Irradia, emisión del 22 de diciembre de 2024

Irradia, emisión del 22 de diciembre de 2024

Irradia, emisión del 22 de diciembre de 2024
Transmitido por CMKC, Emisora
​​Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Cuarto Domingo de Adviento

“Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá” Lucas 1, 45

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(Música, La Visitación, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como el cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, La Visitación, Javier Brú)

En esta mañana nos acompaña el P. Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Iglesia Metropolitana Catedral de Santiago de Cuba.

“Cielos destilen el rocío, nubes lluevan la salvación, que la tierra se abra y germine el Salvador. Te pedimos Señor que infundas tu gracia en nuestros corazones para que habiendo conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo, lleguemos por medio de su pasión y de su cruz a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.” Amén.

Buenos días, buenas tardes. buenas noches. Como siempre una alegría, un gozo, poder compartir con ustedes este pedacito de la mañana del domingo, y sobre todo compartir la Palabra de Dios, y de manera particular ya en este domingo, el cuarto domingo de Adviento. Estamos a las puertas de la Navidad el Señor está tocando prácticamente a las puertas de nuestro corazón de nuestros hogares, entonces tenemos que estar alegres.

El domingo pasado la liturgia nos invitaba, estén alegres, pero no solo el domingo pasado si no todos los días, no importan las circunstancias. Bueno sí, importan, pero no pueden quitarnos la alegría, tenemos que estar alegres, alegres como lo decía san Pablo en su carta a los Filipenses en el Señor, alegres como invitaba San Juan Bautista a los que le preguntaban ¿qué tenemos que hacer? Hacer el bien. El que hace el bien siempre está alegre, el que hace el bien puede acostarse cada noche y poner la cabeza en la almohada tranquilo, con gozo, con alegría.

Ya estamos a las puertas de la Navidad. La semana próxima celebraremos la Misa de Gallo el día 24, celebraremos la Misa de Navidad el 25 en la Catedral, este año a las nueve y media de la mañana presidida como siempre por el señor Arzobispo Monseñor Dionisio García Ibáñez; como es día feriado pues todos los que puedan me imagino participarán en esta celebración.

Las lecturas de este domingo, la primera tomada del Antiguo Testamento, del libro del profeta Miqueas, capítulo 5, versículos del 1 al 4, y la segunda ya en el Nuevo Testamento, tomada de la Carta a los Hebreos, capítulo 10, versículos del 5 al 10.

El profeta Miqueas anuncia el nacimiento de Cristo en Belén, ocho siglos después el oráculo de Miqueas sirvió para guiar a los magos hasta el Niño que había nacido en Belén, así nos lo dice la primera lectura.

En la carta a los Hebreos, en la segunda lectura, se nos revela la disposición que tenía el Hijo de Dios al entrar al mundo, aquí estoy, Dios mío, vengo para hacer tu voluntad. Después podremos saludar a la Virgen María junto con Isabel exclamando, bendita tú entre las mujeres, así nos lo narra el Evangelio de hoy. El Evangelio está tomado del evangelista san Lucas, capítulo 1, versículos del 39 al 45, y nos narra la visita de la Virgen María a su prima Isabel.

(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 1, 39-45)

Cuando el ángel Gabriel le anuncia a la Virgen que será la madre del Salvador, ella le pregunta ¿cómo podrá ser esto si soy virgen? El Ángel no tiene a menos darle una explicación, porque sabe que la pregunta no sale, no brota de la incredulidad, sino del deseo de hacer la voluntad de Dios. María siempre ha querido hacer en su vida la voluntad de Dios, y por eso el Ángel le dice pues, el Espíritu de Dios te cubrirá con su sombra porque lo que de ti nacerá,  será llamado Hijo de Dios. Y le dice, ahí tienes a tu parienta Isabel que en su vejez ha concebido un hijo y ya está de seis meses aquella que consideraban estéril. Y le da creo que el argumento más fuerte, porque para Dios nada es imposible, no es imposible que una anciana estéril quede embarazada, no es imposible para Dios que una virgen sea fecunda.

Y ya no hay más que preguntar la Virgen le responderá, he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra, y este sí de María será para siempre. No se echará atrás hasta los pies de la cruz de su Hijo, allí estará para decir una vez más, he aquí la esclava del Señor hágase en mí según tu palabra; acompañando a su Hijo en el dolor cómo hacen las madres, las madres no siempre pueden evitar el dolor de sus hijos, pero si siempre los acompañarán. Y para recibirnos a nosotros como hijos en Juan el evangelista, cuando el Señor le dice ahí tienes a tu Madre, y le dice a ella, ahí tienes a tu hijo. Y ella lo acogió y él la cogió a ella en su casa a partir de ese día.

La Virgen se pone en camino para ir a ver a su prima Isabel, quien sabe que está embarazada de seis meses, y va por supuesto para acompañarla, para ayudarla. Cualquier mujer embarazada sabe y en el caso de Isabel me imagino que más, ya anciana, pues tendrá necesidad de alguien cercano que le dé la mano, que esté con ella, pero también me imagino que va para compartir la alegría y el gozo de lo que ha sucedido en su vida. Esa presencia de Dios que la ha escogido portentosamente para ser la Madre del Salvador.

¿Quién podría comprenderla mejor que Isabel?, que también ha sentido en su vida, la fuerza de Dios, la gracia de Dios, la misericordia de Dios. Solo con ella podría compartir lo que ha sucedido y saber que sería comprendida. Cuando llega a casa de Isabel la saluda, como cuando llega uno a cualquier casa y saluda, pero cuando la voz de la Virgen llega a los oídos de Isabel, nos dice el Evangelio, que se llena del Espíritu Santo y que el niño que lleva en el vientre, que no es otro que Juan el Bautista, saltó de alegría y de gozo.

Y le dice, bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, ¿quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? La Virgen que tan pronto sabe que va a ser la madre del Salvador, que tan pronto lo concibe en su vientre, no se quede en su casa sentada meditando, reflexionando, lo cual no sería malo por supuesto, sino que sabe que hay alguien que quizás la necesita y se pone en camino. Pero no va en camino sola, ya no va sola, va con su Hijo en el vientre, con el Hijo de Dios, con el Mesías, con El Salvador.

Por eso cuando llega a casa de Isabel la casa se llena del Espíritu Santo. Nosotros cuando vamos a casa de aquellos que visitamos porque son nuestros amigos, nuestros conocidos, porque están necesitados, porque están enfermos, porque son ancianos llevamos conscientemente con nosotros al Espíritu Santo. Sabemos que el Señor nos acompaña cuando llegamos y saludamos, no sólo lo hacemos nosotros, sino el Espíritu de Dios que va con nosotros, la gracia de Dios que nos acompaña, la presencia del Señor.

Cuando es así, aquel a quien visitamos se llena de alegría y de gozo por grande que sean sus dificultades, sus dolores, cualquiera, porque le llevamos la causa de nuestra alegría. Le llamamos nuestro gozo, nuestra felicidad de que el Señor nos acompaña, que no nos abandona, que está con nosotros, que camina con nosotros siempre. Tenemos que hacerlo cada día del año, no podemos olvidarnos de los más necesitados, son las obras de misericordia por las que el Señor nos preguntará un día. Tenemos que llevarle a Cristo de manera particular ahora en la Navidad

Busquemos quiénes son aquellos que están más solos, que están más tristes, que se sienten más abandonados, que ocupemos nuestro tiempo para irles a llevar la palabra de Dios, para compartir la alegría de la Navidad, para llevarles la presencia de Dios. Quizás no podamos llevarles nada más nada material porque no tengamos, pero si le llevamos la alegría y el gozo de estar con ellos, de ocuparnos de ellos, de preocuparnos de ellos, pero además de la alegría y el gozo llevarle al Señor, y si somos ministros de la Eucaristía pues con más razón llevarle la comunión para que puedan recibirla. Ese día qué gozo, qué regalo, qué alegría.

Entonces, hermanos míos, estamos a las puertas de la Navidad, mantengamos ese gozo y esa alegría, pero no la mantengamos solo para nosotros, compartamos la alegría con todos los que encontramos en nuestro camino.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, De Ella vendrá el amor, Dumas y Mary)

Renovemos hermanos nuestra profesión de fe, pidiéndole al Señor, Señor ayúdanos a vivir cada día conforme a la fe que profesamos.

Creen en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra. Sí, creo.

Creen en Jesucristo su único Hijo nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, padeció, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre. Sí, creo.

Creen en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Sí, creo.

Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar, en Cristo Jesús nuestro Señor. Amén.

Ahora hermanos confiados en que el Señor siempre nos escucha y siempre nos responde, le presentamos nuestras súplicas.

En primer lugar por la Iglesia a la que pertenecemos todos y cada uno de nosotros, para que podamos ser como la estrella de Belén, esa luz que ayude a todos los que encontramos en nuestro camino a encontrarse con Cristo, nuestro Señor y Salvador. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren en el cuerpo o en el Espíritu, para que esta Navidad sea momento de alegría y de gozo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales y laicales. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos también por todas las familias, para que con la luz de Belén puedan mantenerse siempre unidas en el amor. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, particularmente aquellos que nadie recuerda en sus oraciones, para que perdonara sus faltas, el Señor lo acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Y los unos por los otros, para que podamos tener una Noche Buena llena de alegría, de gozo, para que tengamos una Navidad en la que podamos compartir con aquellos que más cerca están de nosotros y llevarle el gozo que le llevó el Ángel a los pastores de Belén. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo esta súplica y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que tú conoces te las presentamos. Por Jesucristo, tu Hijo nuestro Señor. Amén.

Ahora hermanos oremos con la oración que el Señor nos enseñó, en la que nos enseñó a llamar Dios Padre, a sentirnos hijos de Dios porque lo somos, pero también nos enseñó a descubrir que somos hermanos los unos de los otros.

Padrenuestro que estás en el cielo
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase su voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Hermanos, todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado pueden hacer la comunión espiritual rezando la siguiente oración.

Creo, Señor mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón, y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a Ti. Oh, Señor no permitas que me separe de ti. Amén.

Como siempre les deseo un feliz domingo con la familia y con los amigos, compartiendo con todos, con la familia porque es la oportunidad que tenemos, con los amigos de manera particular los que están lejos de su familia. Pero hoy no quiero que termine este encuentro sin desearles Feliz Navidad, Feliz Navidad a ustedes, a sus familiares, a sus amigos, a todos los que nos escuchan, que la luz que se iluminó en Belén también se ilumine en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestras familias y nos señala el camino. El camino que es el camino del bien, de la verdad.

Que el Señor los bendiga, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y los acompañe siempre. Amén.

Les ha hablado el padre Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima si Dios quiere, y de nuevo Feliz Navidad.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección General, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung.
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo…Irradia…

(Música, La Visitación, DR)

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