Crónica de un día normal de Misión

Crónica de un día normal de Misión

Por: María del Pilar Almeida

Fotografía: Anabel Rivero Almeida 

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 12 de agosto de 2017 / La Misión Evangelizadora, que desde el 31 de julio hasta el 16 de agosto se desarrolla en la parroquia San Joaquín para celebrar el centenario de la presencia vicentina en estas tierras, genera un gran esfuerzo que todos los misioneros asumen con entusiasmo.

Desde muy temprano en la mañana empieza el trajinar de los hombres y mujeres que en la cocina preparan los alimentos de los que misionan en las diferentes zonas en las que está dividida la ciudad de San Luis.

Después de las laudes que normalmente terminan a las 8:30 a. m. comienza el desayuno que se extiende hasta casi las 9:00 de la mañana para acto seguido repartir a los equipos el material de la misión y partir cada uno a su zona. Encomiable esfuerzo el de María y su equipo de misión por tener preparado a tiempo cada día los materiales disponibles para misionar.

Estas primeras horas de la mañana son muy activas pues se unen los misioneros extranjeros que nos acompañan con los del patio que en franca camaradería realizan todas las actividades.

Sobre las 9:30 pudiera pensar usted, querido lector, que todo va a ser quietud en la parroquia, pero no, entonces empiezan a llegar los que no estaban en sus casas cuando los misioneros pasaron o los que aún no han sido visitados y es porque nadie se quiere quedar sin los afiches que se reparten. Esta misión ha generado un gran movimiento y el despertar de muchos al llamado de Nuestro Señor. No hay dudas de que en el pueblo de San Luis hay sed de Dios.

A las 12:00 regresan los misioneros al templo que a pesar del cansancio que es evidente, por las largas caminatas y el sol, no dejan de sonreír y contar anécdotas de cómo les fue el día y de lo bien que son recibidos en todos los hogares que visitan, pues aun los que pertenecen a otras religiones o no son creyentes los atienden con respeto y amabilidad.

Luego del almuerzo y un tiempo de descanso, comienza la segunda jornada de trabajo misionero sobre las 4.00 p.m. A esa hora cada zona realiza múltiples actividades que van desde catequesis a los diferentes grupos etarios, rosarios, encuentros de Lectio Divina, misas y bautizos según la planificación que cada grupo hace en su zona de acuerdo a las características de las mismas.

De 7:30 a 8:30 p.m. es el horario de la comida y luego de esa hora vuelve a llenarse cada rincón de la parroquia pues todas sus dependencias acogen a los misioneros que desde diferentes países del continente americano nos visitan y que tan cariñosamente han sido acogidos. Por doquier se ve grupos de sacerdotes, hermanas y laicos que conversan animadamente con jóvenes, adolescentes y adultos que en animadas charlas testimonian lo vivido.

Aunque la Misión no ha concluido nos atrevemos a decir que ha sido un éxito. Este pequeño  escrito   es sólo una crónica de un día normal de misión.

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