Fueron muchos los llamados y pocos los que respondieron
Por: Hna. María de los Ángeles Montell Castillo hs
El 18 de junio pasado la vida religiosa de la arquidiócesis de Santiago de Cuba, nos dispusimos a pasar un día juntos alabando al Señor sin tener en cuenta carisma ni misión solo reinaba en este momento hacer un mismo camino y pasar un día descubriendo juntos las maravillas de Dios en la creación. Así comenzamos con gran alegría nuestro paseo a las alturas de la Gran Piedra.
Dejando el calor santiaguero y experimentando un fresco agradable, luego de las instrucciones necesarias para la subida a la Gran Piedra nos dispusimos y con ánimo de juventud llegar a esta piedra que está a 1214 m sobre el nivel del mar y tiene 459 escalones para llegar a la contemplación de un gran paisaje ¡ARRIBA!
Siempre hubo quien pensó no llegar, que quedaría quedar en el camino y con el ánimo de hermanos fuimos haciendo la escalada, aminándonos unos a otros, las exclamaciones eran ¡ay, ay no llego! ¡Ay de yo saber que era tan alto, me hubiese quedado abajo! Otro decía vamos que se puede, tu llegas ¡Qué lindo Señor, vale la pena hacer el esfuerzo! ¡Es una maravilla que nadie se debe perder! ¡Qué clima más rico! ¡Hagamos tres tiendas! … en fin llegamos a la piedra y allí en la contemplación supimos agradecer al Creador, desde el aire que respirábamos hasta el habernos permitido llegar juntos, conocer a personas que nos ofrecieron muchas artesanías confeccionadas con semillas, maderas y otros materiales que se encuentran solo en un lugar tan precioso como éste.
Pudimos admirar más de cerca la belleza de nuestras montañas, ya cuando bajamos se compartió con los que no pudieren subir y luego visitamos el museo del café llamado ¨La Isabelica¨ pero no, no tomamos café solo aprendimos como se cosechaba y conocimos de la historia del lugar.
Luego del almuerzo, nuestro día iba terminando, ya en la carretera de regreso visitamos al jardín donde admiramos diferente tipos de árboles frutales y forestales, flores preciosas y variadas, siempre hubo una que otra matica que se movió de lugar y vinieron a vivir en las casas religiosas de Santiago, ellas lo pedían para ¨adornar nuestras casas¨.
Regresamos a la ciudad, renovados y con gran entusiasmo, en espera del próximo. Confiando siempre que Dios nos enviará juntos a compartir la Alegría y Renovar nuestras fuerzas. Damos gracias al equipo organizador y Mons. Dionisio por prestarnos el trasporte y en especial al chofer padrino de la Vida religiosa en Santiago de Cuba Luis Alberto Porro.