DIA 5 DE OCTUBRE 2021
CLARET CATEQUISTA
EL CATECISMO EN LA EXPERIENCIA DEL JOVEN CLARET
“Cuando después me hallaba solo en la ciudad de Barcelona, como en su lugar diré, al ver y oír cosas malas, me recordaba y me decía: Eso es malo, debes huirlo; más bien debes dar crédito a Dios, a tus padres y a tu maestro, que a esos infelices que no saben lo que se hacen ni lo que dicen” (Aut. 27) (more…)
Tomado de: https://www.synod.va/es/news/synod-official-logo.html
Un árbol grande y majestuoso, lleno de sabiduría y luz, alcanza el cielo. Un signo de profunda vitalidad y esperanza que expresa la cruz de Cristo. Lleva la Eucaristía, que brilla como el sol. Las ramas horizontales, abiertas como manos o alas, sugieren, al mismo tiempo, el Espíritu Santo.
El pueblo de Dios no es estático: está en movimiento, en referencia directa a la etimología de la palabra sínodo, que significa “caminar juntos”. El pueblo está unido por la misma dinámica común que le insufla este Árbol de la Vida, desde el que inicia su caminar. (more…)
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Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
Domingo XXVII del Tiempo Ordinario
“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne Lo que Dios unió que no lo separe el hombre.” Mc 10, 7-9
(Música, Llegaste Tú, Luis Fonsi y Juan Luis Guerra) (more…)
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Eucaristía XXVII Domingo del Tiempo Ordinario
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
3 de octubre de 2021
“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne Lo que Dios unió que no lo separe el hombre.” Mc 10, 7-9
Hermanos,
Estamos celebrando la eucaristía del primer domingo del mes de octubre. Este mes octubre la Iglesia lo dedica a orar por la misión, nos invita a todos los cristianos a tomar conciencia que desde el día de nuestro bautismo somos discípulos y misioneros del Señor. La iglesia existe para evangelizar, para anunciar a Cristo, camino, verdad y vida, salvación para todos los pueblos. Jesús fue el primer misionero del Padre, podemos recordar esas palabras de Cristo en la sinagoga, cuando proclamó al profeta Isaías. (more…)
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3 de octubre de 2021
Desde la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne Lo que Dios unió que no lo separe el hombre.” Mc 10, 7-9
Transmisión de la Eucaristía por el canal de YouTube de la Parroquia del Cobre, desde la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Fiesta de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, presidida por el P. Fidel Eugenio Castellanos Pesantes, Rector del Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre y el P. Osmany Masó, párroco de la parroquia de Cristo Rey en la ciudad de Santiago de Cuba.
Agradecemos a todos los que hacen posible esta transmisión, a los que ponen su trabajo y talento al servicio de la comunidad.
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¡Nuestra edición 222 ha salido de imprenta y pronto la haremos llegar a nuestros lectores! Cuántas dificultades, contratiempos, incertidumbres, dolores… pero siempre el Señor nos anima a “hacer todas las cosas nuevas en Él”, y a pesar de las muchas limitaciones, a pesar de la precariedad con que en tantas ocasiones debemos realizar nuestra misión, siempre nos empuja y vamos adelante. (more…)
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Catequesis 9. La vida en la fe Cristo con su gracia nos hace justos
El Papa Francisco continúa hoy la catequesis sobre la enseñanza de San Pablo. El tema de esta mañana ha sido el de la justificación, un tema “difícil pero importante”, señaló el Papa. “No somos nosotros con nuestros esfuerzos que nos volvemos justos, sino que es Cristo con su gracia quien nos hace justos
PAPA FRANCESCO AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI, Miércoles, 29 de septiembre de 2021
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro recorrido para comprender mejor la enseñanza de san Pablo, nos encontramos hoy con un tema difícil pero importante, el de la justificación. ¿Qué es la justificación? Nosotros, de pecadores, nos hemos convertido en justos. ¿Quién nos ha hecho justos? Este proceso de cambio es la justificación. Nosotros, ante Dios, somos justos. Es verdad, tenemos nuestros pecados personales, pero en la base somos justos. Esta es la justificación. Se ha discutido mucho sobre este argumento para encontrar la interpretación más coherente con el pensamiento del apóstol y, como sucede a menudo, se ha llegado también a contraponer las posiciones. En la Carta a los Gálatas, como también en la de los Romanos, Pablo insiste en el hecho de que la justificación viene de la fe en Cristo. “¡Pero, yo soy justo porque cumplo todos los mandamientos!”. Sí, pero de ahí no te viene la justificación, te viene antes: alguien te ha justificado, alguien te ha hecho justo ante Dios. “¡Sí, pero soy pecador!”. Sí eres justo, pero pecador, pero en la base eres justo. ¿Quién te ha hecho justo? Jesucristo. Esta es la justificación.
¿Qué se esconde detrás de la palabra “justificación” que es tan decisiva para la fe? No es fácil llegar a una definición exhaustiva, pero en el conjunto del pensamiento de san Pablo se puede decir sencillamente que la justificación es la consecuencia de la «iniciativa misericordiosa de Dios que otorga el perdón» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1990). Y este es nuestro Dios, así tan bueno, misericordioso, paciente, lleno de misericordia, que continuamente da el perdón, continuamente. Él perdona, y la justificación es Dios que perdona desde el inicio a cada uno, en Cristo. La misericordia de Dios que nos da el perdón. Dios, de hecho, a través de la muerte de Jesús —y esto debemos subrayarlo: a través de la muerte de Jesús— ha destruido el pecado y nos ha donado de forma definitiva el perdón y la salvación. Así justificados, los pecadores son acogidos por Dios y reconciliados con Él. Es como un regreso a la relación original entre el Creador y la criatura, antes de que interviniera la desobediencia del pecado. La justificación que Dios realiza, por tanto, nos permite recuperar la inocencia perdida con el pecado. ¿Cómo ocurre la justificación? Responder a esta pregunta equivale a descubrir otra novedad de la enseñanza de san Pablo: que la justificación ocurre por gracia. Solo por gracia: nosotros hemos sido justificados por pura gracia. “¿Pero yo no puedo, como hacen algunos, ir donde el juez y pagar para que me de justicia?”. No, en esto no se puede pagar, ha pagado uno por todos nosotros: Cristo. Y de Cristo que ha muerto por nosotros viene esa gracia que el Padre da a todos: la justificación ocurre por gracia.
El apóstol siempre tiene presente la experiencia que cambió su vida: el encuentro con Jesús resucitado en el camino a Damasco. Pablo había sido un hombre orgulloso, religioso, celante, convencido de que en la escrupulosa observancia de los preceptos estaba la justicia. Ahora, sin embargo, ha sido conquistado por Cristo, y la fe en Él lo ha transformado en lo profundo, permitiéndole descubrir una verdad hasta ahora escondida: no somos nosotros con nuestros esfuerzos que nos volvemos justos, no: no somos nosotros; sino que es Cristo con su gracia quien nos hace justos. Entonces Pablo, para tener una plena conciencia del misterio de Jesús, está dispuesto a renunciar a todo en lo que antes era rico (cfr. Fil 3,7), porque ha descubierto que solo la gracia de Dios lo ha salvado. Nosotros hemos sido justificados, hemos sido salvados por pura gracia, no por nuestros méritos. Y esto nos da una confianza grande. Somos pecadores, sí; pero vamos por el camino de la vida con esta gracia de Dios que nos justifica cada vez que nosotros pedimos perdón. Pero no justifica en ese momento: somos ya justificados, pero viene a perdonarnos otra vez.
La fe tiene para el apóstol un valor global. Toca cada momento y cada aspecto de la vida del creyente: desde el bautismo hasta la partida de este mundo, todo está impregnado de la fe en la muerte y resurrección de Jesús, que dona la salvación. La justificación por fe subraya la prioridad de la gracia, que Dios ofrece a los que creen en su Hijo sin distinción alguna.
Por eso no debemos concluir, por tanto, que para Pablo la Ley mosaica ya no tenga valor; esta, de hecho, permanece un don irrevocable de Dios, es —escribe el apóstol— «santa» (Rm 7,12). También para nuestra vida espiritual es esencial cumplir los mandamientos, pero tampoco en esto podemos contar con nuestras fuerzas: es fundamental la gracia de Dios que recibimos en Cristo, esa gracia que nos viene de la justificación que nos ha dado Cristo, que ya ha pagado por nosotros. De Él recibimos ese amor gratuito que nos permite, a su vez, amar de forma concreta.
En este contexto, está bien recordar también la enseñanza que proviene del apóstol Santiago, quien escribe: «Ya veis como el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente —parecería lo contrario, pero no es lo contrario— […] Porque así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (St 2,24.26). La justificación, si no florece con nuestras obras, estará ahí, bajo tierra, como muerta. Está, pero nosotros debemos realizarla con nuestras obras. Así las palabras de Santiago integran la enseñanza de Pablo. Para ambos, por tanto, la respuesta de la fe exige ser activos en el amor por Dios y en el amor por el prójimo. ¿Por qué “activos en ese amor”? Porque ese amor nos ha salvado a todos, nos ha justificado gratuitamente, ¡gratis!
La justificación nos introduce en la larga historia de la salvación, que muestra la justicia de Dios: frente a nuestras continuas caídas y a nuestras insuficiencias, Él no se ha resignado, sino que ha querido hacernos justos y lo ha hecho por gracia, a través del don de Jesucristo, de su muerte y resurrección. Algunas veces he dicho cómo es la forma de actuar de Dios, cuál es el estilo de Dios, y lo he dicho con tres palabras: el estilo de Dios es la cercanía, compasión y ternura. Siempre está cerca de nosotros, es compasivo y tierno. Y la justificación es precisamente la cercanía más grande de Dios con nosotros, hombres y mujeres, la compasión más grande de Dios hacia nosotros, hombres y mujeres, la ternura más grande del Padre. La justificación es este don de Cristo, de la muerte y resurrección de Cristo que nos hace libres. “Pero, Padre, yo soy pecador, he robado…”. Sí, pero en la base eres un justo. Deja que Cristo haga esa justificación. Nosotros no somos condenados, en la base, no: somos justos. Permitidme la palabra: somos santos, en la base. Pero después, con nuestra obra nos convertimos en pecadores. Pero, en la base, somos santos: dejemos que la gracia de Cristo emerja y esa justicia, esa justificación nos dé la fuerza de ir adelante. Así, la luz de la fe nos permite reconocer cuánto es infinita la misericordia de Dios, la gracia que obra por nuestro bien. Pero la misma luz nos hace también ver la responsabilidad que se nos ha encomendado para colaborar con Dios en su obra de salvación. La fuerza de la gracia tiene que combinarse con nuestras obras de misericordia, que somos llamados a vivir para testimoniar qué grande es el amor de Dios. Vamos adelante con esta confianza: todos hemos sido justificados, somos justos en Cristo. Debemos implementar esta justicia con nuestras obras.
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Tomado de Vatican News
Mensaje del Santo Padre a los jóvenes con motivo de la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud 2021, que se celebrará el 21 de noviembre en las Iglesias locales de todo el mundo. El texto, firmado por el Papa Francisco en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, forma parte de un ciclo de tres mensajes que acompañan a los jóvenes en el camino entre la JMJ de Panamá 2019 y la de Lisboa 2023, todos ellos centrados en el verbo “levantarse”.
Mensaje del Papa para la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud 2021
“¡Levántate! Te hago testigo de las cosas que has visto”. (cf. Hch 26,16)
Queridos jóvenes:
Una vez más quisiera tomarlos de la mano para continuar juntos la peregrinación espiritual que nos conduce hacia la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa en el 2023.
El año pasado, un poco antes de que se propagara la pandemia, firmé el mensaje con el lema “Joven, a ti te digo, ¡levántate!” (cf. Lc 7,14). En su providencia, el Señor ya nos quería preparar para la durísima prueba que estábamos a punto de vivir. (more…)
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Feliz domingo
Saludos hermanos
En el día de ayer 24/9, se dictaron nuevas medidas para suavizar las restricciones que para evitar la propagación del COVID estaban vigentes.
Desde el día de hoy la restricción de movimientos públicos es desde las 8:00 pm. Hasta las 5:00 am. De hecho también han informado que progresivamente se volverá al trabajo y el transporte público se irá normalizando.
Estas medidas inciden favorablemente en nuestra pastoral. Por este motivo, debemos, ir normalizando las actividades cultuales y parroquiales. (more…)
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
“No se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí”. Mc 9, 39
(Música, Me has atraído Jesús, Jesús Adrián Romero)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Me has atraído Jesús, Jesús Adrián Romero)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel Lopez-Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.
“Señor Dios que manifiestas tu poder de una manera admirable, sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica tu gracia sobre nosotros, para que apresurándonos hacia lo que nos prometes, nos hagas partícipes de los bienes celestes”
Buenos días, buenas tardes, buenas noches siempre un placer, una alegría, un gozo poder compartir con ustedes este tiempo de domingo, con las lecturas que la liturgia nos propone, meditando, reflexionando, fortaleciéndonos, para la semana que va comenzando.
El Evangelio de este domingo, domingo veintiséis del Tiempo Ordinario, está tomado del evangelista San Marcos, en el capítulo 9, versículos del 38 al 48.
(Lectura del evangelio de San Marcos, capítulo 9, 38-48)
Cuando leía las lecturas de hoy, la primera del Antiguo Testamento del libro de los Números y el Evangelio de San Marcos, lo primero que venía a la mente era la imagen de Jesús crucificado. De manera particular la imagen de Jesús crucificado que está en el coro de los canónicos de la Catedral, porque además de ser muy hermosa, fue la cruz que se utilizó cuando el papa Juan Pablo II vino a Santiago de Cuba. Entonces, es algo especial. Todas las cruces, todos los crucifijos son especiales, nos recuerden la pasión, la muerte, la resurrección, la vida; pero éste tiene una connotación particular.
Pero me venía a la mente no exactamente por eso, sino porque en la primera lectura del libro de los Números, el Espíritu Santo descendió sobre un grupo de setenta ancianos, que se pusieron a profetizar. Dos de los ancianos, no explica por qué, se quedaron en el campamento, Eldad y Medad; como habían sido escogidos también sobre ellos descendió el Espíritu Santo, aunque no estaban cuando la nube descendió sobre ellos y empezaron a profetizar. Allí estaba Josué, y a Josué se le ocurrió decirle a Moisés, él era ayudante de Moisés, Señor mío prohíbeselo. Y uno se queda así, prohíbeselo, ¿por qué? Ellos habían sido escogidos, ¿por qué si el Espíritu también descendió sobre ellos? Ah, quizás porque no estaban allí en el lugar que debían estar. Pero Moisés le responde, ¿Crees que voy a ponerme celoso? ¿Qué me va a doler prenda que ellos también, aunque no estaban aquí, estaban en el campamento, el Señor los escogió para que profetizaran? ¿Me va a doler eso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el Espíritu del Señor. ¡Qué alegría, qué gozo que el Espíritu iluminara a todos y todos pudieran profetizar! Pero la primea actitud es prohíbeselo. ¿Por qué? Porque no estaban donde debían estar, o donde yo suponía que debían estar.
Y en el evangelio de hoy, al Señor Jesús le dicen sus apóstoles, sus discípulos, hemos visto a uno que expulsaba los demonios en tu nombre y como no es de los nuestros se lo prohibimos. Cómo nos gusta esa palabra… Prohibir. Prohíbeselo, se lo prohibimos, ¿por qué? Porque no es uno de los nuestros. Y Jesús les respondió, no se lo prohíban porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre que luego sea capaz de hablar mal de mí; todo aquel que no está contra nosotros está a nuestro favor. Y eso fue lo que me llevo a pensar en el crucifijo del coro de los canónicos de la Catedral, Cristo con los brazos abiertos en la cruz, para acogernos a todos porque por todos murió, por los que loa amaron y por los que lo odiaron, por los que lo siguieron y por los que lo persiguieron, por los que estuvieron a los pies de la cruz y por los que lo clavaron en la cruz, nadie quedó fuera.
Ése es el amor cristiano, ése es el amor universal, porque amar todos amamos. Amamos a nuestros padres, amamos a nuestros hermanos, amamos a nuestra familia, amamos a nuestros hijos, a nuestros amigos, a aquellos que nos hacen el bien, a aquellos que sin esperarlo nos tienden la mano cuando lo necesitamos, a aquellos que por cualquier razón o sin ninguna razón nos caen buen. Pero ése no es precisamente el amor cristiano. Porque si aman a los que los aman, nos dice el Señor, ¿qué de distinto hacen? ¿qué de nuevo hacen? También los pecadores aman a otros pecadores, si hacen el bien a los que les hacen el bien qué cosa nueva hacen, porque los pecadores también hacen el bien a los que les hacen el bien. Ustedes cuando den una fiesta inviten a los pobres, a los tullidos, a los que no les pueden devolver lo que ustedes les han dado. Y ése es el amor cristiano. El amor cristiano que cada vez que miramos un crucifijo nos lo está diciendo el Señor con los brazos abiertos, para acogernos sin distinciones.
Josué le dice al Moisés, prohíbeselo, y Moisés le dice no, ojalá todos recibieran el Espíritu Santo y pudieran hablar inspirados por él. Los discípulos le dicen a Jesús, se lo prohibimos porque no es uno de los nuestros. Qué interesante sería que nos pusiéramos a pensar quiénes son los nuestros. Para Jesús no había de los nuestros, para Jesús todos eran los nuestros, aunque no pensaran como Él, aunque no lo siguieran a Él, aunque no lo escucharan, aunque fueran ingratos; porque todos somos criaturas de Dios, todos somos hijos de Dios, todos hemos sido llamados a la redención. Se encarnó en las purísimas entrañas de María Santísima, no tuvo a menos abajarse como nos dice la escritura para hacerse uno como nosotros en todo menos en el pecado, ¿para qué?, para redimirnos, para rescatarnos, para abrirnos las puertas de la vida eterna. Entonces cada vez que tengamos la tentación de apartar, de separar, de decir prohíbanselo, recordemos a Jesús en la cruz con los brazos abiertos para acogernos, para escucharnos, para comprendernos, para justificarnos, para perdonarnos. Sólo desde ahí se puede construir. Sólo desde el amor se puede construir. Sólo el amor, recordando una canción, engendra la maravilla, sólo el amor convierte en milagro el barro.
Entonces hermanos, recordemos eso. Muchas veces tenemos la tentación de prohibir lo que no entendemos, lo que no comprendemos, lo que no compartimos, y para el cristiano no es el camino. El camino es escuchar, el camino es compartir, el camino es entender, el camino es tratar de comprender; el camino no es aceptarlo todo, pero sí ser capaz de caminar con todos los que quieren caminar buscando el bien, alejándonos del mal.
El evangelio de hoy termina recordándonos algo que a veces los cristianos hemos olvidado, y es evitar las ocasiones de pecado. Nos quejamos cuando nos confesamos, ojalá lo hagamos con frecuencia, que siempre cometemos los mismos pecados. Pero padre para qué confesarme si siempre confieso lo mismo. Si tu mano es ocasión de pecado, córtatela. Duras palabras. Si tu pie es ocasión de pecado, córtatelo. Si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo, porque más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser arrojado con tus dos ojos al lugar del castigo. A veces hay que hablar fuerte, y el Señor Jesús no lo hacía menos, pero lo que quería decir era eviten las ocasiones de pecado; si usted sabe que una persona, una situación, un momento determinado lo puede llevar a alejarse del camino del Señor, entonces aléjese usted. ¡Qué importante es eso!
Si queremos amar con ese amor universal, entonces tenemos que evitar las ocasiones de pecado, las ocasiones de intransigencia, de incomprensiones, las ocasiones en que no somos capaces de abrir el corazón y ponernos en los zapatos del otro, en preguntarnos por qué. Que el Señor nos de esa gracia y esa fuerza que él tuvo, para también nosotros abrir nuestros brazos y acoger a todos, para que el Espíritu Santo pueda descender, para que el Espíritu Santo pueda iluminar, para que cada cual a su manera pueda hablar por boca del Espíritu se Dios que sopla donde quiere y cómo quiere. Que así el Señor nos lo conceda.
(Música, No estaré lejos, Martín Valverde)
Presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre que siempre nos escucha, y nos responde.
En primer lugar, por la lglesia, para que nunca olvidemos que somos signo del amor y de la misericordia de Dios en medio de nuestros hermanos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que podamos encontrar en Cristo consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y diaconales. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el nuevo curso en el Seminario, que recién comienza en el Seminario San Basilio Magno, para que el Señor fortalezca e ilumine a los seminaristas, profesores, superiores, formadores. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Para que el Señor ponga fina esta pandemia. Por el nuevo curso en el Seminario, en los seminarios de La Habana y de Santiago, para que el Señor fortalezca a los seminaristas, a los profesores, a los superiores, a los formadores. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por la salud de todos los enfermos, particularmente los enfermos del coronavirus, para que el Señor les de la salud dela alama y del cuerpo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, para que, perdonadas sus faltas, el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que podamos tener los brazos siempre abiertos para acoger y amar como Cristo nos acoge y nos ama. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que Tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Y ahora hermanos oremos con la oración que el Señor Jesús nos enseñó, el Padrenuestro. Nos enseñó a llamar a Dios Padre, pero nos enseñó también a llamarnos hermanos.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
Y líbranos del mal.
Amén
Hermanos, una alegría, un gozo compartir con ustedes. Que tengan un feliz domingo, que tengan una muy buena semana. Y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros, y nos acompañe siempre. Amén.
Les ha hablado el P. Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba, hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje: Erick Guevara Correa
Dirección general: María Caridad López Campistrous
Fuimos sus locutores y actores. Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Alegra mi vida, Rabito)