Irradia, emisión del 5 de enero de 2025

Irradia, emisión del 5 de enero de 2025

Irradia, emisión del 5 de enero de 2025
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Solemnidad de la Epifanía del Señor

“¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” Mateo 2, 2

 

 

(Música, Epifanía, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Epifanía, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

“Miren, que ya viene el Señor todopoderoso en su mano está el Reino, la potestad y el imperio. Señor Dios, que en este día manifestaste a tu Unigénito a las naciones guiándolas por la estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe, que lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, donde quiera que se encuentren, como siempre es una alegría, un gozo, un placer, poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, poder compartir la Palabra de Dios, la palabra que nos ilumina, que nos fortalece, y que nos guía, esa palabra de Dios que se hizo hombre y puso su morada en medio de nosotros. Esa palabra de Dios que es la luz que viene a iluminar a todo hombre, que viene a este mundo a disipar las tinieblas.

Este primer encuentro del año 2025 celebramos la fiesta de la Epifanía, la fiesta de los Reyes Magos como generalmente la conocemos. Todos los hombres estamos llamados a formar un solo cuerpo con Cristo y a vivir juntos cerca de Dios. En esto consiste según San Pablo en la segunda lectura, el misterio oculto desde siempre. Solo algunos profetas como Isaías en la primera lectura, alcanzaron a presentarlo. Luego pasaron los siglos y aquí que el nacimiento de Cristo transforma la esperanza en realidad. Con la llegada de los Magos a Belén el misterio comienza a revelarse los pueblos paganos. Se ponen en camino hacia Cristo.

El evangelio de hoy está tomado del evangelista San Mateo, en el capítulo 2, versículos del 1 al 12.

(Lectura del evangelio de San Mateo, capítulo 2, 1-12)

Epifanía, es una palabra que proviene del griego y significa manifestación, se refiere a que el único Dios verdadero se manifestó a personas que representaban a los pueblos distintos al de Israel, los Magos de Oriente. Lo cual es una muestra de la voluntad de Dios de que todos los hombres se salven, y todos llegue al conocimiento de la verdad, porque no hay sino un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús.

En la Primera de Timoteo, capítulo 2, versículos del 4 al 5, los Magos buscaron afanosamente al rey del judío que acaba de nacer, y al rey Herodes le dijeron claramente el motivo de esto, “porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”. ¿Cómo lo supieron, cómo supieron que Dios nacería en esas tierras? No lo sabemos, pero es seguro que iban preparados porque luego de adorarlo, le ofrecieron regalos, oro, incienso y mirra. En los Magos estamos representados todos nosotros.

Así como los pastores a los que le anunció el Ángel la gran alegría y fueron a adorar a Jesús estaba representado el pueblo de Israel, en los Magos, los Reyes, en estos hombres que de lejos, dejándose guiar por una estrella, fueron al encuentro con el Señor para adorarle y llevarle sus presentes de oro, incienso y mirra: oro como a Rey, incienso como a Dios, y mirra porque un día ese Hombre y Dios verdadero, entregaría su vida, derramaría su sangre para rescatarnos, para redimirnos, Él, el justo por nosotros pecadores, en ellos estamos representados nosotros. Hombres que vieron de lejos que no eran del pueblo de Israel, pero a quienes también estaba destinado aquel que vendría a salvarnos. El mensaje que traía también era para ellos, también es para nosotros, también es para todos, nadie queda afuera, nadie está lejos.

El Evangelio viene a derrumbar las murallas que separan a unos hombres de otros, las diferencias que separan a unos hombres de otros, ya no somos ni judíos ni gentiles, ni esclavos ni libres, somos hermanos todos hermanos, todos llamados a la salvación, todos llamados a recibir la salvación que Cristo gana para nosotros al precio de su sangre y de su vida entregada generosamente. Por eso la fiesta del Epifanía, es una fiesta para todos aquellos que en un día nos sentimos lejos, pero que descubrimos que estamos cerca; no porque nosotros nos hayamos acercado, sino porque el Señor ha querido acercarse a nosotros, a buscado el camino para poderse encontrar con nosotros, para que nosotros podamos encontrarnos con Él.

Pero, ¿cuántos hay que no lo conocen? ¿Cuántos hay que no lo saben? Una estrella guío a los Reyes Magos hasta el establo de Belén donde estaba el Niño envuelto en pañales y recostado en pesebre. Nosotros hoy, cristianos que ya nos hemos encontrado con Cristo como los reyes, como los pastores de Belén, también tenemos que convertirnos en esa estrella, la estrella que ayuda a nuestros hermanos que aún no se han encontrado con el Señor a encontrarse con Él, la estrella con su luz, que les permita encontrarse con quien es la luz del mundo, para que puedan ir a donde Él, para que puedan reconocerlo, para que puedan adorarlo, para que puedan llevarle como regalo no oro, incienso y mirra, sino sus corazones para que los transforme, para que los convierta, para que los haga mejores. Para que en Él todos podamos ser hermanos y vivir como hermanos, y construir como hermanos, y edificar como hermanos, y hacer de este mundo el hogar que todos necesitamos y ansiamos.

Ese es el mensaje de la Epifanía, el mensaje de la salvación es para todos, nadie queda excluido, nadie queda fuera, y nosotros cristianos tenemos que llevarlo a todos los que encontramos en nuestro camino.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Venimos con regalos a adorarlo, Dumas y Mary)

Ahora hermanos renovemos nuestra profesión de fe.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Hermanos presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, sabiendo que el Señor siempre nos escucha y siempre nos responde, que no siempre nos da lo que pedimos, pero si siempre nos da lo que más nos conviene.

En primer lugar, pidamos por la Iglesia universal, para que iluminados por la luz de Cristo llevemos esa luz a todos los que aún no se han encontrado con ella. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por todos lo que sufren en el cuerpo o en el espíritu, por todos lo que se desesperan ante las dificultades de la vida, para ayudarlos a encontrarse con Cristo, y en Cristo encontrar consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos por nuestros difuntos, por nuestros familiares, por nuestros amigos y de manera particular por los que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos también para que este Año Jubilar, este Año Santo, este año de la Esperanza, podamos transformar, cambiar, convertir nuestros corazones, viviendo a plenitud el evangelio de Cristo, y llevando su mensaje a todos los hombres y mujeres de este mundo, donde quiera que se encuentren. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo esta súplica y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces te las presentamos. Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.

Hermanos y hermanas oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.

Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.

La cita bíblica para esta semana está tomada del Evangelio según San Mateo, en el capítulo 2, versículos del 1 al 2. “Nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo, ¿dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?, pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo?

Que tengan todos, un feliz domingo, que lo puedan disfrutar como siempre les digo de manera particular con la familia, porque es tan necesario poder compartir alegrías, tristezas, esperanzas con aquellos que nos son más cercanos, y quién más cercano que nuestra familia, y a veces durante la semana no podemos hacerlo. Sin olvidarnos también de nuestros amigos de manera particular los que están más solos, más lejos de sus familiares por cualquier razón y necesitan de este calor de familia, en este momento en que puedan también compartir esa alegría de sentirse en familia.

Y que la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel, de la Catedral de Santiago de Cuba, hasta la próxima si Dios quiere.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, Buscadores de Luz, P. Fernando)

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