Irradia

Irradia

28 de agosto de 2022
Transmitido por RCJ y CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XXII del Tiempo Ordinario

“Cuando des un banquete, invita a los pobres… ¡Dichoso tú si no te pueden pagar!
Recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten” Lucas 14, 13-14

(Música, El último lugar, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

 (Música, El último lugar, Javier Brú)

 Para la reflexión de hoy nos acompaña la hermana María Soledad Galerón, Misionera Claretiana.

¡Mis mejores deseos para todos los que nos escuchan en está mañana de domingo! Como siempre, es un gozo compartir con todos ustedes algunas reflexiones sobre el Evangelio de hoy. De nuevo, estamos “reunidos” en torno a la Palabra de Dios, que con su luz, nos ayuda a peregrinar con esperanza en estos difíciles tiempos. Cuando nos abrimos a la Palabra, ella nos acompaña con su fuerza en el caminar de cada día.

Agradezco mucho la oportunidad que me brinda el programa “Irradia”, para junto a todos ustedes, acercarnos al Evangelio de este veintidós domingo del Tiempo Ordinario. 

Es importante, cuando nos disponemos a escuchar la Palabra de Dios, pedir al Espíritu qué abra nuestros oídos y corazones para comprender y acoger el mensaje que Dios quiere comunicar a cada uno en este día.

El Evangelio que vamos a escuchar está tomado de San Lucas capítulo 14, versículos 1, y del 7-14. Escuchémosle con alegría.

(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 14, 1.7-14)

Para comprender un relato, siempre nos ayuda ubicarlo en el contexto en el que está escrito. El que hemos escuchado y vamos a comentar tenemos que enmarcarlo en los capítulos 13 al 15 del Evangelio de Lucas, en los cuales, el evangelista nos relata muchas de las parábolas narradas por Jesús…

Enseñar en parábolas, es un método para transmitir, a través de vivencias sencillas, enseñanzas del sentido de la vida y verdades espirituales. Gran parte de las enseñanzas de Jesús se daba en parábolas… Muchas de estas narraciones simbólicas de Jesús, hablan del reino de Dios. Por ejemplo: qué es el reino, a que se parece, quienes entran en él, que valores y actitudes se necesitan para ser parte de ese reino de Dios, etc…  A través de las parábolas, Jesús está enseñando a los discípulos, con que corazón,  qué cosas debemos convertir en nuestra manera de actuar, para entrar en él.

El Reino de Dios ha llegado con Jesús, y fundamentalmente lo que nos enseña es que Dios es nuestro Padre, que toda su obra creadora, incluidos nosotros, es para bien de todos, para servicio de todos… que todos somos sus hijos y por lo tanto, las relaciones entre nosotros tienen que ser de respeto, acogida, solidaridad, cercanía… Nos enseña que no debemos vivir para “nosotros mismos”; nuestros intereses, beneficios, enriquecimiento, etc… sino para servir a los hermanos… ¿Por qué? la respuesta es muy sencilla… Porque todo lo que somos, y todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios, porque Dios todo nos lo da gratuitamente y quiere que gratuitamente lo demos a lo demás… El Evangelio de san Mateo, en el versículo 8b del capítulo 10, nos lo dice claramente: “Gratis lo han recibido, denlo gratis”.    

 Como buen maestro, Jesús enseña de acuerdo a la tradición del pueblo de Israel. Saca sus enseñanzas de la experiencia de la vida y las transmite en parábolas. En esta que hemos escuchado, Jesús viene a decir: la experiencia enseña que pretender ser los más importantes y tratar de ocupar los primeros puestos no merece la pena, porque se puede volver contra nosotros.  Al revés, lo que trae cuenta es ser humildes, sin pretensiones, “ser lo que somos”; vivir la verdad de lo que somos.

Las parábolas siempre dejan al oyente la posibilidad de situarse dentro de ellas, y de sentirse directamente interpelado. En ésta, hay una palabra que no aparece pero que está en el trasfondo de esta historia, en el contexto de la narración y es la inmensa gratuidad de Dios. Esto nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo de gratuito, de generoso soy yo en mi vida? Detrás de nuestras acciones y palabras ¿no buscamos, la mayoría de las veces, algún interés, alguna ganancia, aunque sea emocional, afectiva? Debemos estar alerta sobre la intención que nos mueve en nuestro actuar, para poder sanarla y ponerla en la dirección del reino. Si nos analizamos un poquito, vemos que tenemos tendencia, aun en las cosas buenas, a buscar los puestos “que lucen”, que nos dan “buena imagen”, que nos hacen “quedar bien”.

Pero Jesús nos enseña a valorar lugares más irrelevantes, que nos sitúan junto a los demás; intentar, sobre todo, ponernos al lado de los que menos tienen, menos pueden o menos saben. Se trata más bien de no ser presuntuoso, de no buscar la gloria en cosas vanas; antes bien, la verdadera generosidad que no espera retribución alguna, como es el compartir con aquellos que, al no tener nada, no pueden “pagarte” lo que haces por ellos.

En esta parábola, Jesús, tiene como trasfondo otro banquete: el del reino. Un banquete que generosamente está ofrecido a todos y es gratuito. El Anfitrión pone solo una condición: no quiere que se quede fuera ninguna de sus criaturas más pequeñas…

Para participar en este banquete, el discípulo no ha de buscar los primeros puestos, sino que ha de colocarse en los últimos, como el que SIRVE. Recordamos el lavatorio de los pies, que nos narra el evangelio de Juan, en la última cena de Jesús.

En la sociedad actual, lo importante es lograr protagonismo y admiración; hay un forcejeo permanente por ocupar los primeros puestos, buscar un trato especial. Lo vemos, a veces, a nivel muy sencillo en la propia cuadra, el barrio, y si miramos las redes sociales podremos ver cuánto esfuerzo por aparecer en ellas, por tener muchos seguidores, muchos “likes” …

No se trata de negar nuestra dignidad, sino de reconocer que esta consiste en ser creaturas de Dios, y que los demás dones que tenemos son para el servicio.

Tras la parábola, Jesús exhorta, al fariseo que le ha invitado, a la gratuidad. Los discípulos de Jesús han de hacer el bien sin buscar ni esperar recompensa, sencillamente porque hacer el bien es bueno para nosotros y para todos. Cuando todos nos sentemos para la cena sin final del reino de Dios, el Señor dirá a muchos que están en los últimos puestos que se sienten a su lado, porque, aunque sin saberlo, siempre Dios les ha tenido a su lado. Recordemos el capítulo 25 del Evangelio de Mateo. “El Rey dirá: Vengan benditos de mi Padre… y ellos preguntaran ¿Cuándo te dimos de beber, o te visitamos, o te atendimos? Y El responderá: les aseguro que lo que han hecho a uno solo de mis hermanos pequeños, a mí me lo hicieron…”

(Música, Qué grande es tu bondad, Dumas y Mary)

Hagamos, ahora, presente en nuestro corazón a Dios, Padre generoso que todo nos lo concede gratuitamente y expongámosle, no solo nuestros problemas y necesidades, sino el hambre, el llanto, inseguridad, las preocupaciones, sufrimientos de nuestros hermanos en todo el mundo.

A las peticiones con toda confianza respondamos: Escúchanos Señor. 

Ayúdanos Señor a desprendernos de “lo nuestro”, ya sean bienes o ataduras, que nos impiden vivir como “hijos” de Dios y “hermanos” con toda la familia humana.  TE LO PEDIMOS SEÑOR. Escúchanos, Señor.

Señor no permitas que nos encerremos tanto en las dificultades que la vida cotidiana conlleva, que nos impida entregarnos a la misión que Tú nos ha confiado de construir el Reino. TE LO PEDIMOS SEÑOR. Escúchanos, Señor.

Concédenos un corazón generoso para ser capaces de “dar gratuitamente lo que gratuitamente hemos recibido de Dios”.  TE LO PEDIMOS SEÑOR. Escúchanos, Señor. 

Que los responsables de todas las naciones, trabajen honestamente por el desarrollo de sus pueblos, por los derechos de todas las personas, especialmente las débiles, y por una justa distribución de la riqueza. TE LO PEDIMOS SEÑOR. Escúchanos, Señor. 

Que trabajemos todos en buscar un mundo cada vez mejor, en el que el perdón a los hermanos y la misericordia sean fermento de vida y esperanza. TE LO PEDIMOS SEÑOR. Escúchanos, Señor. 

Que todos los difuntos, disfruten para siempre del amor infinito y misericordioso de Dios, nuestro Padre. TE LO PEDIMOS SEÑOR. Escúchanos, Señor.

(Música, Uno, Mary Carmen Barría)

Como hijos y con la confianza del amor que Dios nos tiene, digamos con alegría la oración que Jesús nos enseñó. 

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdónanos nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal.

Amén

El Señor nos bendiga nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amen. 

Estamos finalizando el programa de hoy, ¡Ojala! Durante el día, como hacia María, reflexionemos en nuestro corazón la Palabra de Dios que hemos recibido.

Soy la hermana Soledad Galerón, Misionera Claretiana  y, como siempre, me despido agradeciendo su presencia y con la alegría haber pasado este rato con ustedes. Les deseo un ¡feliz domingo!

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.

Dirección general, María Caridad López Campistrous.

Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung

Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo

Irradia…

(Música, Lo primero, Julissa)

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