Irradia
24 de julio de 2022
Transmitido por RCJ y CMKC, Emisora Provincial de Santiago de Cuba
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Domingo XVII del Tiempo Ordinario
“Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos” Lucas 11,1
(Música, Cantemos todos, Javier Brú)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Cantemos todos, Javier Brú)
En esta mañana nos acompañará para la reflexión del Evangelio, Ileana Colás, laico de la parroquia de la Santísima Trinidad en la ciudad Santiago de Cuba.
Muy buenos días, es un placer para mi poder compartir en esta mañana de domingo la Palabra de Dios, que es como un bálsamo y fortaleza para nuestras vidas. La liturgia de este XVII domingo del tiempo ordinario, une tres momentos diversos. La oración del Padrenuestro, la parábola del amigo inoportuno y un breve discurso sobre la bondad de Dios. Los tres giran en torno a la confianza en el Padre, e insiste cada uno de una forma, en presentar a Dios como el principio de serenidad y firmeza en la vida del creyente. El papa Francisco nos dice que la oración es el primer y principal instrumento de trabajo que tenemos en nuestras manos.
Escuchemos con atención y disponibilidad el evangelio de hoy, tomado del evangelista San Lucas en el capítulo 11 versículos del 1 al 13.
(Lectura del evangelio de san Lucas, capítulo 11, 1-13)
El ejemplo de Jesús en oración, suscita el ruego de uno de sus discípulos. Señor enséñanos a orar. Jesús está orando, súplica que hoy queremos hacer nuestra, Señor enséñanos a orar. El Padrenuestro es la única oración que nos enseñó personalmente Jesús. Su contenido y su tema central es el Reino de Dios, oración sencilla pero profunda, personal y comunitaria, todo un compendio del Evangelio en que resuena el amor de Dios nuestro Padre, y el amor de los hombres nuestros hermanos. Dios, es el amigo que no se impacienta por nuestra molesta insistencia, es el Padre Bueno que siempre nos escucha y nos da lo necesario en el momento oportuno.
Hace unos días me dirigía a visitar a una enferma, y en la esquina de Trinidad y Moncada, una señora me pide la ayudara a estabilizarse y luego a cruzar la calle porque tenía miedo. Me cuenta que llevaba años sin salir a la calle por sus múltiples enfermedades y apenas podía caminar, pero llevaba días en oración pidiéndole al Señor que la ayudara a tomar la decisión de salir. Tenía necesidad de llegar al Banco de Martí y la Central. Había calado en mí hace unos días el evangelio del Buen Samaritano, y mientras ella me contaba todo lo que le pasaba, yo en silencio le pedía a Dios, Padre, ¿cómo vamos a llegar si ella apenas puede caminar?, pero también le dije, ¿me echas una mano, por favor? Para Dios nada es imposible.
La oración es una relación de amor entre Dios y nosotros los hombres, es situarnos como hijos ante este Padre Bueno que es Dios. La oración es el diálogo del niño con su Padre, por eso se ora con el corazón más que con las palabras. Es la manera de permanecer unidos a Dios, es la llave que abre nuestro corazón a los hermanos y la fuerza que nos hace dar frutos sabrosos en la vida.
Podemos hablar de varias actitudes ante la oración. La oración no vale nada, Dios no me escucha, no me hace caso, no me concede lo que le pido, esa es la actitud de las personas que ven la oración como un pedir cosa y que Dios resuelva todos mis problemas; y como no me concede todo lo que le pido, orar para mí entonces es perder el tiempo. La otra actitud es la del descuidado y abandonado, no tengo tiempo ni sé cómo orar, tengo mucho trabajo y preocupaciones y el fin de semana es para mis otros pendientes, necesito descansar y si sobra el tiempo, algún día veremos si voy a misa cuando me nace; esta es la actitud de los que no necesitan de Dios, de los que hacen su vida sin Dios.
Por otro lado también está la actitud de aquellos que tienen una estima, que tienen un sentido y una práctica actual de Dios en su vida, una relación con Dios, son los que han aprendido de Jesús a darle gracias a Dios por la vida, por lo que acontece y han aprendido a alabarlo, a pedirle a Dios por los demás, a disfrutar de su presencia y a buscar su voluntad, Son los que llevan su vida con Dios y aceptan la invitación de Jesús. Vamos a un lugar solitario a descansar un poco, y así dan sentido pleno a todo cuanto acontece, reconociendo la fuerza de Dios para no desanimarse y caer en la tentación, son los que reconocen sus limitaciones y piden a Dios su fortaleza.
Si reflexionamos un poco con sinceridad, descubrimos, que lo que dice Jesús hoy ya lo sabíamos desde hace tiempo, pero no nos lo acabamos de creer. No ponemos al centro de nuestra vida la oración. Sí, sabemos que Dios nos ama, pero nuestra vida está entrecruzada de preocupaciones, de estrés, de tristeza y decepciones, porque no nos acabamos de fiar del todo de su amor. Es por eso que Jesús nos lo dice bien claro, rezar a Dios nuestro Padre, confiar en Él. Fiarse de la bondad que hay en el mundo: de los padres y de las madres hacia sus hijos, la de aquel que acaba ayudando a su amigo aunque solo sea por pesado. La bondad del mundo, que es real, es sólo una chispita que refleja la maravilla de la bondad del Padre Eterno.
Confiemos en Dios. La oración es el poder del hombre y la debilidad de Dios, o mejor de dicho, es el poder de Dios en la debilidad del hombre. ¡Cuánto bien podemos hacer nosotros con la fuerza de la oración!, sin embargo, es un poder que utilizamos muy poco. Todos nos acordamos de nuestro Padre Dios cuando estamos en aprietos, y por otra parte no somos perseverantes en la oración, y cuando salimos del aprieto nos olvidamos de Dios y sólo nos volvemos a acordar de Él cuando estamos en otro aprieto.
El evangelio de hoy es por tanto, un poema de esperanza y de alegría, de serenidad y mirada limpia. Aquí mismo en el mundo, a nuestro lado está Dios, cuidándonos con su infinito cariño, sólo tenemos que abrir los ojos para verlo. Mis queridos hermanos y hermanas, al oración no se mide por la abundancia de las palabras, sino por la intensidad del corazón que se abandona en Dios; por eso, san Agustín decía puedes orar más hablando menos. La oración es la llave de la mañana y la cerradura de la noche.
Señor, enséñanos a orar.
(Música, Enséñanos a orar, Dumas y Mary)
Oremos al Padre diciendo Escúchanos Señor.
Para que la concordia y la misericordia sean cada día más visibles en quiénes formamos parte de la iglesia. Oremos. Escúchanos Señor.
Para que en todas las familias se vive un ambiente de oración, de amor y de alegría, que favorezca la convivencia. Oremos. Escúchanos Señor.
Los ancianos pueden ser en cada familia maestros de la ternura, en la jornada de los abuelos pidamos para que la experiencia y sabiduría de los ancianos ayude alos más jóvenes a mirar hacia el futuro con esperanza y responsabilidad. Oremos. Escúchanos Señor.
Cada uno de nosotros está llamado a vivir plenamente el mandamiento del amor, para que al ser solidarios con quienes nos necesitan demos testimonio de una iglesia servidora y solidaria. Oremos. Escúchanos Señor.
(Música, Enséñame a orar, Humberto García)
Ahora recemos con la misma oración que el Señor Jesús nos enseñó, donde aprendimos a llamar a Dios Padre, pero también aprendimos a llamarnos hermanos los unos a los otros.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
Y líbranos del mal.
Amén
Ha sido un gusto, un placer compartir esta mañana de domingo la Palabra de Dios con ustedes. Soy Ileana Colás, laico de la parroquia de la Santísima Trinidad, espero poder encontrarme nuevamente con ustedes.
Que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos acompañe esta semana.
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Medios de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guión, grabación, edición y montaje, Erick Guevara Correa.
Dirección general, María Caridad López Campistrous.
Fuimos sus locutores y actores, Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo
Irradia…
(Música, Abba (Padre), Marcela Gàndara)