Irradia emisión del 28 de febrero de 2021
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
II Domingo de CUARESMA
“Él es mi Hijo amado, escúchenle” Marcos 9, 7
(Música, Sálvame, Acrisolada)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Sálvame, Acrisolada)
En esta mañana nos acompaña el padre Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.
Queridos hermanos y amigos, buenos días, buenas tardes, buenas noches, como siempre un placer poderme encontrar con ustedes en este domingo. Un placer y una alegría poder compartir el Evangelio de hoy, tomado del evangelista san Marcos, en el capítulo 9, versículos del 2 al 10.
(Lectura del Evangelio de san Marcos, capítulo 9, 2-10)
Hoy la liturgia, en este segundo domingo de Cuaresma, nos presenta a Jesús en la Transfiguración. Siempre, cuando uno lee este fragmento del Evangelio pues lo sorprende en primer lugar, que Jesús siempre tan discreto esta vez haya desplegado todo su poder. Resplandeciente, la voz de Dios, Elías y Moisés hablando con ÉL, pero, cuando yo lo escucho me llama más la atención algo, Jesús va por última vez a Jerusalén, y él lo sabe.
Sabe que allí lo espera la humillación, el dolor, la ingratitud, y la muerte, también la resurrección, pero la muerte, y muerte dolorosa en una cruz, como un bandido. Por eso a lo largo del camino va tratando de hacérselo comprender a sus apóstoles, explicándoles lo que va a suceder, pero animándoles porque al tercer día “resucitaré de entre los muertos”, pero todavía no entienden. No entienden, ¿qué es eso de resucitar? Ellos esperaban un Mesías fuerte, poderoso, guerrero, que volviera a darle todo el brillo y el prestigio al pueblo de Israel, el pueblo de Dios. No el varón de dolores, no. Para eso todavía no están preparados.
Y Jesús, que va camino de la prueba, “Padre, sí es posible que pase de mí este cáliz”, y sudará gotas de sangre, “pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Se preocupa por ellos y se transforma, se presenta con toda su Gloria para cuando llegue el momento del varón de dolores en la cruz, puedan recordarlo, puedan recordarlo conversando con Moisés y con Elías, la ley y los profetas dando testimonio de él. Puedan recordarlo resplandeciente, y escuchen de nuevo la voz del Padre que le dice, “este es mi Hijo muy amado, en quién me complazco”, este es mi Hijo, éste que está resplandeciente, pero también en la cruz, en el dolor, en la muerte, en la prueba. Este es mi Hijo muy amado.
Jesús se preocupa por aquellos que lo acompañan. Cuando pasamos momentos de prueba, de dolor, lo primero que hacemos es dudar del amor de Dios, Dios no se preocupa, Dios no se ocupa, Dios me olvida, Dios no me escucha. Y el evangelio de hoy nos recuerda que sí nos escucha, Jesús se preocupa por ellos. Jesús les da las armas que necesita para poder enfrentar lo que les viene encima, y por eso, aunque lo abandonen, aunque se dispersen de momento, volverán a reunirse, a encontrarse, porque hay algo que está hablando en su corazón y es esa voz de Dios, y es ese recuerdo de la transfiguración del Señor que ha caminado con ellos, del Señor que se ha ocupado y preocupado de ellos, que no los ha abandonado nunca. Y estarán temerosos, encerrados, pero juntos, y se encontrarán con el Señor resucitado, e irán comprendiendo poco a poco qué quiere decir Resurrección, como dice en uno de sus hermosos poemas Dulce María Loynaz, Amor es Resucitar.
En la segunda lectura, tomada de la Carta del apóstol san Pablo a los Corintios, nos recuerda algo que no debemos olvidar nunca. ¿Queremos una muestra del Amor de Dios para con nosotros? Ahí la tenemos, nos ha entregado a su único Hijo, no se lo ha guardado, nos ha entregado. Pensamos en la Pasión de Jesús, pero olvidamos la Pasión del Padre. Cuánto dolor en el corazón de un Padre que entrega a su único Hijo, al Justo, al Cordero Inmaculado, por nosotros pecadores, ingratos, que tantas veces nos olvidaremos y dudaremos. ¿Queremos una prueba del Amor de Dios? Ahí la tenemos, miremos la cruz, y ahí tenemos la prueba más grande del Amor de Dios, del Padre que entrega al Hijo, del Hijo que se entrega por nosotros.
Estamos pasando por momentos difíciles de todo tipo, pero no estamos solos, el Señor está con nosotros, ánimo. “Este es mi Hijo muy amado, el que yo les entrego, el que yo les doy para que los rescate, para que los redima, para que les de fuerza para seguir adelante, no para sentarlos, para apocarlos, al contrario, para ponernos en pie y que puedan seguir cada día adelante, porque amar es resucitar.
(Música, Bendito sea tu nombre, Tony Rubí)
Ahora hermanos, confiados en que el Señor siempre, siempre, siempre, sin dudas nos escucha y nos responde, presentémosle nuestra súplica.
En primer lugar, por toda la Iglesia, de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que encontremos en el Señor la fuerza para levantarnos cada mañana, para seguir adelante, para seguir amando. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos también por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que podamos encontrar siempre en Cristo consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones, sacerdotales, y religiosas, para que en nuestra patria y en el mundo entero muchos jóvenes y muchachas generosos, escuchen la llamada del Señor a servirlo en los hermanos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los enfermos, particularmente por los enfermos de Covid. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el fin de esta pandemia. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, particularmente aquellos que no tienen quien rece por ellos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Los unos por los otros, para que no dudemos nunca del amor y la presencia de Dios en nuestra vida. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor, Amén.
(Música, Cristo eres Tú, Marcela Gándara)
Cuando los apóstoles le pidieron a Jesús que los enseñara a rezar, Él los enseñó a rezar el Padrenuestro, a llamar a Dios, Padre.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal. Amén
Les deseo a todos, hermanos, amigos, que tengan un feliz domingo. Feliz, no lo duden, feliz domingo, porque quien tiene a Dios nada le falta.
Les habla el padre Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba. Siempre un placer y una alegría, haberme encontrado con ustedes. Hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Es la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Amén, Artistas varios)