Aula Pablo VI
Miércoles, 13 de abril de 2022
“La paz de Jesús nunca es una paz armada”
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Estamos en el centro de la Semana Santa, que va desde el Domingo de Ramos al Domingo de Pascua. Ambos domingos se caracterizan por la fiesta que se hace en torno a Jesús. Pero son dos fiestas diferentes. (more…)
Aula Pablo VI, Miércoles, 6 de abril de 2022
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
El sábado y domingo pasados estuve en Malta: un viaje apostólico que estaba programado desde hace tiempo; fue pospuesto hace dos años, por el covid y sus consecuencias. Pocos saben que Malta, aun siendo una isla en medio del Mediterráneo, recibió muy pronto el Evangelio. ¿Por qué? Porque el apóstol Pablo naufragó cerca de su costa y prodigiosamente se salvó con todos los que estaban en el barco, más de doscientas setenta personas. Cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles que los malteses les acogieron a todos, y dice esta palabra: con «una humanidad poco común» (28,2). Esto es importante, no olvidarlo: “con una humanidad poco común”. He elegido precisamente estas palabras: con una humanidad poco común, como lema de mi viaje, porque indican el camino a seguir no solo para afrontar el fenómeno de los migrantes, sino más en general para que el mundo se vuelva más fraterno, más vivible, y se salve de un “naufragio” que nos amenaza a todos nosotros, que estamos —como hemos aprendido— en la misma barca, todos. Malta es, en este horizonte, un lugar-clave. (more…)
Aula Pablo VI, Miércoles, 30 de marzo de 2022
Catequesis sobre la vejez 5
La fidelidad a la visita de Dios para la generación que viene
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro itinerario de catequesis sobre el tema de la vejez, hoy miramos al tierno cuadro pintado por el evangelista san Lucas, que llama a escena a dos figuras de ancianos, Simeón y Ana. Su razón de vida, antes de despedirse de este mundo, es la espera de la visita de Dios. Esperaban que Dios viniera a visitarles, es decir Jesús. Simeón sabe, por una premonición del Espíritu Santo, que no morirá antes de haber visto al Mesías. Ana iba cada día al templo dedicándose a su servicio. Ambos reconocen la presencia del Señor en el niño Jesús, que colma de consuelo su larga espera y serena su despedida de la vida. Esta es una escena de encuentro con Jesús, y de despedida.
¿Qué podemos aprender de estas dos figuras de ancianos llenos de vitalidad espiritual?
Primero, aprendemos que la fidelidad de la espera afina los sentidos. Por otro lado, lo sabemos, el Espíritu Santo hace precisamente esto: ilumina los sentidos. En el antiguo himno Veni Creator Spiritus, con el que invocamos todavía hoy al Espíritu Santo, decimos: «Accende lumen sensibus», enciende una luz para los sentidos, ilumina nuestros sentidos. El Espíritu es capaz de hacer esto: agudiza los sentidos del alma, no obstante los límites y las heridas de los sentidos del cuerpo. La vejez debilita, de una manera u otra, la sensibilidad del cuerpo: uno es más ciego, otro más sordo… Sin embargo, una vejez que se ha ejercitado en la espera de la visita de Dios no perderá su paso: es más, estará también más preparada a acogerla, tendrá más sensibilidad para acoger al Señor cuando pasa. Recordemos que una actitud del cristiano es estar atento a las visitas del Señor, porque el Señor pasa en nuestra vida con las inspiraciones, con la invitación a ser mejores. Y san Agustín decía: “Tengo miedo de Dios cuando pasa” – “¿Pero por qué tienes miedo? – “Sí, tengo miedo de no darme cuenta y dejarlo pasar”. Es el Espíritu Santo que prepara los sentidos para entender cuándo el Señor nos está visitando, como hizo con Simeón y Ana.
Hoy más que nunca necesitamos esto: necesitamos una vejez dotada de sentidos espirituales vivos y capaz de reconocer los signos de Dios, es más, el Signo de Dios, que es Jesús. Un signo que nos pone en crisis, siempre: Jesús nos pone en crisis porque es «señal de contradicción» (Lc 2,34), pero que nos llena de alegría. Porque la crisis no te lleva a la tristeza necesariamente, no: estar en crisis, sirviendo al Señor, muchas veces te da paz y alegría. La anestesia de los sentidos espirituales —y esto es feo— la anestesia de los sentidos espirituales, en la excitación y en el entumecimiento de los corporales, es un síndrome generalizado en una sociedad que cultiva la ilusión de la eterna juventud, y su rasgo más peligroso está en el hecho de que esta es mayoritariamente inconsciente. No nos damos cuenta de estar anestesiados. Y esto sucede: siempre ha sucedido y sucede en nuestra época. Los sentidos anestesiados, sin entender qué sucede; los sentidos interiores, los sentidos del espíritu para entender la presencia de Dios o la presencia del mal, anestesiados, no distinguen.
Cuando pierdes la sensibilidad del tacto o del gusto, te das cuenta enseguida. Sin embargo, la del alma, esa sensibilidad del alma puedes ignorarla durante mucho tiempo, vivir sin darte cuenta de que has perdido la sensibilidad del alma. Esta no se refiere simplemente al pensamiento de Dios o de la religión. La insensibilidad de los sentidos espirituales se refiere a la compasión y la piedad, la vergüenza y el remordimiento, la fidelidad y la entrega, la ternura y el honor, la responsabilidad propia y el dolor ajeno. Es curioso: la insensibilidad no te hace entender la compasión, no te hace entender la piedad, no te hace sentir vergüenza o remordimiento por haber hecho algo malo. Es así: los sentidos espirituales anestesiados confunden todo y uno no siente, espiritualmente, cosas del estilo. Y la vejez se convierte, por así decir, en la primera pérdida, la primera víctima de esta pérdida de sensibilidad. En una sociedad que ejerce principalmente la sensibilidad por el disfrute, disminuye la atención a los frágiles y prevalece la competencia de los vencedores. Y así se pierde la sensibilidad. Ciertamente, la retórica de la inclusión es la fórmula de rito de todo discurso políticamente correcto. Pero todavía no trae una real corrección en las prácticas de la convivencia normal: cuesta que crezca una cultura de la ternura social. No: el espíritu de la fraternidad humana —que me ha parecido necesario reiterar con fuerza— es como un vestido en desuso, para admirar, sí, pero… en un museo. Se pierde la sensibilidad humana, se pierden estos movimientos del espíritu que nos hacen humanos.
Es verdad, en la vida real podemos observar, con gratitud conmovida, muchos jóvenes capaces de honrar hasta al fondo esta fraternidad. Pero precisamente aquí está el problema: existe un descarte, un descarte culpable, entre el testimonio de esta savia vital de la ternura social y el conformismo que impone a la juventud definirse de una forma completamente diferente. ¿Qué podemos hacer para colmar este descarte?
De la historia de Simeón y Ana, pero también de otras historias bíblicas de la edad anciana sensible al Espíritu, viene una indicación escondida que merece ser llevada a primer plano. ¿En qué consiste, concretamente, la revelación que enciende la sensibilidad de Simeón y Ana? Consiste en el reconocer en un niño, que ellos no han generado y que ven por primera vez, el signo seguro de la visita de Dios. Ellos aceptan no ser protagonistas, sino solo testigos. Y cuando un individuo acepta no ser protagonista, sino que se involucra como testigo, la cosa va bien: ese hombre o esa mujer está madurando bien. Pero si tiene siempre ganas de ser protagonista no madurará nunca este camino hacia la plenitud de la vejez. La visita de Dios no se encarna en su vida, de los que quieren ser protagonistas y nunca testigos, no los lleva a la escena como salvadores: Dios no se hace carne en su generación, sino en la generación que debe venir. Pierden el espíritu, pierden las ganas de vivir con madurez y, como se dice normalmente, se vive con superficialidad. Es la gran generación de los superficiales, que no se permiten sentir las cosas con la sensibilidad del espíritu. ¿Pero por qué no se lo permiten? En parte por pereza, y en parte porque ya no pueden: la han perdido. Es feo cuando una civilización pierde la sensibilidad del espíritu. Sin embargo, es muy bonito cuando encontramos ancianos como Simeón y Ana que conservan esta sensibilidad del espíritu y son capaces de entender las diferentes situaciones, como estos dos entendieron que esta situación que estaba ante ellos era la manifestación del Mesías. Ningún resentimiento y ninguna recriminación por esto, cuando estoy en este estado de quietud. Sin embargo, gran conmoción y gran consolación cuando los sentidos espirituales están todavía vivos. La conmoción y la consolación de poder ver y anunciar que la historia de su generación no se ha perdido o malgastado, precisamente gracias a un evento que se hace carne y se manifiesta en la generación que sigue. Y esto es lo que siente un anciano cuando los nietos van a hablar con él: se siente reavivar. “Ah, mi vida está todavía aquí”. Es muy importante ir donde los ancianos, es muy importante escucharlos. Es muy importante hablar con ellos, porque tiene lugar este intercambio de civilización, este intercambio de madurez entre jóvenes y ancianos. Y así, nuestra civilización va hacia delante de forma madura.
Solo la vejez espiritual puede dar este testimonio, humilde y deslumbrante, haciéndola autorizada y ejemplar para todos. La vejez que ha cultivado la sensibilidad del alma apaga toda envidia entre las generaciones, todo resentimiento, toda recriminación por una venida de Dios en la generación venidera, que llega junto con la despedida de la propia. Y esto es lo que sucede a un anciano abierto con un joven abierto: se despide de la vida, pero entregando —entre comillas— la propia vida a la nueva generación. Y esta es la despedida de Simeón y Ana: “Ahora puedo ir en paz”.
La sensibilidad espiritual de la edad anciana es capaz de abatir la competición y el conflicto entre las generaciones de forma creíble y definitiva. Supera, esta sensibilidad: los ancianos, con esta sensibilidad, superan el conflicto, van más allá, van a la unidad, no al conflicto. Esto ciertamente es imposible para los hombres, pero es posible para Dios. ¡Y hoy necesitamos mucho de la sensibilidad del espíritu, de la madurez del espíritu, necesitamos ancianos sabios, maduros en el espíritu que nos den una esperanza para la vida!
LLAMAMIENTO
Queridos hermanos y hermanas, el próximo sábado y domingo iré a Malta. En esa tierra luminosa seré peregrino tras las huellas del apóstol Pablo, que allí fue acogido con gran humanidad después de haber naufragado en el mar mientras se dirigía a Roma. Este viaje apostólico será la ocasión para ir a las fuentes del anuncio del Evangelio, para conocer personalmente a una comunidad cristiana de historia milenaria y vivaz, para encontrarme con los habitantes de un país que se encuentra en el centro del Mediterráneo y en el sur del continente europeo, hoy aún más comprometido con la acogida de tantos hermanos y hermanas que buscan refugio. Desde ahora saludo de corazón a todos vosotros malteses: feliz día. Doy las gracias a los que han trabajado para preparar esta visita y pido a cada uno que me acompañe con la oración. ¡Gracias!
Aula PaBlo VI, Miércoles, 23 de marzo de 2022
Catequesis sobre la vejez 4
La despedida y la herencia: memoria y testimonio
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la Biblia, el pasaje de la muerte del viejo Moisés está precedido por su testamento espiritual, llamado “Cántico de Moisés”. Este Cántico es en primer lugar una bellísima confesión de fe, y dice así: «Porque voy a aclamar el nombre de Yahveh; ¡ensalzad a nuestro Dios! Él es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de lealtad, no de perfidia, es justo y recto» (Dt 32,3-4). Pero también es memoria de la historia vivida con Dios, de las aventuras del pueblo que se ha formado a partir de la fe en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Y por tanto Moisés recuerda también las amarguras y las desilusiones del mismo Dios: Su fidelidad puesta continuamente a prueba por la infidelidad de su pueblo. El Dios fiel y la respuesta del pueblo infiel: como si el pueblo quisiera poner a prueba la fidelidad de Dios. Y Él permanece siempre fiel, cerca de su pueblo. Este es precisamente el núcleo del Cántico de Moisés: la fidelidad de Dios que nos acompaña durante toda la vida. (more…)
Adjuntos
Acepta el Papa Francisco renuncia de Mons Manuel Hilario de Céspedes, obispo de Matanzas
La Oficina de Prensa de la Santa Sede, anunció que el papa Francisco ha aceptado este martes 22 de marzo la renuncia del obispo de Matanzas, Mons. Manuel Hilario de Céspedes García Menocal, quien ya la habría solicitado al Santo Padre hace tres años al cumplir los 75 años según establece el Derecho Canónico.
Monseñor Manuel Hilario lo ha comunicado a sus fieles todos con una sencilla y afectuosa nota:
A los sacerdotes, diáconos, seminaristas y fieles de la Diócesis.
Queridos hermanos y hermanas:
El Santo Padre Francisco ha aceptado mi renuncia al gobierno pastoral de nuestra diócesis y ha nombrado Admistrador Apostólico Sede Vacante de Matanzas al Sr. Cardenal Juan García, Arzobispo de La Habana, oremos por él y por nuestra diócesis.
Les agradezco la colaboración que me han brindado durante los años que he estado al frente de la diócesis y estoy seguro de que continuarán colaborando en la nueva situación.
Desde el viernes 18 resido en La Milagrosa, donde he sido acogido fraternalmente. Aquí me tienen si en algo puedo servirlos.
No olvidemos pedir la intercesión de San Carlos, que Dios los bendiga y la Virgen de la Caridad los cobije.
+ Manolo
Obispo Emérito de Matanzas
Al finalizar la Audiencia de hoy 16 de marzo, en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco hizo esta oración por la paz.
Queridos hermanos y hermanas, en el dolor de esta guerra hacemos una oración todos juntos, pidiendo al Señor el perdón y pidiendo la paz. Rezaremos una oración escrita por un obispo italiano.
Perdónanos la guerra, Señor. (more…)
Aula Paolo VI, Miércoles, 2 de marzo de 2022
Catequesis sobre la vejez 2. La longevidad: símbolo y oportunidad
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
En el pasaje bíblico de las genealogías de los antepasados sorprende enseguida su enorme longevidad: ¡se habla de siglos! ¿Cuándo empieza, aquí, la vejez? Uno se pregunta. ¿Y qué significa el hecho de que estos antiguos padres vivan tanto después de haber generado a los hijos? ¡Padres e hijos viven juntos, durante siglos! Esta cadencia secular de la época, narrada con estilo ritual, otorga a la relación entre longevidad y genealogía un significado simbólico fuerte, muy fuerte.
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«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo.
Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)
Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Para nuestro camino cuaresmal de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a). (more…)
Tengo un gran dolor en el corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas se están abriendo escenarios cada vez más alarmantes. Al igual que yo, mucha gente en todo el mundo está sintiendo angustia y preocupación. Una vez más la paz de todos está amenazada por los intereses de las partes. Quisiera hacer un llamamiento a quienes tienen responsabilidades políticas, para que hagan un serio examen de conciencia delante de Dios, que es Dios de la paz y no de la guerra; que es Padre de todos, no solo de algunos, que nos quiere hermanos y no enemigos. Pido a todas las partes implicadas que se abstengan de toda acción que provoque aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilizando la convivencia entre
las naciones y desacreditando el derecho internacional. (more…)
Adjuntos
Aula Pablo VI, Miércoles, 23 de febrero de 2022
Catequesis sobre la vejez 1
La gracia del tiempo y la alianza de las edades de la vida
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hemos terminado las catequesis sobre san José. Hoy empezamos un recorrido de catequesis que busca inspiración en la Palabra de Dios sobre el sentido y el valor de la vejez. Hagamos una reflexión sobre la vejez. Desde hace algunos decenios, esta edad de la vida concierne a un auténtico “nuevo pueblo” que son los ancianos. Nunca hemos sido tan numerosos en la historia humana. El riesgo de ser descartados es aún más frecuente: nunca tan numerosos como ahora, nunca el riesgo como ahora de ser descartados. Los ancianos son vistos a menudo como “un peso”. En la dramática primera fase de la pandemia fueron ellos los que pagaron el precio más alto. Ya eran la parte más débil y descuidada: no los mirábamos demasiado en vida, ni siquiera los vimos morir. He encontrado también esta Carta de los derechos de los ancianos y los deberes de la comunidad: ha sido editada por los gobiernos, no está editada por la Iglesia, es algo laico: es buena, es interesante, para conocer que los ancianos tienen derechos. Hará bien leerla. (more…)