Irradia, emisión del 18 de diciembre de 2022
Irradia, emisión del 18 de diciembre de 2022
Transmitido por RCJ y CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Cuarto Domingo de Adviento
“Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados” Mateo 1, 21
(Música, La Anunciación, Javier Brú)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, La Anunciación, Javier Brú)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la SBIM Catedral de Santiago de Cuba
Cielos destilen el rocío, nubes lluevan la salvación. Que la tierra se abra y germine el Salvador. Te pedimos Señor que infundas tu Gracia en nuestros corazones, para que habiendo conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo, lleguemos por medio de su Pasión y de su cruz a la Gloria de la resurrección.
Buenos días buenas tardes, buenas noches, dondequiera que se encuentren, es una alegría y un gozo como siempre poder compartir este ratico en la mañana del domingo, compartir la Palabra de Dios, dejarnos iluminar y guiar por ella.
Estamos casi al fin del Adviento, está a las puertas prácticamente la celebración de la Navidad. Entonces, aprovechemos este tiempo para que el Señor siga trabajando en nuestros corazones, nos sigamos preparando de tal manera que podamos acogerlo. Acoger al Señor que ya vino, por eso celebramos la Navidad. Al Señor que viene cada día y que quiere hacer morada en nosotros. Prepararnos como las vírgenes prudentes, para el Señor que vendrá al fin de los tiempos, y podamos estar con las lámparas encendidas.
Ya viene la Navidad y en isa de hoy se nos recomienda que descubramos a Jesús, aquel que habría de responder a la expectativa de los siglos. San Mateo en su evangelio, que escucharemos hoy, nos relata el anuncio del Ángel a José, y nos hace notar que el nacimiento de Jesús, es el cumplimiento de la profecía de Isaías sobre el Emmanuel, que oiremos en la primera lectura tomada del Antiguo Testamento. Porque el Hijo de María es el Dios con nosotros.
San Pablo en la segunda lectura, subraya que Cristo resucitado es Dios hecho hombre, es el Hijo de Dios que nació como hombre de la estirpe de David.
El evangelio que nos propone para hoy la liturgia, está tomado del evangelio de san Mateo, en el capítulo 1, versículos del 18 al 24.
(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 1, 18 al 24)
A mí me gusta llamar a este Evangelio la anunciación a José. Así como hubo Anunciación a María, en que el Ángel va a decirle que ha sido escogida para ser la Madre del Salvador; también hay una Anunciación a José para decirle que no tema, que reciba a María su mujer, porque lo que nacerá de ella será el Hijo de Dios. Él tendrá la responsabilidad de cuidar de la Madre y del Niño. Él será en este mundo el Padre de Jesús ara todos los efectos legales. Pero también para todos los efectos personales, familiares, él será el representante de Dios en este mundo. Por eso podrá ser llamado con justicia, el padre de Jesús.
Por supuesto para José, como lo fue para María, este proceso no es fácil. Desposado con ella, sin haber vivido juntos aún, resulta que María está embarazada y no sabe cómo ni por qué. En conciencia, siente que no puede seguir adelante el compromiso que tenía. Pero también en conciencia siente que no puede echarla a un lado de tal manera que quede inflamada delante de los demás. Se devana su mente tratando de ver de qué manera, puede hacerlo, dejara sin que por eso quede marcada en medio de la sociedad.
Por eso el Ángel en sueños acude en ayuda de José y le dice, no temas recibir a María tu mujer, porque ella ha concebido por obra del espíritu Santo, dará a luz un Hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. Era la respuesta a la pregunta que José no ha hecho, María ha concebido por obra del Espíritu Santo y por eso lo que nacerá de ella será llamado Hijo de Dios. Y le da la misión, Tú le pondrás el nombre.
Hoy poner el nombre es como un juego. Vamos a ver qué nombre distinto encontramos o inventamos para ponerle al niño, porque suena mejor, porque es la combinación de los nombres de los padres, porque lo oímos en una película, en un libro…pero en el tiempo de Jesús y en estas culturas, el que ponía el nombre era el que tenía la autoridad y la responsabilidad sobre ese niño. El Ángel le dice tú le pondrás el nombre de Jesús. Le está dando la misión de tener la autoridad y la responsabilidad sobre ese Niño que ha de nacer y que es el Hijo de Dios. Cuidar de él y de su Madre en todos los momentos, y en todas las circunstancias, y con toda la autoridad.
José, como María, acepta la voluntad de Dios y la misión que le encomienda. Sin palabras, sino con sus obras; cómo dirá Jesús, por sus obras los conocerán. Termina el evangelio diciéndonos, cuando José despertó de aquel sueño hizo lo que le había mandado el Ángel del Señor y recibió a su esposa. Ésa es la respuesta de aceptar la voluntad de Dios, como María. María y José, dispuestos a aceptar la voluntad de Dios que les cambia la vida.
¿Qué planes tendrían? El de cualquier pareja joven que quiere formar una familia y tener hijos, y planean de alguna manera el futuro. Tendrían sus sueños, cómo lo harían, de qué manera lo harían, y de un momento a otro Dios les cambia el futuro. María será la Madre del Salvador, y José asumirá a María y al Niño para protegerlo, para ayudarlo, para acompañarlo en todo momento. Y no lo dudan.
Mira que nosotros nos contrariamos cuando hemos planificado algo y las cosas no nos salen como queremos. Cuando planificamos un paseo, una salida, cuando planificamos nuestro trabajo o nuestra vida familiar o nuestro futuro… y las cosas no van saliendo exactamente cómo queremos. Y en vez de ponernos y preguntarnos qué me estará diciendo el Señor que me habla a través de los acontecimientos, cómo me está iluminando el Señor el futuro… nos quejamos, nos lamentamos… No, las cosas no salen como yo quiero, porque las cosas no son así, porque… Y perdemos el tiempo lamentándonos inútilmente, en vez de como cristianos, tratar de descubrir cuál es la voluntad de Dios.
Pero para eso tenemos que estar dispuestos cada día de nuestra vida, aceptar la voluntad de Dios; en las cosas más pequeñas, más simples. Preguntarnos, Señor qué quieres. Preguntarnos cada mañana cuando nos levantamos, Señor qué quieres que yo haga. Ante las decisiones importantes de nuestra vida, Señor qué quieres que yo haga. Y realmente no siempre lo hacemos. Tomamos decisiones, pedimos opiniones, pero no nos ponemos de rodillas delante de Dios a preguntarle, Señor, ¿qué quieres que haga? Habla Señor que tu siervo escucha, para poder responder y seguir el camino de Dios que siempre es el mejor camino para nosotros porque Dios conoce lo profundo de nuestro corazón.
Dios lo hace no para imponerse, no para imponernos su voluntad, no para decirnos yo soy el que manda, sino para mostrarnos el camino que Él sabe que es mejor para nosotros. No que no esté lleno de dificultades, de esfuerzos, de sacrificios, es el camino en que nos sentiremos realizados realmente, profundamente.
Ahora que se habla tanto de realización personal… Yo tengo que hacer esto para realizarme… Pero nos realizamos cuando encontramos realmente el verdadero camino que tenemos que seguir. Nosotros cristianos sabemos que el que conoce el verdadero camino es Dios, el que nos señala el camino porque nos ama, porque quiere lo mejor para nosotros, porque el que quiere que seamos felices ya desde este mundo es el Señor. Entonces, al único que muchas veces no le pedimos la opinión es a Dios.
María y José tienen que haber sido hombre y mujer dispuestos siempre a seguir el camino del Señor para poder dar una respuesta tan contundente como la dieron. María, he aquí la esclava del Señor hágase en mí según tu Palabra. José, se despertó del sueño e hizo lo que le había mandado el Ángel.
Podremos pensar, bueno cualquiera ante algo como eso se siente deslumbrado, se siente entusiasmado y es capaz de dar una respuesta positiva. Sí, pero eso también se demuestra con la vida porque María llegó hasta los pies de la cruz de su Hijo. Mantuvo ese sí que dio un día hasta el final, atravesando por todas las circunstancias por las que tuvo que atravesar, desde parir en un establo, hasta salir al exilio para defender a su Hijo, hasta vivir treinta años con aquel Niño, con aquel Adolescente, con aquel Joven como cualquier otro; el quedarse sola cuando él tuvo que salir a cumplir su misión y oír decir está loco… es perseguido. Las autoridades del pueblo, las autoridades religiosas dicen que Él es esto y lo otro… hasta llegar a los pies de la cruz. Allí estuvo, llena de dolor, pero llena de fuerza para acompañarlo; con su vida dio la respuesta.
Como José, del que las escrituras no nos dicen mucho, pero también eso es como una palabra. Porque allí estuvo él. Estuvo con María en Belén, estuvo con María y con el Niño cuando fueron a Egipto huyendo de Herodes, y regresaron después… y estuvo allí en Nazaret hasta que un día suponemos falleció, en qué mejor compañía que la de Jesús y la de María. Porque querían hacer la voluntad de Dios eran capaces de enfrentar la vida, y los cambios que la vida trae consigo. Buscando siempre la respuesta, qué quieres que haga.
Entonces, nosotros que estamos ya a l final del Adviento, preparándonos casi ya para celebrar la Navidad, es el momento de preguntarnos, ¿yo trato de hacer la voluntad de Dios cada día, de buscar el camino del Señor sabiendo que Él quiere lo mejor para mí… que Él lo que quiere es lo bueno para mí y para los demás, que Él quiere que yo haga el bien sin cansarme… que Él lo que quiere que yo sea signa e instrumento dela mor en medio de este mundo a través de mi vida cotidiana, de las obras de cada día? Cada vez que tengo que tomar una decisión importante en mi vida, ¿me pongo delante del Señor y le digo habla Señor que tu siervo escucha? Señor, ¿qué quieres que haga?
Que la Virgen y san José nos ayuden en este camino, en el que nos cuesta tanto cambiar nuestros planes para seguir los planes del Señor. Para que seamos capaces, seamos como ellos, dóciles, para haciendo la voluntad de Dios, permitir que la gracia, la salvación y el amor se hagan presentes. Que así el Señor nos lo conceda.
(Música, Bendita sea tu pureza, Hna Glenda)
Ahora hermanos, renovemos nuestra profesión de fe, pidiéndole al Señor que nos podamos vivir conforme a la fe que profesamos, permitiendo que la voluntad de Dios se haga presente en este mundo a través de nosotros. Por eso les pregunto:
¿Creen en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra? R/ Sí creo.
¿Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó, y está sentado a la derecha del Padre? R/ Sí creo.
¿Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? R/ Sí creo.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús, nuestro Señor. R/ Amén.
Ahora confiados en que el Señor siempre escucha nuestras súplicas, le presentamos nuestras necesidades.
Por la Iglesia, de la que formamos parte todos y cada uno de nosotros, para que dispuestos siempre a hacer su voluntad seamos testigos de su amor y su misericordia en medio de este mundo de su amor y su misericordia. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, para que puedan encontrar en Cristo consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, diaconales, religiosas, laicales, para que sepamos responder al Señor que nos llama. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, particularmente por aquellos que nadie recuerda, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que como como María y José sepamos decir aquí estoy Señor, habla que tu siervo escucha. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo, estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que Tú conoces, te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén
Ahora hermanos oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén
Una alegría este rato que he podido pasar con ustedes en esta mañana de domingo. Les dese que tengan un feliz domingo. Que lo puedan disfrutar con sus familias, con sus amigos, con la familia que a veces durante la semana no podemos encontrarla, no podemos conversar, no podemos intercambiar nuestras alegrías, nuestras dificultades; con los amigos de manera particular con aquellos que están lejos de su familia y necesitan ser acogidos, que ellos sientan que nosotros también somos su familia. Que tengan una muy buena y bendecida semana. Recuerden, cada día al levantarse pregunten al Señor, Señor. ¿qué quieres que haga? ¿cuál es tu camino? Pueden estar seguros que, si siguen el camino de Dios, nunca se equivocarán, y siempre encontrarán la fuerza para seguir adelante.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros, y nos acompañe siempre. Amén.
Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección general, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo
Irradia…
(Música, Siempre estuviste ahí, Martín Valverde)