Círculos y cuadrados… Convivir con las diferencias

Círculos y cuadrados… Convivir con las diferencias

Voy a quitar las viejas cerraduras
creo que están de más ciertas paredes
aprendí con el tiempo que se puede
cambiar sin que se dañe la estructura

Tony Ávila

Por: Lic. Leonor Grethel Sierra Salas

Comunicadora de Cáritas Diocesana Santiago de Cuba

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 28 de enero de 2017 / El IV Encuentro del Proyecto “Mediación de conflictos y comunicación afectiva” del Programa de Formación General de Cáritas Diocesana, impartido por la Dra. Especialista en Psiquiatría Vilma Álvarez Cuñat y desarrollado en la Casa Pastoral Juan Pablo II de Santiago de Cuba, centró la atención en la transformación no violenta del conflicto.

La observación de materiales audiovisuales propició la reflexión y el debate grupal. La aceptación de las diferencias fue el tema de uno de ellos. El cuadrado debía entrar por la misma puerta del círculo pero no podía. Ante lo cual intentaron, entre otras acciones, forzar su entrada o convertirlo en círculo. Finalmente llegaron a la racional decisión de modificar el contorno de la puerta para que el cuadrado pudiera pasar.

Esta sencilla historia, con la visualidad y narración propias aparentemente para un público infantil, tenía mensajes relevantes para los adultos. En ocasiones nos resulta difícil aceptar las diferencias, ya sea por presión social o postura individual, y deseamos que todos respondan de manera afirmativa a nuestras expectativas, costumbres, educación y actitudes ante las situaciones de la vida. Pero las diferencias existen y no son necesariamente negativas, por lo que forzar a cambiar al otro puede generar conflictos, malestar y hasta violencia, cuando en su lugar se requiere de comprensión, tolerancia, asertividad e inteligencia emocional.

En la discusión colectiva del video se debatieron aquellas oportunidades de transformación y crecimiento personal que ofrecía el conflicto presentado. Obtener provecho de las diferencias entre las partes para el beneficio mutuo y la solución del hecho conflictivo fue la lección que otros dibujos animados nos legaron esa tarde.

De esta manera los objetivos trazados en la clase por la profesora fueron completados, ya que se evaluaron situaciones prácticas relacionadas con tipos de conflicto en aras de propiciar la modificación de las posturas que asumimos ante ellos. Conocimos que las cuatro A para el manejo del conflicto son la atención, la aceptación, el análisis y la acción apropiada, pasos conducentes a la solución, la cual constituye respuesta creativa a un problema.

Lógicamente no transitamos de tener una mala comunicación afectiva, de estar inmersos en problemas familiares o laborales (que pueden haber estado vigentes durante años llegando incluso a adaptarnos a ellos) a convertirnos en buenos mediadores de conflictos, así, de un día para otro y como “por arte de magia”.

No será suficiente una clase para ello, sino mucho autoexamen y práctica, un aprendizaje paulatino que conduzca a un cambio primero dentro de nosotros mismos para la rectificación de conductas. Con el permiso de Tony Ávila, para hacer uso de su metáfora, hagamos una inspección a nuestra casa, la cual se puede perfeccionar sin hacer daño a su estructura.

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Familia, amor y reconciliación…hasta La Maya

Familia, amor y reconciliación…hasta La Maya

“El amor es de dónde venimos y a donde vamos y lo que pasamos en medio” (Extraído de “Human” material audiovisual dirigido por Yann Arthus-Bertrand)

Por: Lic. Leonor Grethel Sierra Salas

Comunicadora de Cáritas Diocesana Santiago de Cuba

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 28 de enero de 2017 / Existen temas que, por su universalidad, nunca llegan a agotarse cuando salen a relucir en foros de discusión. Y resulta necesario hablar una y otra vez de ellos, para esparcir su savia de raigambre humana, no desligada a esa condición y conformadora de aquello que nos distingue, de aquello que favorece nuestro crecimiento como personas, nuestra mejoría espiritual, nuestra convivencia pacífica: temas como el amor, la familia o la reconciliación.

Los lectores de esta reseña recordarán otras publicaciones sobre las lecciones que el profesor y psicólogo Joaquín Gómez ofreció durante todo el 2016 a los integrantes del equipo Cáritas y a los padres de los niños del programa de Cáritas: Grupos de Desarrollo Humano Infanto  juvenil y sus familias (GDH). El éxito de este proyecto de formación de valores (me atrevo a afirmar que generó en todos un cambio, o al menos sembró la intención del cambio, a partir del cuestionamiento crítico, promotor a su vez de un enriquecimiento en nuestras formas de vivenciar y entregar el amor)  hará  posible su extensión durante el 2017 al municipio La Maya y en El Cristo.

El sábado 22 de enero en La Maya, aproximadamente 30 personas se reunieron en el patio del templo parroquial para descubrir que allí se encontrarían de manera sistemática con el objetivo de ejercitar algo que hizo sonrojar a algunos en un principio: hacer el amor. Esclarecidas las dudas provocadas por aquellas lecturas estrechas de la frase, todos escucharon y opinaron sobre el amor y sus diferentes manifestaciones (entendido como emoción, como sentimiento, como espiritualidad y como valor). Fue grato escuchar la metáfora muy bien “traída al caso” por el profesor (y de su autoría según le parece y nos parece) sobre la materia que estaba en discusión: “El amor es un manantial, no un sumidero”. Se entrega, se da sin mirar a quién ni con condiciones, no reclama de forma egoísta para sí mismo. O como afirmaría el poeta libanés Khalil Gibran, “el amor no da nada más que a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo”.

El clima se tornó muy participativo. Algunos hicieron referencia a sus experiencias con la familia o la comunidad para apoyar sus valoraciones personales sobre interrogantes del guía de la clase, las cuales iban orientando el camino para la comprensión de un asunto sobre el que no siempre tenemos las luces encendidas, porque -como se esclareció en el encuentro- nuestras posturas sobre cada fenómeno vital también vienen condicionadas por lo que nos enseñaron (padres, maestros, vecinos, amigos…) y muchas deben ser desaprendidas, si bien otras son valiosas.

Sin dudas quedó una semilla plantada en los asistentes, porque somos un poquito más sabios luego de escuchar al profesor Joaquín, sabemos que nos habla sobre el amor desde el amor, y que sus palabras son una lección para nuestro mejoramiento. Es posible que una vez terminada la clase y fuera del templo, su auditorio comenzara a hacer crecer esa semilla. Ya lo sabremos con más certeza el próximo encuentro, cuando la tarea asignada muestre sus frutos.

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Tanto amó Dios a Cuba…

Por: Marisel Isaura Vizoso Ramos

Arquidiócesis de Santiago de Cuba, 27 de enero de 2017 / Con la absoluta certeza de que no existe la casualidad, hago esta nota al vuelo, inspirada en el Grito de Dios en el Silencio, el cual, al escucharlo me hizo sentir indescriptiblemente feliz, creo que gozosa si no fuera ocasión de pecado, y el Amor de Dios no es pecado.

En el marco del Octavario por la unidad de los cristianos, que entre los días 18 y 25 de este mes de enero de 2017 celebramos los católicos, tuve la dicha el lunes 23, de facilitar el encuentro de seis hermanos de una de las Iglesias separadas de los EEUU (no me importó precisar cuál) pues encontré tanto amor y tantos deseos de ayudar al pueblo cubano (tal era la visa con que viajaron), con una de las comunidades cristianas de la zona de Guamá. Sabiendo que soy católica, me pidieron los llevara a conocer aquellos niños de la Comunidad de Nima Nima, de la Parroquia Cristo Rey de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba, a los que en febrero de 2016 habían enviado una ayuda que se tradujo en la entrega de ventiladores de mesa y colchones esencialmente.

¿Por qué a esos niños de Nima Nima, tanto los de la catequesis de la Comunidad como otros tan necesitados como cualesquiera de aquellos? El nexo viene de mi añorada época de misionera en esa comunidad allá por 2007-2008 por los cuales, niños y adultos, guardo un espacio en mi corazón.

¡GRACIAS! María, Kim, Susy, John, Lucas y Benjamín por hacerlos felices a ellos y a sus padres así como a otros miembros del pobladito.

¡GRACIAS SEÑOR, ciertamente, “Porque tanto amó Dios al mundo (y en él a Cuba) que envió a su Hijo Unigénito, para que todo el crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”!

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