedieron a los más inquietos y cantaron con la alegría que los caracteriza. Al inicio de la eucaristía, estando todos en pie, la recibieron entre aplausos y ellos sintieron que toda la comunidad los acompañaba en ese día que era tan importante.
Para las lecturas estuvieron dispuestos tres jóvenes, dos para la colecta y una pareja de novios llevaban las ofrendas. Toda esa felicidad era necesaria porque iniciaban su camino previo a la Jornada Nacional de la Juventud que se celebrará en Santiago de Cuba en agosto de 2019. Un proceso que disfrutarán pero que también exigirá de ellos en la misión, en el servicio en sus comunidades, en la oración como complemento espiritual y en el amar y convocar al otro que no conoce de Jesús.
El padre Osmany Massó Cuesta dedicó parte de la homilía a ellos y las oraciones de los fieles, recogieron sus intenciones. Un momento hermoso lo fue la comunión, no solo por el misterio de Cristo que se nos da como alimento, sino porque todos juntos se acercaron a recibirle, como signo de unidad, de hermandad, de cercanía.
Providencialmente, el Evangelio de ese día, los convocó directamente. Jesús una vez más invita a salir y hacer discípulos a todos los pueblos y recuerda: y sabed que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Un mensaje que habla a cada uno y no deja espacio para desánimos o incertidumbres.
Casi al finalizar, el padre Osmany tomó la Cruz y con ella dio la bendición final, con la misma cruz que bendijo el Papa Francisco en su encuentro con los jóvenes en La Habana en 2015 y que se convirtió en el signo de las Jornadas de la Juventud en Cuba. La misma que asemeja una obra de arte formada por pequeñas partes, como lo son ellos en sus realidades, y que recuerda al Señor entregándose por nosotros.
Compartieron como amigos entorno a la santidad. Recibieron a la cruz cargada de espíritu joven. Fueron seguidos por sus comunidades. Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, los acompañó. El domingo fue diferente porque, sobre todas las cosas, nuevamente la Cruz inmortalizó aquella muerte que se convirtió en certeza, en la alegría perenne del cristiano que sabe jamás está solo.