Irradia emisión del 25 de julio de 2021

Irradia emisión del 25 de julio de 2021

Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
Solemnidad de Santiago Apóstol

“¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?”.  Juan 6, 5

(Música, Discípulo, Hna. Glenda)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música, Discípulo, Hna. Glenda)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel Lopez-Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches queridos hermanos y hermanas, bienvenidos todos los de cerca y los de lejos, para compartir como cada domingo este rato de la Palabra de Dios.  Es siempre un gozo y una alegría poderlo compartir con ustedes. Les habla el P. Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba.

Este domingo es un domingo especial, es el domingo XVII del Tiempo Ordinario, pero no sólo es el domingo XVII del Tiempo Ordinario, sino que es también la fiesta, la Solemnidad de Santiago Apóstol, Patrono de la Arquidiócesis y de la ciudad de Santiago de Cuba. Un día como hoy celebramos el 506 aniversario de haber sido fundada esta ciudad, de haber sido encomendada al patrocinio de este Santo Apóstol; que fue llamado por el Señor para seguirlo, y lo sirvió, lo amó y le fue fiel hasta derramar su sangre por Él, y que, durante todo este tiempo, 506 años, ha custodiado y ha hecho crecer nuestra fe en Cristo muerto y resucitado. Nos ha acompañado. Así que es un domingo sumamente especial.

El Evangelio de este domingo XVII tomado del evangelista san Juan, en el capítulo seis, del 1al 15. Pero también hay otro Evangelio, que es el Evangelio de la Fiesta, de la Solemnidad de Santiago Apóstol, tomado de Mateo 20, del 20 al 28. Además, les sugiero que, si pueden, busquen en el misal los que lo tengan, las lecturas de Santiago Apóstol. Léanlas con cuidado, reflexiónenlas, medítenlas, porque el tiempo que tenemos como todo tiempo en la radio, en cualquier medio de comunicación siempre es poco, es pequeño. Entonces debe servirnos como un incentivo, para después seguir nosotros reflexionando, meditando, alimentándonos con la Palabra de Dios.

(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 6, 1-15)

El Evangelio de San Juan, es el Evangelio de la multiplicación de los panes y de los peces, y me parece sumamente interesante algo en lo que a veces no caemos en cuenta. Cuando los Apóstoles se acercan a Jesús en las distintas versiones de la multiplicación de los panes y de los peces, para preguntarle ¿Qué hacemos con toda esta gente que está aquí? ¿Cómo le damos de comer? Siempre Jesús se remite a ellos. Denle ustedes de comer, o les pregunta como es el caso de Felipe, ¿Qué van a hacer para darles de comer a toda esta gente? Felipe por supuesto le responde prácticamente, ni doscientos denarios, que era muchísimo dinero daría para darles de comer a todos.

Jesús ya sabía lo que iba a hacer, pero Jesús cuenta con ellos; ellos tendrán que poner de su parte. No basta acercarse a Jesús para decirle a ver Jesús resuelve tú este problema. No, no, no, ¿tú qué vas a hacer? ¿qué tú vas a poner? Entonces le dirán, hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces, pero eso no es nada para darle de comer a toda esta gente. Y Jesús les dice, tráiganlo, y aquel muchacho generosamente, porque no siempre somos generosos en los momentos difíciles en que hay que compartir no lo que me sobra, sino lo que tengo para vivir; puso a disposición sus pobres panes y sus pobres peces. Y Jesús puso todo lo que faltaba, al punto de que comieron todos, hombres sólo cinco mil, y sobraron doce canastos llenos. Pero hubo que poner lo que estaba de parte de ellos, lo poco, no importa, no importa que sea aparentemente nada, insignificante. ¿Qué pueden ser cinco panes y dos peces? El Señor los multiplica cuando lo damos con generosidad.

El problema es que nos olvidamos del Señor. Entonces, o queremos que todo venga de lo alto, que llueva el maná del cielo, o queremos hacerlo todo nosotros, resolverlo todo nosotros y cuando no podemos porque nuestras fuerzas no nos dan, nos desalentamos, nos desanimamos, y al final, no hacemos nada. ¿Ustedes qué van a hacer? ¿Qué tienen? Tráiganlo, y el Señor pone siempre lo demás.

Pero está el Evangelio de Santiago Apóstol, Mateo 20. La madre de los zebedeos, Juan y Santiago, va donde Jesús a hacerle una petición. Jesús le dice, a ver qué quieres, quiero que mis hijos cuando estés en tu reino se siente uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Lo que generalmente, humanamente queremos todos, ocupar los primeros lugares. Entonces el Señor les hace una pregunta, ¿están dispuestos a beber el cáliz que yo he de beber? Claramente le respondieron, sí claro Señor estamos dispuestos, a esa hora estaban dispuestos a cualquier cosa por sentarse a su derecha y a su izquierda, porque ahí estarían los que iban a ser los más importantes. Y el Señor les dice, pues miren, lo van a beber, pero el lugar a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo sino a mi Padre, eso tendrán que aprenderlo.

Tendrán que aprender que son servidores, que ocupar los primeros lugares no es para servirse de ellos, sino para servir con ellos a los demás, para asumir las consecuencias de ser servidores, como lo asumió su Maestro, hasta la cruz, hasta entregar la vida, hasta derramar la sangre. Tendrán que aprenderlo poco a poco, tendrá que pasar la Pasión, tendrá que llegar la Resurrección, tendrá que venir el Espíritu Santo para iluminarlos y fortalecerlos; tendrá que meter su dedo en las llagas de su Señor y la mano en su costado para creer y decir Señor mío y Dios mío, y escuchar al Señor decirle, porque has visto has creído, dichosos los que sin ver crean.

Un largo camino que hará Santiago dando testimonio de su Señor con la vida, pero también dando testimonio de su Señor con la muerte. El primero de los apóstoles en derramar su sangre por Cristo, para servirlo y para servirlo en los hermanos, para fortalecerlos, para alimentarlos con el ejemplo, con el ejemplo de su vida, porque quiso ser como su Maestro.

Eso celebramos hoy. Nosotros cristianos, llamados a compartir lo poco que tenemos con los demás, con los más necesitados. Nuestro tiempo, la palabra del Señor, aquello poco o mucho que podamos tener, para ayudar a los que menos tienen, para ser realmente servidores, con humildad, sin creernos cosas, sin creernos mejores que los demás, sin querer estar a la derecha o a la izquierda, porque hay muchas formas de querer estar a la derecha o la izquierda.

Hoy celebramos la fiesta de Santiago Apóstol. Al Señor nos encomendamos a través de su intercesión. Que él nos ayude a hacer, humildemente, el camino; el camino de servir a nuestros hermanos, de estar siempre ahí, para todos, sin exclusiones, porque el Señor cuando murió en la cruz, murió con los brazos abiertos acogiendo a todos. A los que lo siguieron y estuvieron a los pies de cruz, y a los que lo persiguieron y lo clavaron en ella, Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen. Que Santiago siga derramando su bendición sobre esta ciudad y sobre esta Arquidiócesis, y nos siga ayudando, sin protagonismos, sin esperar que todos nos aplaudan, pero sí haciendo cada día lo que tenemos que hacer que es servir con constancia, con fidelidad, con humildad, y con amor a este pueblo que el Señor nos ha encomendado.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Señor a quién iremos, Cristóbal Fones)

Cada año desde el atrio de la Catedral, el Arzobispo tradicionalmente bendice la ciudad. Se saca en procesión por el atrio la imagen de Santiago Apóstol, y frente al Parque Céspedes, el Arzobispo bendice la ciudad y en ella a todos sus habitantes, pero también a toda la Arquidiócesis. También de alguna manera, por qué no, humildemente, a toda Cuba. Por eso no queremos que pase, sin que se haga la bendición. Y qué mejor oportunidad que esta. Entonces pongámonos en la presencia del Señor, para pedirle que bendiga esta ciudad de Santiago de Cuba, que cumple 506 años de haber sido fundada, encomendada a Santiago Apóstol, que bendiga esta Arquidiócesis de Santiago de Cuba encomendada al patrocinio de Santiago Apóstol, también bendiga a toda Cuba.

Queridos hermanos, dirijamos nuestra ferviente oración a Cristo, que quiso nacer de la Virgen María, habitó entre nosotros, escogió a Santiago para que fuera uno de sus apóstoles y le encomendó esta ciudad, para que se digne a bendecirla, protegerla y acompañarla. Cristo Señor, que está aquí en medio de nosotros reunidos en su nombre, fomente nuestro amor fraterno, participe de nuestras alegrías, y nos consuele en nuestras tristezas. Y nosotros guiados por sus enseñanzas y ejemplo, procuremos ante todo que esta ciudad de Santiago de Cuba, sea un hogar para todos los que vivimos en ella.

Ahora oraremos con el Salmo 126, respondiendo Que el Señor guarde nuestra ciudad.

Si el Señor no construye la Casa, en vano trabajan los albañiles. Si Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas. Que el Señor guarde nuestra ciudad.

Es inútil que madruguen, que velen hasta muy tarde, que coman el pan de sus sudores. Dios lo da a sus amigos mientras duermen. Que el Señor guarde nuestra ciudad.

La herencia que da el Señor son los hijos, su salario el fruto de su vientre. Son saetas en manos de un guerrero, los hijos de la juventud. Que el Señor guarde nuestra ciudad.

¡Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba de ellos! No quedará derrotado cuando litigue con sus adversarios en la plaza. Que el Señor guarde nuestra ciudad.

Con ánimo agradecido y gozoso, invoquemos al Hijo de Dios, Señor de cielo y tierra, que hecho Hombre habitó entre nosotros y digamos. Quédate con nosotros Señor.

Señor Jesucristo que con María y José habitaste en Nazareth, dígnate convivir con nosotros en esta ciudad, para que te reconozcamos como huésped y te honremos como cabeza. Quédate con nosotros Señor.

Tú, por quien todo el edificio queda ensamblado y se va levantando, hasta formar un templo consagrado, haz que los habitantes de esta ciudad sean morada tuya por el Espíritu. Quédate con nosotros Señor.

Tú, que enseñaste a tus fieles a edificar su casa sobre piedra firme, haz que las familias que habitan esta ciudad se apoyen firmemente en tu Palabra, y evitando toda división y violencia, vivan en paz y armonía. Quédate con nosotros Señor.

Tú, que careciendo de morada propia, aceptaste con el gozo de la pobreza, la hospitalidad de los amigos, haz que todos los que necesitan una vivienda, encuentren una casa digna de ese nombre. Quédate con nosotros Señor.

Tú, que aplacaste la tempestad, calmaste el viento, y curaste a los enfermos, libra nuestra ciudad de enfermedades, catástrofes y epidemias. Quédate con nosotros Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas, y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

 Ahora oremos con la oración que el mismo señor Jesús nos enseñó.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

Y líbranos del mal.

Amén

Derrama Señor por intercesión de nuestro Santo Patrono Santiago, tus gracias sobre esta ciudad de Santiago de Cuba, para que cuántos vivimos en ella, sintamos tu presencia protectora, gocemos de tu compañía, y sintamos la alegría de tenerte con nosotros, hasta que lleguemos felizmente al lugar que nos tienes preparado en la Casa de tu Padre. Bendice Señor, esta Arquidiócesis de Santiago de Cuba y bendice a toda Cuba. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Y que la bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros, y nos acompañe siempre. Amén.

Ha compartido con ustedes el P. Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba, como siempre es una alegría enorme, poder compartir este rato, con todos y cada uno donde quiera que se encuentren. Quiero hacer un recordatorio, en esta semana que recién concluye, el miércoles 21 se cumplieron los diez años del fallecimiento de Mons. Pedro Claro Meurice Estiú, arzobispo emérito de Santiago de Cuba, tengamos intención y una oración especial por él, pero también encomendémonos a él, porque estoy seguro que desde donde está sigue acompañándonos e intercediendo por nosotros.

Y no olvidemos, que mañana día 26 es la Fiesta de San Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús, los padres de la Virgen María, la Fiesta de la Tercera Edad, de los Abuelos, tan importantes en la familia. Entonces tengamos una oración por ellos, reconozcamos todo lo que hacen y cuidemos de nuestros abuelos; tengamos ese cuidado especial en estos momentos de pandemia, de protegerlos, porque son los más vulnerables. Mañana cuando se levanten, un beso para el abuelo y para la abuela, y si no están ya en este mundo una oración, para que el Señor los tenga muy junticos a Él, y desde allí sigan derramando su cariño sobre nosotros. Que tengan todos, una feliz semana en el Señor.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba… IRRADIA

(Música, Himno a Santiago Apóstol, Coro Arquidiocesano de Santiago de Cuba)

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