Irradia, emisión del 16 de marzo de 2025
Irradia, emisión del 16 de marzo de 2025
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
II Domingo de Cuaresma
“Este es mi Hijo muy amado, mi escogido, escúchenlo” Lucas 9, 35
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(Música, La Transfiguración, Javier Brú)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los 3que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, La Transfiguración, Javier Brú)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.
“Mi corazón me habla de ti diciendo, busca su rostro. Tu faz estoy buscando, Señor, no me escondas tu rostro. Señor, Dios, que nos mandaste escuchar a tu Hijo muy amado, dígnate alimentarnos íntimamente con tu palabra para que, ya purificada nuestra mirada interior, nos alegremos en la contemplación de tu gloria. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, como siempre, una alegría, un gozo, un placer, realmente lo es, de poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo. Poder compartir sobre todo la Palabra de Dios. Esa Palabra de Dios que nos habla a todos, pero también nos habla a cada uno personalmente. Esa Palabra de Dios que es espada de doble filo que llega hasta lo profundo del corazón, si la dejamos penetrar, y que se convierte en fuente de esperanza, de alegría y de fortaleza. Esa Palabra de Dios que nos ha ayudado a vivir esta semana que recién termina y que por supuesto, nos ayudará a vivir la semana que recién comienza, ya segunda semana de Cuaresma.
Este domingo es segundo domingo de Cuaresma. Vamos caminando. Tenemos que preguntarnos ¿cómo he caminado? ¿Cómo he caminado esta semana? ¿He aprovechado la Cuaresma, he aprovechado para orar, para encontrarme con el Señor para revisar mi vida cristiana? ¿He aprovechado esta semana? No la dejemos pasar, porque cuando vengamos a ver ya estamos a las puertas de la Semana Santa, y se ha convertido la Cuaresma en un tiempo más, en un tiempo que la iglesia llama de esta manera, que se cambia en el color de las vestiduras sagradas, en que hay otros ritos, pero me ha dejado nada, no porque no pueda darme algo, sino porque yo le he dejado pasar.
No la dejemos pasar, aprovechemos. Cada fin de semana miremos atrás y preguntémonos cómo la he vivido, cómo he vivido esta primera semana o la segunda semana y así todas las semanas de la Cuaresma.
Abraham es el padre de los creyentes. Al creer en la Palabra de Dios, su fe le conquistó la amistad del Señor, y éste selló con él su alianza. Así nos lo narra la primera lectura, tomada del primer libro de la Biblia en el Antiguo Testamento, el libro del Génesis, en el capítulo 15, versículos del 5 al 18.
También espera Dios de nosotros una respuesta semejante de Abraham, al presentarnos a Jesucristo, su Hijo transfigurado en el evangelio de hoy. Para que tengamos fe en Él. A cambio de esa fe, el Hijo de Dios nos introducirá no en una tierra rica como a la descendencia de Abraham, sino en el mundo de la resurrección en la gloria. Así nos lo presenta la segunda lectura tomada de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses, capítulo 3, versículo 17, al capítulo 4, versículo 1.
El evangelio de hoy está tomado también del evangelista San Lucas, en el capítulo 9, versículos del 28 al 36.
(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 9, 28-36)
Nos habla de la transfiguración del Señor. Jesús va camino de Jerusalén. Es su último viaje a Jerusalén. Él debía estar consciente de que eso era así. De que era un momento muy especial. Las fuerzas que querían acallarlo estaban confabulándose para poder lograrlo. Pero el Señor no se detiene. El Señor sigue adelante, tiene una misión. quiere cumplir la voluntad del Padre. Lo veíamos el domingo pasado en las tentaciones, cuando el demonio le proponía hacer las cosas a su manera. No hay otra manera, la manera del Padre. Esa es la manera.
Y ahora también podía haber dado vueltas, podía haberlo hecho de otra forma, podía haber alargado, como solemos hacer a veces cuando llegan momentos muy especiales en nuestra vida que pueden traer dolor y sufrimiento, tratamos de alargarlo, de buscar otros caminos. Él no, se puso en camino para llegar a Jerusalén.
Pero sabía que sus discípulos, sus apóstoles, como somos todos frágiles, débiles y pecadores, que quedarán conmocionados cuando vean a su Señor y a su Maestro, en que habían puesto toda su esperanza para un cambio, para un cambio para mejor, perseguido falsamente, enjuiciado, condenado como un malhechor y muerto en una cruz. Y va a ser un golpe muy fuerte para ellos. Y el Señor piensa siempre en los demás. Antes que pensar en Él, piensa en los otros y piensa en ellos, y quiere darles fuerza para que cuando llegue ese momento, tengan donde mirar y seguir adelante. Y por eso se los lleva con Él a lo alto de un monte.
Y Él, que ha sido tan discreto a lo largo de toda su vida, en que no ha querido hacer alarde de su condición de Hijo de Dios, de la segunda persona de la Santísima Trinidad, de Dios él mismo; que hace los milagros, los signos, solo para corroborar que Él es el que había de venir, no para exhibirse, no para ponerse en el primer lugar y que lo aplaudan. Ahora va a mostrárseles en lo alto del monte con toda su gloria. Se va a transfigurar, eso quiere decir transfigurarse. Su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes.
¡Qué sorpresa para ellos! Verlo como quien es, el Hijo de Dios. Dios él mismo. ¿Para qué, para exhibirse delante de ellos? No. Para que cuando llegue el momento de la oscuridad y de la prueba, y miren atrás, recuerden que el que está en la cruz muerto, aparentemente vencido, es el que se les mostró con toda su gloria y el que les anunció que resucitaría el tercer día, que el mal no tendría la última palabra, que la muerte no tendría la última palabra, como dice la escritura, como nos dice San Pablo. Nos recordaba San Pablo, muerte donde está tu victoria, muerte donde está tu aguijón.
Quiere darles fuerza para que puedan ponerse en pie, por lo menos para que puedan mantenerse unidos, para que cuando Él resucite pueda encontrarlos y devolverles esa la paz que necesita. Pero no solamente eso, sino que aparecen con Él, Elías y Moisés, la ley y los profetas, conversando con Él de todo lo que va a acontecer; ratificando que es Él. Él, a quien anunciaron los profetas. Él a quien anunció la escritura, el que había de venir.
De tal manera quedaron impactados que Pedro le dice, “Señor, hagamos tres chozas, quedémonos aquí.” Pero el objetivo no era ese, no era quedarse ahí, era fortalecerlos para seguir adelante, era darle fuerzas para que pudieran seguir adelante. Tendemos cuando encontramos algo muy bueno y satisfactorio quedarnos ahí. No, son momentos en la vida en los que tenemos que llenarnos de ellos, disfrutarlos, aprovecharlos al máximo, pero para seguir adelante. Cualquier acontecimiento que nos lleva a quedarnos en el mismo lugar, entonces no está cumpliendo su misión.
Pidamos también en este domingo de la Transfiguración en que hemos oído a Dios decirle, “Este es mi Hijo muy amado, mi escogido, escúchenlo.” Pidámosle al Señor que nosotros lo escuchemos. Que sobre todo tengamos esa actitud de Jesús de los momentos difíciles, en los momentos de prueba, en los momentos en que la carga la sentimos pesada sobre nuestros hombros, pensar en nuestros hermanos, porque nos hemos encontrado con Cristo, y en Él encontramos fuerza para seguir adelante.
En Él encontramos fuerza para levantarnos. En Él encontramos la luz para saber que el mal no tiene la última palabra, que el dolor no tiene la última palabra, que el sufrimiento no tiene la última palabra. Pero ¿cuántos hermanos nuestros no se han encontrado con Cristo? ¿Cuántos hermanos nuestros llevan su dolor, su sufrimiento, su ser sin nadie que los ayude? No porque no haya quien los ayude, sino porque no lo conocen, porque piensan que están solos, abandonados, dejados ahí. Y no es así, nosotros sabemos que no es así, que el Señor está ahí.
Entonces tenemos que preocuparnos por esos hermanos nuestros y llevarles el anuncio de la Palabra de Dios para que puedan levantarse, para que puedan seguir adelante, para que la esperanza renazca en sus corazones. No podemos encerrarnos en nosotros mismos. Tenemos que ponernos en camino como Jesús para ayudarlos a seguir adelante.
Cuando tengamos la tentación de desalentarnos, miremos a Jesús transfigurado. Él que es el camino, la verdad y la vida; pero no solo para consolarnos y fortalecernos a nosotros, sino que seamos capaces de llevarlo a aquellos que se sienten desalentados y desanimados para que puedan encontrarse con Él y escuchar a Dios decir, “Este es mi Hijo muy amado, mi escogido, escúchenlo.”
Que así el Señor nos lo conceda.
(Música, Transfigúrame, Dumas y Mary)
Ahora, hermanos, renovemos nuestra profesión de fe pidiéndole al Señor que nos ayude para, con alegría, con gozo, con esperanza, vivir conforme a la fe que profesamos.
Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.
Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.
Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.
Ahora, hermanos, presentemos confiados en que el Señor nos escucha y nos responde nuestras súplicas.
En primer lugar, por la iglesia, para que fieles al mandato del Señor vivamos este tiempo de Cuaresma, aprovechándolo para convertirnos, para cambiar, para ser mejores, para poder dar testimonio de Él con la palabra y con la vida, para que los que no lo conozcan lo conozcan. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos por todos los que sufren en el cuerpo o en el espíritu, para que encuentren en Cristo, consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, laicales, por las familias. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por la salud del Santo Padre. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos de manera particular, aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso, Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que podamos avanzar en este tiempo de Cuaresma, en este tiempo de oración, este tiempo de conversión. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces te las presentamos. Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.
Oremos, hermanos, con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
La cita bíblica para esta semana, para que podamos leerla, orarla, reflexionarla personalmente y siempre que podamos hacerlo también en familia, porque la familia que reza unida permanece unida. Está tomada de la primera carta del apóstol San Pablo a Timoteo, en el capítulo 4, versículos 6 y 7. “Si enseñas estas cosas a los hermanos y te alimentas con las palabras de la fe y de la buena enseñanza que has seguido, serás un buen siervo de Jesucristo. Pero no hagas caso de cuentos mundanos y tontos. Ejercítate en la devoción a Dios, pues, aunque el ejercicio del cuerpo sirve para algo, la devoción a Dios es útil para todo, porque nos trae provecho para esta vida y también para la vida futura”.
Que tengan un feliz domingo, que lo puedan aprovechar bien, que puedan descansar para poder comenzar la semana con ánimo, con energía y poder seguir adelante, que la puedan disfrutar con la familia, con los que están más cerca, recordando a los que están quizás un poco más lejos, compartiendo y también con los amigos. Con todos los amigos, pero de manera especial con los que están más solos y que necesitan de ese calor familiar que nosotros podemos darle. Quizás otras cosas no, pero calor familiar, si tenemos una familia, entonces eso sí podemos darle y nunca se agota.
Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.
Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima si Dios quiere.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música, La Transfiguración del Señor, Shajaj Ministerio Católico)