Irradia
Irradia, emisión del 8 de mayo de 2022
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
4to Domingo de Pascua
“Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco” Juan 10, 27
(Música, El Buen Pastor, Javier Brú)
Dios todo poderoso y eterno, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales para que tu rebaño, a pesar de su fragilidad, llegue también a donde lo precedió su glorioso pastor.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches, como siempre una alegría, un gozo poder compartir con ustedes este rato de domingo poder compartir con ustedes la liturgia, de manera particular el Evangelio de este día, que está tomado del evangelista San Juan, en el capítulo 10, del 27 al 30.
(Evangelio según San Juan, capítulo 10, versículos del 27 al 30)
Hoy es Cuarto Domingo de Pascua, y es el domingo del Buen Pastor. Un domingo en el que tradicionalmente en la Iglesia se pide por las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, en que también se pide por los seminaristas, porque a veces pedimos insistentemente al Señor que nos mande vocaciones, pero no siempre nos acordamos de pedir por nuestros jóvenes que están en el Seminario. Y es importante, es importante que el Señor nos de vocaciones sacerdotales y religiosas, masculinas y femeninas también, pero que una vez que los jóvenes responden al llamado del Señor, también tenemos que pedir porque el Señor les dé perseverancia y, sobre todo, alegría en la perseverancia, para que puedan seguir adelante, para que puedan superar las dificultades que siempre se encuentran en el camino de la vida.
En cualquier camino que escojamos en esta vida para servir al Señor, encontraremos dificultades, y tenemos que superarlas con la gracia de Dios, con la fuerza de Dios. Pedimos también por los sacerdotes, por los religiosos, por los que ya han llegado, pero que tienen que seguir adelante, tienen que superar dificultades en su vida para poder llevar adelante la misión que el Señor nos ha encomendado a todos. Y también esto es preciso tenerlo en cuenta. Cuando pedimos por las vocaciones generalmente pensamos en eso, sacerdotes, religiosas, religiosos, diáconos; pero es que, en la iglesia de Dios, todos tenemos una vocación, todos hemos sido llamados, ¿llamados a qué?, a dar testimonio del Señor en medio de este mundo. “Vayan al mundo entero y anuncien la Buena Noticia”
En el evangelio del domingo pasado si no recuerdo mal, el Señor les dijo a sus apóstoles, cuando se les aparece el primer día de la Resurrección, “así somo el Padre me ha enviado, así los envío yo”, y sopla sobre ellos el Espíritu Santo para que los fortalezca. Les da esa misión, como el Padre lo ha enviado a Él a anunciar el Reino de Dios, Él también envía a sus apóstoles, a sus discípulos, hasta el final de los tiempos. Él estará con nosotros. “Yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos y las puertas del infierno no prevalecerán”. El Señor estará con nosotros. Pero ésa es nuestra misión.
Como cuando asciende al cielo. Según va ascendiendo al cielo les dice a sus discípulos, “vayan al mundo entero y anuncien la Buena Noticia, para que todo el que cresa se salve y bautícenlos en el nombre el Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Ésa es la misión de la iglesia. Por lo tanto, cuando pedimos por las vocaciones sacerdotales y religiosas, tenemos que pedir no solo por las vocaciones a la vida sacerdotal, a la vida religiosa, por los sacerdotes, por los religiosos, por los obispos, por el Papa; sino por todo el pueblo santo de Dios, porque todos por nuestro bautismo tenemos esa misión. La misión de ser pastores, la misión de llevar a los demás lo que nosotros hemos recibido, la misión de llevar a los demás a encontrarse con el Señor muerto y resucitado.
Como la primera lectura de hoy tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles. Pablo y Bernabé que salen a predicar la palabra de Dios, Primero entre los judíos, se sienten en la obligación de llegar a aquellos que son más cercanos. Pero cuando ellos no quieren recibirlos, no pueden o no sienten la necesidad de recibirlos, se van a los paganos para anunciarles a ellos, porque a ellos también los ha mandado el Señor, nadie queda fuera, todos hemos sido salvados por la sangre de Cristo derramada y por su vida entregada por nosotros. Nadie queda fuera, a todos tenemos que ir a anunciarles. Pablo y Bernabé van a anunciar la palabra de Dios en medio de dificultades, serán perseguidos, tendrán que sufrir, tendrán que padecer, serán incomprendidos, pero seguirán siempre adelante, y la palabra de Dios se irá propagando en la medida en que ellos estén disponibles para anunciar la palabra de Dios.
O como la segunda lectura del libro del Apocalipsis, del apóstol san Juan. San Juan que no solo va a predicar con la palabra, que no solo va a predicar con la vida, que no solo va a dar testimonio de lo que ha visto y ha oído, sino que también el Señor lo mandará a poner por escrito todo lo que vea, lo que experimente; aquello que el ojo no vio y el oído no escuchó, aquello que es tan difícil de poder compartir con los demás. Juan lo tendrá que compartir dando testimonio del triunfo del bien sobre el mal. Ese es el Apocalipsis, es un libro lleno de esperanza, la esperanza del triunfo del bien sobre el mal siempre, a pesar de todos los inconvenientes y tropiezos que se puedan encontrar en el camino de la evangelización, en el camino de llevar la palabra de Dios a aquellos que no la conocen, de iluminar con la luz que el Señor nos ilumina. Para eso vino a este mundo, a iluminarnos, y nos ha llamado a nosotros a ser luz del mundo. La luz no se pone debajo de la cama, sino arriba para que ilumine a todos.
Todos estamos llamados a dar testimonio del Señor, todos estamos llamados a ser pastores. Así que es un domingo en el que tenemos que pedir por supuesto por las vocaciones sacerdotales y religiosas, un domingo en que tenemos que pedir por nuestros seminaristas, un domingo en que tenemos que pedir por nuestros sacerdotes, por los religiosos, por las religiosas, por los obispos, por el Papa.
Un domingo que tenemos que pedir por todos los bautizados, por todos los cristianos, para que asumamos la responsabilidad que tenemos de ser evangelizadores, de ser testigos, que no puedo decir sencillamente de eso se van a ocupar los sacerdotes, o de eso se van a ocupar aquellos que en la comunidad cristiana sienten el llamado para ser misioneros y están en el equipo de misiones. No, no, toda la comunidad cristiana es misionera, todo cristiano es misionero, y si no somos misioneros no estamos viviendo a plenitud nuestra vida cristiana. Tenemos que tomar conciencia de eso. Desde los niños de la catequesis, desde ahí tiene que empezarse, tenemos que empezar a ayudarlos a que descubran que ellos también, en la medida de sus posibilidades, tienen que dar testimonio del Señor, con sus compañeritos en la escuela, en su casa, en su hogar con sus padres y sus hermanos, de llevar lo que ellos vayan aprendiendo y conociendo en la catequesis.
El domingo del Buen Pastor. El evangelio de hoy nos dice, el Señor Jesús cuando le dijo a los judíos “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, nadie las arrebatará de mi mano, me las ha dado mi Padre y Él es superior a todos, y nadie me las puede arrebatar de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno” Él es el Buen Pastor, Él es el que nos conoce y a quien tenemos que conocer. Tenemos que conocer su voz para no equivocar el camino, para no errar el camino, para no seguir detrás de otras voces. Tenemos que conocer la voz del Señor para poderlo seguir. “Escuchan mi voz”, tenemos que escuchar la voz del Señor.
Así es hermanos. Domingo del Buen Pastor. Pidamos, pidamos intensamente, por todos y cada uno de nosotros, por nuestras comunidades cristianas para que sean comunidades evangelizadoras, comunidades misioneras, comunidades en las que todos nos sintamos llamados a ser buenos pastores de los unos para con los otros; de todos para con aquellos que aún no se han encontrado con el Señor.
Que así Él, Buen Pastor, nos lo conceda
(Música, Buen Pastor, Cristóbal Fones sj)
Confiados en el Señor, siempre nos escucha y siempre nos responde, le presentamos nuestras súplicas.
En primer lugar por la Iglesia, para que, con la luz que es iluminada por Cristo, ayude a iluminar el camino de todos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.
Pidamos por todos los que sufren, en el cuerpo o en el espíritu, para que encuentren en Cristo y en sus hermanos consuelo, fortaleza y esperanza. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor
Por supuesto pidamos por las vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales, para que el Señor nos conceda muchos jóvenes y muchachas generosos, dispuestos a escuchar su llamada ya responder. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor
Pidamos por nuestros sacerdotes, religiosas, religiosos, diáconos, obispos, por el Papa, para que el Señor los fortalezca en el camino que han emprendido y puedan superar las dificultades que encuentren confiando siempre en quien los ha llamado, Cristo Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, Buen Pastor. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor
Pidamos también por los difuntos, por todos los difuntos, pero de manera particular por aquellos que nadie recuerda, que no tienen quien eleve una oración por ellos, y en este día especialmente por todos los sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos difuntos, para que el Señor perdonadas sus faltas los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor
Los unos por los otros, para que no olvidemos nunca que también por el bautismo hemos sido llamados a ser buenos pastores de todos los que encontramos en nuestro camino para llevarlos al único redil de Cristo Jesús. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor
Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que Tú conoces. Te las presentamos por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ahora hermanos oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal.
Amén
Hermanos todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús sacramentado, pueden hacer la comunión espiritual, rezando la siguiente oración.
Creo Señor mío que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas, y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma; pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiera recibido, me abrazo y me uno todo a ti. Oh Señor, no permitas que me separe de ti. Amén.
Una alegría haber podido compartir este rato con ustedes, haber podido compartir la palabra de Dios que nos enriquece, que no ilumina, que nos ayuda para darle gracias por la semana que termina y pedirle fuerzas para esta semana que comienza. Que sea una buena semana para todos. Que en esta nueva semana podamos dar cada día con humildad, pero con perseverancia testimonio del Señor allí donde Él nos ha colocado.
Les habla el padre Rafael Ángel, de la iglesia Catedral de Santiago de Cuba, que tengan todos una buena semana, y que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, derrame sus bendiciones sobre ustedes y los acompañe siempre. Amén.
(Música, Hoy he vuelto Madre, Coro Cantará)