HOMILÍA DEL P. ROGELIO DEÁN PUERTA,  III Domingo de Cuaresma
HOMILÍA DEL P. ROGELIO DEÁN PUERTA,  III Domingo de Cuaresma

HOMILÍA DEL P. ROGELIO DEÁN PUERTA,  III Domingo de Cuaresma

HOMILÍA DEL P. ROGELIO DEÁN PUERTA
Párroco de El Cobre
Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Caridad, 23 de marzo 2025
 III Domingo de Cuaresma

 “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” Salmo 102

Compartimos un poco de la sobre la palabra de Dios.

En la primera lectura, en el libro del Éxodo, se nos presenta a Moisés. Moisés según nos narra la Escritura es el único que habló cara a cara con Dios. Moisés, el hombre grande que Dios escogió para llevar a cabo el proceso de liberación de su pueblo. Moisés, según nos narra este fragmento del Éxodo, quiso en su observación, en su estar atento, en ese fan de búsqueda de Dios quiso acercarse al misterio del Señor. En esta zarza, en este fuego ardiente, él descubre al Señor.

Le llamaba la atención que este fuego era inagotable, qué bueno cuando nosotros estamos atentos y es una actitud importante en nuestra experiencia cristiana, porque la vida se nos hace difícil, tenemos muchos agobios, muchas preocupaciones, muchos dolores, mucho sufrimiento; y corremos el riesgo de que esa vida difícil, nos impida estar atentos para descubrir por dónde pasa Dios, dónde está Dios. Y que de repente no estemos suficientemente atentos al misterio de Dios.

Dios es un misterio. Un misterio inabarcable. Hace falta atención, amor, valor, no solamente para estar atento, sino también para tener la capacidad de acercarse a ese misterio que Dios es. Y muchas veces podemos incluso sentir hasta miedo. Y cuánto nos paraliza el miedo. Nunca debemos dejarnos paralizar por el miedo, hay que trascender ese miedo, para llegar a acercarnos al misterio de Dios.

A veces nos pasa que de repente nos podemos presentar como personas, más que como personas abarcadas por el misterio de Dios, sondeadas por el misterio de Dios, penetradas por el misterio de Dios. Muchas veces podemos ubicarnos en modos de autosuficiencia, donde pareciera que más que Dios abarcarnos a nosotros, somos nosotros los que hemos abarcado el misterio de Dios.

Qué pena cuando somos así. Porque entonces nos volvemos soberbios y para enfrentar el proceso de liberación de los demás, primero hace falta humildad para enfrentar el proceso de liberación de uno mismo. Una persona soberbia, autosuficiente, esclava, no puede liberar a nadie. Y por eso Dios ve idóneo a Moisés para liberar a su pueblo.

Qué bueno que Moisés actúa con humildad, y sobre todo actúa en cada momento presentándose, no como la figura principal, sino como el enviado de Dios. Es importante recordar siempre que no somos más que enviados. Evidentemente somos enviados de la misericordia de Dios. Por eso el salmo, el Señor es compasivo y misericordioso. El que es enviado de Dios siempre va a presentar una actitud de misericordia, porque no existe proceso de liberación, ninguno, que no lleve como centro la misericordia.

Lo contrario sería la soberbia, el odio, el rencor, el resentimiento y ahí sí nunca podremos decir que somos enviados del Señor, porque la gente no va a identificar en nosotros al enviado del Señor.

Después en el Evangelio se nos vuelve a hablar de misericordia. Se nos habla de personas que no responden, de personas que se comparan con esa viña, con esa higuera que no da fruto, y que de repente el da la idea de que hace falta cortarla. Y el Señor siempre quiere dar una oportunidad. Nos invita a la oportunidad, nos invita a la misericordia. Qué bueno que nosotros podamos ser ese viñador enviado, que insiste en salvar a todos.

Qué pena cuando en nuestra mente y en nuestro corazón se divide el mundo. Los malos y los buenos, los que yo acepto y los que yo no acepto. Qué pena cuando eso sucede. Cuando divido el mundo entre los que tienen perdón, y los que no tienen. Como nos gusta dividir el mundo, esas divisiones en la mente de Dios no existen. Porque nos llevan al juicio y nos llevan a faltar a la misericordia.

Vamos a pedirle al Señor en esta Santa Cuaresma, que queremos que sea Santa, que nos ayude en esa tarea pendiente de la humildad, de la paciencia, de la misericordia, del insistir en salvar a los demás en el nombre del Señor una y otra vez, que podamos ser en verdad liberadores, desde una experiencia de persona realmente libre.

Que así sea.

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