Homilía del P. Camilo de la Paz Salmón Beatón

Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad
5 de junio de 2022

Solemnidad de Pentecostés

Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra” Salmo 103 

Hermanos la mañana de Pentecostés es única para la iglesia. Se siente la frescura de la naturaleza que como criatura de Dios está al servicio de lo bello, hoy la mañana ha amanecido hermosa y es que la mañana de Pentecostés, nos expresa y actualiza en la liturgia lo que los discípulos junto a María vivieron en su mañana de Pentecostés.

En este día vale retomar a la luz de la lectura del Evangelio, que le envío del Espíritu Santo año por año, es el cumplimiento de la promesa de Jesús. No estamos solos. Y cuando alguien te promete que te enviará a Alguien como Él, tan Dios como Él, tan persona como Él, uno en el misterio de la fe se pregunta ¿quién es el Espíritu Santo?

Desde las Sagradas Escrituras y desde la fe de la Iglesia, podríamos decir aquí y es, que el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Trinidad, que el Espíritu Santo es Dios. Y la tradición de la Iglesia lo ha nombrado, por la fe amor, consuelo, don de Dios, Gracia de lo alto. Y como Dios y como Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo en su llegada inserta a la Iglesia, o mejor decir se inicia en el mundo el tiempo de la Iglesia.

Dos mil veintidós años que recibimos luz del Espíritu Santo, que está presente, que renueva, que transforma, que vivifica. Y cuando el mundo y sus poderes, no han aceptado el poder de lo Divino, existe traumas en cada nación, existen malas comprensiones y malas vivencias, porque hay que creer en Dios. El corazón duro, cerrado, que no se abre a la Gracia, no puede dar frutos.

Hoy nosotros que celebramos este día tan especial para la Iglesia a los pies de la Virgen, tenemos que rescatar en cada uno de nosotros la espiritualidad, el proyecto espiritual de seguir a Dios, la convicción profunda en fe de que solamente con un seguimiento diario, arduo y serio de lo que es el proyecto cristiano iniciado por Jesús en la cruz, alcanzaremos la Gracia y la salvación.

Nosotros como Iglesia debemos de aprender, a mirar al cielo donde hay una Iglesia triunfante, abarrotada de ángeles con la presencia Divina de la Santísima Trinidad y María. Cada uno de nosotros en la Iglesia en este día, debe de tomar conciencia de lo que ha significado y significa para nuestra vida interior, ser hijo de la Iglesia en los sacramentos. Cada uno de nosotros desde su interior, debe de tratar por luz del Espíritu Santo, vivir la hermosura de la oración. encontrar desde el interior en sintonía con la Iglesia la presencia del Espíritu Santo, desde lo más profundo de nuestro ser.

Y con esto concluyo.

La vivencia cristiana de la fe es infinita, el encuentro con Dios no se podría contar, la transformación de cada alma con Dios transformada en Dios por el Espíritu Santo, es gran alternativa de alegría y paz para el hombre de hoy, transmitir la alegría, los dones, el consuelo del Espíritu Santo santificador.

Ahora hacemos profesión de nuestra fe y le presentamos a la Virgen nuestra fe, para que interceda siempre por nosotros de no caer nunca en tentación, de saber que hay una vida eterna, que esta vida es prólogo, el libro está ahí arriba; de que nuestro seguimiento como persona consagrada, o persona llamada a la vocación del matrimonio, tiene en la iglesia de hoy y en la Cuba de hoy una importancia vital. El mundo necesita hombres de amor, necesita mensajes de paz, nosotros necesitamos que existan personas creíbles, personas de palabra y de fe, necesitamos confiar en Jesús y en la Iglesia. Necesitamos entregarnos diariamente, en acto de ofrenda, al amor y a la voluntad del Padre que es Espíritu Santo.

Que así sea.

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