Irradia, emisión del 13 de abril de 2025

Irradia, emisión del 13 de abril de 2025

Irradia, emisión del 13 de abril de 2025
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo de Ramos

“Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad” Mateo 26, 42

 

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(Música, Hosanna, Hosanna, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los 3que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Hosanna, Hosanna, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

“Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel, hosanna en el cielo. Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad. Concédenos benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. El que vive y reina contigo por los siglos de los siglos”. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, una alegría, un gozo como siempre poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo y poder compartir la palabra de Dios, y sobre todo este domingo tan especial que es el Domingo de Ramos, en que recordamos la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un borrico.

La entrada triunfal, así se decía siempre, y podría parecer algo así un poco rimbombante, triunfalista, pero es que es así. Una entrada triunfal no quiere decir en un caballo blanco con fanfarria, no. Esa entrada humilde de Jesús sentado en un borrico y con el pueblo agitando aquellas ramas que habían cortado de los árboles, y los que tenían un manto echándolo en el piso para que Jesús pasara por encima.

Y los fariseos queriendo callar a Jesús y callar aquella multitud, diles que no griten. Y Él respondiéndole, “Si ellos callan las piedras gritarán”.  Triunfal, pero al estilo de Cristo. Al estilo de Cristo.” Ese triunfo de lo pequeño, de lo pobre, de lo sencillo, de lo que aparentemente no cuenta. Pero es lo que hace la vida. Eso que aparentemente no cuenta, al final nos damos que sí cuenta, que sí cuenta.

Entonces estamos ya comenzando la Semana Santa, para la que nos hemos preparado durante estas cinco semanas de Cuaresma. Espero que en la medida de nuestra fragilidad y de nuestra pequeñez, hayamos aprovechado todo lo que nuestras comunidades cristianas nos han propuesto, nos han proporcionado para poder prepararnos internamente a esta celebración.

Jesús imprime a su realeza un tono de humildad pacífica. Al comienzo de su pasión, el Rey de los judíos no tiene otra grandeza que la de servir y entregar su vida. Así lo escucharemos en el evangelio de hoy. Está a punto de despojarse de su vida en una entrega total. Solo así podrá decir al abatido palabras de aliento, como nos recuerda la primera lectura tomada del Antiguo Testamento del libro del profeta Isaías, en el capítulo 50, versículos del 4 al 7. Pero Dios lo exaltará sobre todas las cosas y toda lengua proclamará que Jesucristo es el Señor. Así nos lo dice la segunda lectura tomada de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses, capítulo 2, versículos del 6 al 11.

Hoy tenemos dos evangelios. El primero que se lee en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que está tomado del evangelista San Lucas, en el capítulo 19, versículos del 28 al 40.

Y el que se lee en la propiamente en la celebración eucarística, que es la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, también según San Lucas, en el capítulo 22, versículos del 14 al 56.

(Lectura del evangelio de san Lucas, capítulo 9, 28-40)

A veces llama la atención que ambos evangelios se lean el mismo día.  Comenzamos con ese evangelio lleno de gozo, de alegría del pueblo agitando las palmas, quitándose los mantos para que el Señor pase, de Jesús montado en un borrico, de la gente gritando, “Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor.” Y después escuchar la lectura de la pasión.

La pasión que no solemos leer con mucha frecuencia, cuando debíamos leerla con más frecuencia para aprender de tantas cosas que nos dice. Pero la iglesia lo hace porque así es la vida. A veces gritamos, nosotros mismos hoy, “Bendito el que viene en nombre del Señor”, estamos dispuestos a dar la vida por el Señor, a seguirlo cada día de nuestra vida y lo hacemos sinceramente desde lo profundo de nuestro corazón. Pero, sin embargo, después podemos gritar crucifícale. Crucifícale. Con nuestros pecados, con nuestras incongruencias, sin escuchar su palabra o escuchando su palabra, pero no siguiéndola. Viviendo a nuestro aire.

Entonces la iglesia quiere recordarnos precisamente eso.

Las palmas que se bendicen en la celebración de hoy no son un talismán, una protección, son un recordatorio. Cuando llevamos las palmas a nuestro hogar la ponemos detrás de la puerta, detrás de la cama, en forma de cruz o sencillamente como la recibimos en el templo, cada vez que la miramos nos recuerdan, “Yo me comprometí a seguir al Señor. Yo grité, Hosanna al hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor”, para los buenos momentos y para los malos momentos. Cuando todo es alegría, pero cuando todo parece que es prueba; cuando el cielo está despejado, pero también cuando el cielo se oscurece y parece que el sol no va a salir nunca más.

Las palmas nos deben recordar eso cada vez, por eso tenemos que ponerlas en un lugar eminente de nuestra casa, donde podamos verlas todos los días y recordar, “Yo soy cristiano, yo soy testigo de Cristo, yo soy su discípulo, yo me he comprometido a seguirlo.” Y cuando llegan los momentos de prueba, ir delante de ella y decir, “Para todos los tiempos. No solo para los buenos tiempos, sino también para los malos tiempos”.

Aunque para el que tiene fe, para el que confíe en el Señor, no hay malos tiempos. Hay tiempos difíciles, pero en todos los tiempos está el Señor. Él no se desdice. Él está caminando con nosotros, así nos lo prometió, estaré con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos y el mal no vencerá.

También en el momento de la cruz, también cuando por debilidad, por fragilidad, soy capaz de gritar crucifícale con mis acciones, con mis palabras, con mis actitudes. Ahí está el Señor acompañándome para que pueda convertirme, para que pueda cambiar, para que pueda reconocer Y decirle, “Padre, perdóname porque he pecado contra el cielo y contra ti.”

Escuchemos con atención las lecturas de hoy. Alegrémonos con la entrada de Jesús en Jerusalén. Sintámonos presentes nosotros también agitando nuestro ramo. Pero sintámonos presentes también en la pasión. Sabiendo que somos capaces de gritar crucifícale, pero también somos capaces como María de estar ahí a los pies de la cruz. Como el Cirineo, aunque obligado, pero dispuesto también a llevar la cruz de Jesús, como la Verónica limpiándole el rostro, como Juan recibiendo a su madre. “Ahí tienes a tu madre. Y el discípulo la recibió en su casa”.

Entonces aprovechemos este pórtico de la Semana Santa, y que esta actitud y este sentimiento de alegría y de gozo, también de dolor y tristeza, pero con el espíritu de seguir al Señor cada momento y cada instante de mi vida, nos lleve durante toda esta Semana Mayor, esta Semana Santa. La pasión, la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

(Música, Déjanos Señor acompañarte, Dumas y Mary)

Hermanos, renovemos nuestra profesión de fe en este día tan especial. Señor, creo, pero fortalece mi fe.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Y ahora, hermanos, confiados en que el Señor nos escucha y nos responde, que no siempre nos da lo que pedimos, pero sí siempre lo que nos conviene, presentemos nuestras súplicas.

Por la iglesia, para que con la gracia y la fuerza de lo alto podamos vivir en profundidad esta Semana Santa, para morir con Cristo y resucitar con Él. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren, para que sepan que no llevan solos sus dolores, sino que Jesús como el cirineo, nos ayuda a llevar nuestras cruces. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, para que el Señor nos conceda hombres y mujeres dispuestos a seguirlo allí donde Él los llama. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces te las presentamos. Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.

Hermanos, oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó. Nos enseñó a llamar a Dios, Padre, nos enseñó a reconocernos hermanos los unos de los otros.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.

Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.

Que el espíritu de alegría, pero también de recogimiento profundo de la celebración de hoy, Domingo de Ramos, nos acompañe a todo lo largo de esta Semana Santa. Estos tres primeros días, lunes, martes y miércoles santos, pero el jueves en la misa de la Cena del Señor, el viernes en la adoración de la Santa Cruz, el sábado acompañando a la Virgen Dolorosa en su soledad, el domingo en la vigilia pascual, y en la misa de Resurrección. Que vivamos con profundidad, con serenidad y con alegría, esa alegría profunda de la presencia del Señor, en nuestro corazón este tiempo.

Que lo podamos también vivir en familia. Acérquense si tienen una comunidad cristiana, la parroquia, una iglesia, una casa de oración y pueden acérquense también para vivirla en comunidad, porque la fe es personal. O nos dice el sí al Señor, pero se vive en comunidad. Entonces, si pueden acérquense para vivir así este tiempo.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos ustedes y los acompañe siempre. Amén.

La cita bíblica para esta semana. está tomada del Evangelio de San Mateo, capítulo 26, versículo 42. “Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad”.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima, si Dios quiere.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Si hubieras estado allí, Jesús Adrián Romero)

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