Irradia, emisión del 19 de enero de 2025
Irradia, emisión del 19 de enero de 2025
Transmitido por CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
II Domingo del Tiempo Ordinario
“Dijo su madre a los sirvientes hagan lo que Él les diga” Juan 2, 5
(Música, Nos cambiaste el agua en Vino, Javier Brú)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Nos cambiaste el agua en Vino, Javier Brú)
En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.
Buenos días, amigos y amigas. Una alegría, un gozo siempre poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, y sobre todo poder compartir la Palabra de Dios. Esa palabra de Dios que debe acompañarnos toda la semana que comienza, podamos compartirla este domingo y todos los días. Por eso les dejo al final siempre esa cita bíblica, para que la puedan orar personalmente, la puedan reflexionar y orar en familia, porque la familia que reza unida permanece unida.
El domingo pasado celebramos la fiesta del Bautismo del Señor y con ella terminábamos el tiempo de Navidad. Durante el año litúrgico se desarrollan los diversos aspectos del único misterio pascual cuyo centro es la resurrección del Señor. Fuera de los tiempos litúrgicos fuertes, Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, los misterios de nuestra fe se celebran durante el tiempo llamado ordinario, que comenzamos hoy, que es el más amplio del año, ya que tiene una duración de 33 o 34 semanas.
Su primera parte se presenta en el calendario antes de la Cuaresma, y la siguiente más larga, después del tiempo pascual. La primera etapa la celebramos después del tiempo de Navidad y antes del tiempo de Cuaresma, en un número variable de semanas, dependiendo de si la Pascua coincide con los primeros o con los últimos días de su margen astronómico, del 23 de marzo al 25 de abril; y la segunda etapa la más extensa, va del lunes después del domingo de Pentecostés hasta la Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
“Que se postre ante ti Señor la tierra entera, que todos canten himnos en tu honor y alabanzas en tu nombre. Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con amor las súplicas de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por Jesucristo nuestro Señor”. Amén.
El evangelio de hoy nos presenta el milagro de las bodas de Caná, el primero de los signos realizado por Jesús. Fue un vaticinio de la Eucaristía y la bendición del matrimonio humano por parte de Cristo. El profeta Isaías en la primera lectura, capítulo 62, versículos del 1 al 5, se refiere también a la santidad del matrimonio. San Pablo en su carta a los Corintios, primera carta a los Corintios, capítulo 12, versículos del 4 al 11, que por en que por entonces andaba muy divididos, les recuerda que si bien en la Iglesia son muy diversos los ministerios, todos ellos proceden de un mismo espíritu.
El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Juan, capítulo 2, versículos del 1 al 11.
(Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 2, 1-11)
Nos narra las bodas de Caná, la boda en la que estaban presenten María la madre de Jesús, pero también Jesús con sus discípulos. Las bodas en aquellos tiempos duraban varios días, las bodas tienen que ser un momento de alegría, de gozo, también de preocupación para los padres, para los novios, de prepararlo todo de manera tal, que queden satisfechos los invitados; cuando más que los invitados venían por varios días.
En medio de la boda se quedan sin vino. Qué problema. Qué tristeza que la boda de ellos se recordara no por la alegría, el gozo, por el compartir, sino porque es la boda en que se acabó el vino. Parece que todavía nadie se había dado cuenta, pero hubo alguien que sí se dio cuenta, María, la Virgen, que estaba allí atenta. No como a veces estamos atentos en estos acontecimientos para ver quién vino, quién no vino, cómo vino, qué hizo, qué dijo, qué no hizo, sino atenta para lo importante, para poder estar disponible cuando la necesitaran.
Y este fue el momento. Se dio cuenta que le faltaba el vino y qué hizo, pues fue donde su hijo a pedirle algo. No a decirle que hiciera algo, no, sencillamente a decirle, así nos lo narra el Evangelio, no tienen vino. Jesús reacciona y dice, bueno y qué nos va a ti a mí, no ha llegado mi hora. Pero María como toda madre no se da por vencida, tampoco insiste, tampoco le dice tienes que hacerlo, no. Sencillamente les dice a los criados hagan lo que Él les diga. Si les dice que hagan algo, háganlo, si no les dice que hagan algo, no lo hagan.
María se da cuenta de la situación, pero la pone en manos de su Hijo, porque Él es el que puede. Ella es un puente, un camino para viabilizar esa necesidad que tenían aquellos novios, aquella familia. Y Jesús, como buen hijo, no deja de complacer a su madre. Qué buen hijo si puede hacer no lo hace, qué buen hijo si puede complacer el buen deseo de su madre de ayudar, no lo hace. Y adelanta su hora. Les dice a los criados, llenen las tinajas, las tinajas en las que se recogía el agua de las purificaciones de los judíos. Llénenlas, y ellos las llenan. Tomen de ahí y llévenlo al mayordomo.
Y cuando lo llevan al mayordomo y lo prueba, el mayordomo se llena de sorpresa. Porque lo que está probando es un vino, y no cualquier vino, un vino de lo mejor. Él no sabía lo que había sucedido, los criados sí porque habían llenado las tinajas de vino. Pero va donde el novio y le dice, oye, en una boda, en una fiesta todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya todo el mundo está bebido, que no sabe ni siquiera lo que está tomando, le pone el vino de inferior calidad, pero tú has hecho lo contrario, has puesto de último el vino mejor.
Dos cosas. Jesús no hace las cosas a medias. No escucha la súplica de su madre para después salir de ella de cualquier manera, no, lo hace de la mejor manera posible, no cualquier vino, sino el mejor de los vinos. Pero también nos deja una enseñanza. Aquellas tinajas contenían el agua de las purificaciones rituales de los judíos, con las que se lavaban las manos, los objetos, porque había muchas ocasiones que consideraban que legalmente los convertían en impuros, y eso eran signos del deseo y de la purificación. Transforma el agua en el vino, en el vino que Él transformará en la Última Cena en su cuerpo y en su sangre, junto con el pan; comida y bebida de salvación. Ya la purificación no será con el agua, la purificación será a través de la sangre de Cristo derramada en la cruz, su vida entregada por nosotros.
Una dimensión eucarística, un significado profundo ese vino que se transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y nos da alegría, nos da gozo, nos da esperanza, nos da fuerza, porque el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna.
El evangelio de hoy nos habla de esa intercesión amorosa y maternal de la Virgen ante las necesidades por las que podemos atravesar. Pero al mismo tiempo esa confianza de la Madre en su Hijo, que pone en sus manos esta necesidad para que Él obre según su corazón. Y este Hijo que escucha la súplica de su Madre y que realiza su primer milagro. Transformar el agua en vino, en el mejor de los vinos, y recordarnos que el mejor, es el vino eucarístico, que en la consagración se transforma en su cuerpo y en su sangre, y se convierte en comida y bebida de salvación.
Que en Él encontremos la fuerza para, como la Virgen, estar atento a las necesidades de los demás y tender la mano e interceder, y como Jesús estar dispuestos, en la medida de nuestras posibilidades, a ayudar al que más lo necesita. Que así el Señor nos lo conceda.
(Música, Han todo lo que Él les diga, Dumas y Mary)
Ahora hermanos renovemos nuestra profesión de Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.
Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.
Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.
Hermanos presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre.
En primer lugar, por la Iglesia, para que fieles al mandato del Señor seamos sus testigos y llevemos su palabra a todos aquellos que aún no la han escuchado. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los que sufren, en el cuerpo o en el Espíritu, para que encontrándose con Cristo encuentren, consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Por todos los difuntos, de manera particular los que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonadas sus faltas, el Señor lo acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Y los unos por los otros, para que vivamos intensamente este Año Santo de la Esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Escucha Padre Santo esta súplica y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces te las presentamos. Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.
Oremos hermanos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.
Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.
La cita bíblica para esta semana está tomada del Evangelio de San Juan, en el capítulo 2, versículo 5. “Dijo su madre a los sirvientes hagan lo que Él les diga”. Léanla, medítenla, oren con ella, compártanla con la familia, la familia que reza unida permanece unida.
Que tengan todos, un feliz domingo, que lo puedan disfrutar, que puedan compartir con sus familias, con sus amigos, que puedan descansar, puedan llenarse de alegría y de gozo en el Señor, para comenzar la semana con nuevas energías, materiales y espirituales.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.
Les he hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima, si Dios quiere.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…
(Música, Hagan lo que Él les diga, DR)