Homilía del P. Juan Elizalde

Eucaristía Tercer Domingo del tiempo de Navidad
Fiesta del Bautismo del Señor
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
9 de enero de 2022

“Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco” Lucas 3, 22

Hoy al celebrar el Bautismo de Jesús, vemos como Dios nuevamente se manifiesta poderosamente sobre Él. ¡Qué buena ocasión para renovar nuestras promesas del bautismo! También para dar gracias a Dios por aquellos padres y padrinos que acercándonos al río Jordán de la pila bautismal, de la parroquia o la iglesia donde fuimos bautizados, hicieron que Dios se manifestara, se hiciera presente por la fuerza del Espíritu Santo en nuestras alamas, para que fuésemos gente de bien y para hacer el bien.

Hoy de nuevo podemos decir, como en días anteriores, ¡Feliz Navidad! Dios en el bautismo de Cristo vuelve a derramar su Gracia, a llenar con su poder toda la persona de Jesús. Con el bautismo expresamos nuestra fe y como Jesús, nuestra íntima comunión con Dios. ¿Seremos capaces de reavivar, actualizar, revivir, renovar todo esto? ¿En medio de la crisis que vivimos como sociedad y también en el mundo actual, podremos renovar nuestro bautismo? ¿Vivir la experiencia profunda de ser hijos de Dios, hermanos unos de otros?

El bautismo del Señor es su carta de presentación. En Belén, escasamente un grupito de pastores, los Magos, José y María, se percataron de un gran misterio, Dios hecho hombre. Ahora Jesús desciende con el resto de los hombres, por obediencia, cumpliendo la voluntad del Padre, y venciendo la resistencia de Juan el Bautista, a un bautismo de penitencia y conversión que no necesitaba. Y a partir de este momento Jesús, todo lo que haga y diga, lo realizará y lo proclamará como Hijo de Dios, la Palabra del Padre lo ha acreditado.

En algunos momentos de nuestra vida quisiéramos que alguien certificara, defendiera, reconociera nuestro carisma, nuestras capacidades para un determinado puesto profesional, o para otros intereses muy buenos, o personales. En el bautismo del Señor contemplamos el testimonio que da el Padre sobre su Hijo, cuando descendiendo al río Jordán, sin necesidad y sin pecado, humildemente cumple con el rito marcado. ¿Cómo puede ser que Jesús, el hombre sin mancha se mezcle entre los pecadores, los necesitados de conversión? ¿Quién es ese que, hasta el mismo Juan, su precursor, lo señala como Cordero definitivo que quita y borra todo pecado de la humanidad? ¿Quién es?

Es Cristo, que quiso compartir con nosotros desde el pesebre nuestra fragilidad, y lo hace ahora con el bautismo, continuará repitiéndolo con los enfermos, con los pecadores, con los tristes, con los hambrientos, con los afligidos. Con otro bautismo de sangre en el calvario nos redimirá y nos salvará, y todavía nos preguntamos, ¿quién es ése?

Mis queridas hermanas y hermanos, sigamos a Jesús. Hoy la iglesia cubana celebra el día del Laico, y lo celebramos decididos a amar y a acompañar a Jesús en su causa a favor de nuestro pueblo, en la promoción de hombres y mujeres de nuestro tiempo y ayudarles a descubrir el rostro de Dios vivo.

Renovemos nuestro propio bautismo, somos otro Cristo.  Somos hijos de Dios, y no olvidemos que también nosotros hemos sido ungidos por el Espíritu Santo, y nunca nos faltará su auxilio. Ojalá que esta Fiesta del Bautismo de Jesús, nos ayude a sentirnos más hijos de Dios, mejores hijos de Dios, y dar lo mejor de nosotros mismos. Pidamos por intercesión de nuestra Madre, la Virgen de la Caridad, para que su Hijo Jesucristo fortalezca la fe de nuestros laicos cubanos, agigante su esperanza y les mantenga unidos en el amor.

Que así sea.

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