HOMILÍA DEL P. ROGELIO DEÁN PUERTA
Homilía del P. Rogelio Deán Puerta
Párroco de El Cobre
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, 6 de abril 2025
V Domingo de Cuaresma
“¿Nadie te ha condenado mujer? Nadie, Señor. Yo tampoco te condeno. Ya no vuelvas a pecar” Juan 8, 10-11
Mis hermanos,
Ya se van acercando los días de gracia, la Semana Santa y el Señor nos sigue matizando algunos cambios importantes que debemos nunca olvidar en nuestra vida.
El mundo nos lleva, las sociedades, la historia, nuestras heridas, nos llevan a vivir muchas veces un estilo de rencor, un estilo violento, como diríamos, de revancha. Muchas veces buscamos, guardamos ese dolor de nuestras historias, de nuestras heridas y entonces aguardamos el momento del desquite, de la venganza. Vivimos cuidando, observando cada cosa con un espíritu a veces de juicio, de crítica y eso nos impide vivir en el amor de Dios.
Por eso en la primera lectura, la lectura del profeta Isaías, el Señor nos dice que Él viene haciendo nuevas las cosas. Y ciertamente Jesús trae una novedad. Qué pena que a veces nosotros suponiendo estar cerca de Jesús, no estemos abiertos de verdad a ese estilo nuevo, a esa propuesta nueva que nos trae Jesús.
Evidentemente esa propuesta está anclada en quizás no fijarnos tanto en el pasado, y como dice Pablo, abrirnos de cara al futuro. El pasado pesa, al pasado vamos a aprender, pero el lugar de vida no es en el pasado. Evidentemente, si vivimos un constante sentimiento de venganza, de rencor, vamos a estar esclavos en ese pasado.
El Señor nos invita a vivir en el presente, proyectado hacia un futuro. Ahora, eh ¿cómo se construye ese presente? ¿Cómo vamos a ser efectivos en ese futuro? Bueno, evidentemente la clave la da el evangelio, la misericordia.
No es posible un proyecto fiable de presente, de futuro, ni a nivel personal, ni a nivel familiar, ni a nivel de nación, si no está presente la misericordia. No tener como pilar la misericordia, nos llevaría a caer en los mismos errores, que a lo mejor sentimos que en nuestra historia nos han hecho daño. Hace falta la misericordia.
Dice el Señor en las bienaventuranzas, que son benditos los misericordiosos, porque son los que alcanzarán la misericordia. Y nosotros queremos la misericordia, porque la misericordia nos lleva a la paz, nos lleva al amor, nos lleva a dejar atrás un pasado doloroso, pero no queremos tomarlo como guía en cuanto al rencor que pueda existir en él.
Queremos nuevas perspectivas, nueva vida, ciertamente hay que aprender, pero Jesús nos invita a una novedad en el amor, un amor que no tiene límites, porque ciertamente la misericordia implica un amor de calidad, un amor serio y sabemos que cuesta, cuesta mucho ser misericordioso, sobre todo con aquellos que a lo mejor no han sido capaces de ser misericordiosos con nosotros. Pero toca, Jesús nos ofrece este pilar como clave de felicidad segura.
Mis hermanos, que ya en las vísperas casi de la Semana Santa, nosotros revisemos cómo está ese nivel de misericordia en nuestra vida, que miremos a nuestra Madre, la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, Madre de la Misericordia y tengamos el valor, el coraje de perdonar, de perdonar para levantarnos nosotros y también poder levantar a los demás en el amor.
Que así sea.