Por: Rosario Vázquez Fernández 

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 24 de octubre de 2017 / Los símbolos de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) desde hace más de treinta años han acompañado a prisioneros, enfermos y jóvenes de diversas culturas e idiomas.

La Cruz de madera, conocida como la Cruz de la JMJ tuvo su precedente en el Año Jubilar de la Redención, en 1983. La misma fue colocada en el sepulcro de San Pedro y a petición de los jóvenes, San Juan Pablo II, la entregó para anunciar a todos que es la muerte y resurrección de Cristo la salvación y redención (San Juan Pablo II, Roma, 22 de abril de 1984).

El Ícono de la Virgen también fue dado a los  más frescos por el Santo Padre Juan Pablo II como muestra de que María es una poderosa Madre que nos lleva a Cristo (San Juan Pablo II, Discurso a los jóvenes de Roma y Lazio el 10 de abril de 2003).

Ambos, en su peregrinar, llegaron a Cuba como respuesta a la petición del Papa Francisco.

Los días 16, 17, 18 y 19 de octubre los jóvenes y comunidades santiagueras recorrieron junto a los símbolos de la JMJ varias parroquias de la diócesis, las mismas que serán testigos de la Jornada Nacional de la Juventud 2019 que se celebrará en esta ciudad.

El 16, la parroquia de San José de La Maya tuvo una celebración especial para adorar y acompañar la Cruz. El 17 se vivió en la capilla Santa Ana una jornada eucarística: cinco celebraciones entre la mañana y la tarde. Desde varias comunidades de la ciudad de Santiago de Cuba se peregrinó hasta la Catedral, donde después de la Eucaristía, los seminaristas animaron la vigilia de oración que convocó a personas de todas las edades. El 18, El Cobre, Palma Soriano y Baire tendrían el gozo de recibirles y orar ante ellos.

En la mañana del día 19, una representación de la PJ santiaguera entregó los símbolos a la diócesis de Bayamo-Manzanillo para continuar su paso por el resto de la Isla.

Todas las experiencias vividas tendrán su culmen en la Misión Joven del día 28 de octubre en el Reparto San Pedrito, allí mostraremos que el Crucificado nos ayuda a dejar nuestra cruz.