Irradia, emisión del 9 de febrero de 2025

Irradia, emisión del 9 de febrero de 2025

Irradia, emisión del 9 de febrero de 2025
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
V Domingo del Tiempo Ordinario

“Entonces Jesús le dijo a Simón, no temas, desde ahora serás pescador de hombres” Lucas 45, 11

 

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(Música, Mar adentro, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Mar adentro, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

“Entremos y adoremos de rodillas al Señor creador nuestro, porque Él es nuestro Dios. Te rogamos, Señor, que guardes con incesante amor a tu familia santa, que tiene puesto su apoyo solo en tu gracia, para que halle siempre en tu protección su fortaleza. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, donde quiera que se encuentren. Siempre una alegría, un gozo, poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, y sobre todo poder compartir la palabra de Dios. Esa palabra de Dios que nos ha fortalecido a lo largo de esta semana que ha terminado, y que nos fortalecerá en esta semana que comienza, para poder hacer cada día, de la mejor manera lo que nos toca hacer, para así alcanzar la santidad. La santidad que consiste en eso, en hacer cada día lo que nos toca hacer, y hacerlo siempre de la mejor manera posible.

Este domingo el profeta Isaías nos cuenta de qué manera fue llamado por Dios en la primera lectura, tomado precisamente del libro del profeta Isaías en el Antiguo Testamento, capítulo 6, versículos del 1 al 8. De este modo podremos comprender mejor la vocación. La vocación de Pedro, Santiago y Juan, a quienes Jesús llamó para convertirlos en pescadores de nombres, como nos narra el Evangelio de hoy.

Así es como los apóstoles pasan, en el Nuevo Testamento, a ocupar el sitio de los profetas del Antiguo Testamento. San Pablo, en la segunda lectura tomada de su carta, primera carta a los Corintios, capítulo 15, versículos del 1 al 11, sigue adoctrinando a los Corintios y les expone lo esencial de su misión de apóstol, anunciar la resurrección de Cristo.

El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Lucas, en el capítulo 5, versículos del 1 al 11.

(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 45, 1-11)

El domingo pasado celebrábamos la fiesta de la presentación del niño Jesús en el templo, también más popularmente conocida como la fiesta de la Candelaria, la fiesta de las candelas, la fiesta de la luz, en la que se bendicen de manera particular las velas que utilizaremos en la Vigilia Pascual para ser encendida con el fuego nuevo, que representa a Cristo Resucitado. Cristo que es la luz que ha venido a iluminar a todo hombre que viene a este mundo.

Pero fiesta, en la que también se bendice a los niños recordando la presentación de Jesús en el templo, y se bendice a las madres de manera particular, las madres embarazadas, recordando a la Virgen que fue a cumplir la prescripción de la ley de Moisés, que toda mujer que hubiera dado a luz tendría que ir al templo para purificarse, presentar al niño y purificarse, ofreciendo lo que ofrecían los pobres, dos tórtolas o dos pichones.

A cuarenta días de que hemos contemplado el nacimiento de Jesús en Belén, nos tocaba celebrar en esta fiesta, la ocasión en que María y José para cumplir la ley presentaron a su bendito hijo en el templo de Jerusalén. El Mesías esperado por el pueblo de Israel, entra en el lugar santo, pero solo es reconocido por Simón y Ana, los dos ancianos llenos del Espíritu Santo que esperaban, que aguardaban, que confiaban en que el Señor cumpliría su promesa de enviar un Salvador y no quedaron defraudados. Porque Dios nunca se contradice a sí mismo y siempre cumple lo que promete.

Por eso la familia de Jesús realizó todo lo indicado por la ley de Moisés. Sin embargo, llegará el tiempo en que Jesús llevará a su plenitud esa ley. Simeón y Ana vivían en una especie de amistad con Dios, y por eso les fue revelado el misterio de la presencia del Señor en su templo. Profetizaron lo que sería de Jesús y Simeón. Y Simeón predijo lo que le ocurriría a María.

Hoy tenemos la presencia del Mesías, del Señor, en cada iglesia. Todos los días Él nos espera ahí con amor y paciencia, pero ¿lo buscamos? En cada templo, en el Sagrario de nuestros templos, allí está el Señor, que se quedó con nosotros bajo las especies eucarísticas de pan y de vino, para alimentarnos, para fortalecernos, para acompañarnos. Allí está, donde está esa pequeña luz roja encendida recordándonoslo. Cuando llegamos al templo, vamos allí a encontrarnos con Jesús como se encontraron con Él, Simeón y Ana, porque estuvieron atentos y descubrieron, como los pastores, como los Reyes en aquel Niño pobre, la presencia y la gracia y la luz de Dios.

Este domingo, Jesús nos presenta a Pedro, a Santiago y a Juan, a los que llamó. Luego llamó al resto de los doce apóstoles, y a partir de ellos, a todos los que iban a formar su pueblo santo, o sea, a nosotros su iglesia, porque eso es la iglesia, el pueblo de Dios, el cuerpo de Cristo, en el cual cada uno tenemos una función, ni mejor ni peor, ni más grande ni más importante una que otra. Todos tenemos una función que cumplir, y cuando no lo hacemos se quedará sin que se cumpla.

Así como Jesús hizo pescadores de hombres a esos hombres, así también quiere que nosotros llamemos para él a quienes quiere salvar. ¿De qué nos quiere salvar el Señor? Del pecado, el pecado que nos destruye. ¿De qué nos quiere salvar el Señor? De la muerte eterna que es producto del pecado, y del demonio que es el príncipe del pecado, de la mentira, el homicida desde el principio. Pero antes tenemos que dejarnos atrapar por Dios, por Jesús, considerando el gran amor que nos ha manifestado. Hay que trabajar para que muchas personas caigan en las redes de Jesús, las del amor verdadero.

Jesús ayudó a Pedro, a Santiago, a sus compañeros pescadores que habían pasado la noche tratando de atrapar algún pez y no lo habían conseguido, a que lo consiguieran. “Vayan y echen las redes de nuevo”. Y sin cuestionárselo, sin decirle, “Pero ya hemos pasado la noche en vela pescando y no hemos escogido nada”. Fueron y echaron las redes. Y las redes salieron llenas de peces. Ellos confiaron en el Señor y no quedaron defraudados. El Señor los envió y les dio la fuerza. “Remen mar adentro y echen las redes”. Y ellos con confiados en la palabra del Señor, echaron las redes. Y entonces el Señor les hizo la gran promesa. “Haré de ustedes pescadores de hombres”.

Pescadores de hombres. Les daré la fuerza, la gracia del Espíritu para que vayan a anunciar la Buena Nueva, “conviértanse porque el reino de Dios está cerca”. Para ayudarlos a vencer el mal y la muerte, que yo venceré en la cruz para ustedes, para darles la fuerza, para vencer el mal en ustedes mismos y en el mundo, porque el mal no tendrá la última palabra. La última palabra la tendrá el Señor, que estará con nosotros hasta el final de los tiempos.

Hoy nos lo recuerda la liturgia de este domingo. Nos recuerda que por el bautismo hemos sido constituidos pescadores, llamados por el Señor a llevar su Palabra, a ayudar a nuestros hermanos que aún no lo han encontrado, a encontrarse con Él. No lo dudemos, no lo olvidemos. Confiemos en la palabra de Jesús y echemos las redes cada día sin cansarnos.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Por tus palabras echaremos las redes, Dumas y Mary)

Ahora, hermanos, renovemos nuestra profesión de fe, pidiéndole, Señor, ayúdanos a vivir conforme a la fe que profesamos. Y sobre todo a poder compartirla humildemente con aquellos que aún no se han encontrado contigo.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Ahora, hermanos, confiados en que el Señor siempre escucha nuestras súplicas y siempre nos responde, no dándonos lo que siempre pedimos, pero sí dándonos lo que siempre nos conviene, presentémosle nuestras oraciones.

Por la Santa Iglesia de Dios, para que en ella reine siempre la unidad, la caridad mutua y el fervor. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todas las naciones y en especial por Cuba, para que podamos servir mejor a Dios en la paz, en la justicia y en el bienestar. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren, para que en Dios encuentren el consuelo, la paz y la fuerza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por las catequesis en nuestras comunidades, para que los catequistas lleven a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos, a una auténtica inserción en la vida cristiana. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por cada uno de nosotros, para que el Señor nos conceda una fe firme, una esperanza gozosa y una caridad constante. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces te las presentamos. Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.

Y ahora, hermanos, oramos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.

Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.

Hermanos, que tengan todos un feliz domingo, que lo puedan disfrutar, para descansar, para reponer las fuerzas y poder comenzar la nueva semana con ánimos nuevos, pero sobre todo para compartirlo en familia, con la familia, con la familia que esté cerca, con la familia más cercana; que puedan compartir lo que durante la semana no han podido hacer, alegría, esperanza, gozo, también por qué no, las tristezas que hayamos podido, tener las dificultades que hayamos podido encontrar, para compartirla, porque en la familia hay que compartirlo todo, y así todo se multiplica. Las alegrías se multiplican y los consuelos también.

Pero no olvidemos a nuestros amigos, sobre todo aquellos que están más solos, porque su familia está lejos, porque ellos están lejos por cualquier circunstancia de su familia y necesitan del calor familiar, y nosotros podemos dárselo. Quizás otras cosas no podamos, pero eso estoy seguro que sí podemos darlo y abundantemente, y ellos lo van a agradecer.

Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos en nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

El versículo evangélico para esta semana es el siguiente, está tomado del Evangelio de San Lucas, en el capítulo 5, versículos del 8 al 11. “Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo, apártate de mí, Señor, porque soy un pecador. Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús le dijo a Simón, no temas, desde ahora serás pescador de hombres. Luego llevaron la barca a tierra y dejándolo todo lo siguieron”.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima, si Dios quiere.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Pescador de hombre, DR)

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