Irradia
20 de febrero de 2022
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
VII Domingo del Tiempo Ordinario
“Den y se les dará, una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de sus vestidos. Porque con la medida con la que midan se les medirá” Lucas 6, 38
(Música, Nada especial, Javier Brú)
Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.
Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.
Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.
Irradia está contigo, irradiando la fe.
(Música, Nada especial, Javier Brú)
Nuestro invitado nos ayudará a reflexionar sobre el Evangelio de hoy.
Buenos días, queridos hermanos y hermanas, con ustedes el padre Gustavo Alejandro, sacerdote animador de la comunidad de Nuestra Señora de la Caridad, en Cuabitas y el poblado de El Cristo. Es un placer compartir con ustedes esta mañana la Palabra de Dios.
Comencemos por hacer la señal de la cruz que nos recuerda el amor que Dios nos tiene: EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO…AMÉN.
Hoy la iglesia en este domingo séptimo del Tiempo Ordinario nos invita a meditar el texto bíblico del evangelio de San Lucas, capítulo 6, versículos del 27 al 38.
(Lectura del evangelio de San Lucas, capítulo 6, 27-38)
Es un fragmento que es continuación y profundización de lo que meditábamos el domingo anterior, pero más que hacer una homilía este texto es como un espejo, nos invita a entrar en nosotros mismos y profundizar en nuestros sentimientos, lo cual convendría hacer un examen de conciencia. Un examen de conciencia no si tenemos que hacer esto o lo otro, o si hemos dejado de hacer aquello de más allá, sino sobre cuáles son nuestros sentimientos ante los demás.
Seguramente el Evangelio de hoy nos ha dejado un poco perplejos, son palabras que hemos escuchado muchas veces pero que siempre que las volvemos a escuchar nos golpean el corazón. Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian… no son palabras exageradas, son una llamada muy seria. Jesús asegura que haciendo esto, es como seremos en verdad hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. El paradigma de nuestro amor, de nuestro actuar, es el amor misericordioso de Dios para aquellos que lloran, para aquellos que sufren, para aquellos que pasan hambre, para aquellos que son pobres.
¿Realmente son éstos nuestros sentimientos? ¿Actuamos realmente como hijos del Altísimo? ¿Qué se esconde dentro de nuestro corazón? Porque ciertamente, si alguien nos está perjudicando seriamente tenemos el derecho a defendernos y a intentar evitar el daño que nos causa; pero incluso en este caso, lo que un cristiano, un hijo del Altísimo no puede hacer de ninguna manera es desear que aquella persona sea infeliz y desgraciada. Más bien tenemos que desearle el bien, y hacerle todo el bien posible. Tenemos que rezar por él, y si creemos que en su corazón existe la maldad, nuestro deseo ha de ser que encuentre la luz y el amor de Dios.
Nunca podemos sentirnos felices por las desgracias de alguien por mucho daño que nos haya hecho. Nunca podemos decir lo tiene bien merecido… quien dice esto, quien piensa esto es un mal hijo de Dios. Jesús nos ha enseñado en su Evangelio, que el mal solo es vencido por el bien.
Sí, es verdad que todo esto no es fácil, nuestros instintos más profundos a veces nos traicionan, y nos hacen pensar y sentir cosas poco cristianas, pero ante nosotros, como camino, como modelo, como fuerza está Jesús. Él ha vivido así, él ha tenido este corazón limpio, lleno de amor para todos. Él en la cruz, no solo ha perdonado a los que lo mataban, sino que ha pedido a Dios que lo perdonara, e incluso ha llegado a disculparlos: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Nosotros, si nos unimos fuertemente a Jesús, si lo aceptamos en nuestro corazón, si nos dejamos llenar de su Espíritu, si le rezamos de corazón, si nos dejamos penetrar por su Evangelio; si buscamos la fuerza que nos da la eucaristía, iremos viviendo cada vez más sus mismos sentimientos. Nuestro corazón latirá como el suyo y seremos en verdad hijos del altísimo. Iremos entonces nadando contracorriente, marcándole el rumbo de salvación a esta humanidad.
Que el Señor nos bendiga, que el Señor nos ayude en esta tarea, y que nuestra Madre la Virgen de la Caridad nos acompañe en esta misión.
¡Alabado sea Jesucristo, sea por siempre alabado!
(Música, Plegaria, Acrisolada)
Ahora hermanos con los mismos sentimientos de Cristo, oremos al Padre por la reconciliación de este mundo en el amor.
Oremos por todos los creyentes en Cristo, para que perdonándonos mutuamente demos testimonio ante el mundo del amor y el perdón de Dios. Roguemos al Señor. Señor, escucha nuestra oración.
Por los que pretenden una sociedad fundada en el odio, la lucha de clases, en la segregación racial, en la represión, para que descubran la fuerza del amor. Roguemos al Señor. Señor, escucha nuestra oración.
Por los que nos saben perdonar, porque nunca han sido amados, para que descubran también la fuerza del amor. Roguemos al Señor. Señor, escucha nuestra oración.
Por nosotros, por nuestras comunidades, para que todos los cristianos aprendamos a amar a los que nos quieren mal, y a hacer el bien a todos sin esperar nada. Roguemos al Señor. Señor, escucha nuestra oración.
Por nuestros hermanos que sufren, los ancianos, los presos, los enfermos, los emigrantes, para que, a través de nuestra oración, cercanía y caridad, comprendan el amor justo, misericordioso y animoso de Dios. Roguemos al Señor. Señor, escucha nuestra oración.
Dios Padre nuestro, que no nos tratas como merecen nuestros pecados, ni nos pagas según nuestras culpas, escucha nuestras súplicas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(Música, Ven te necesito, Jesús Adrián Romero y Lilly Goudman)
Ahora todos juntos, con confianza, oremos con la oración que el mismo Cristo nos enseñó…
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
Danos hoy el pan de cada día.
Perdónanos nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación,
Y líbranos del mal.
Amén
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina, le enseñe a cumplir de palabra y de obra lo que a Ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
El Señor esté con ustedes
R/ Y con tu espíritu
Y la Bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes, y sus familias y permanezca para siempre. Amén.
Reitero que ha sido un placer con ustedes esta mañana. Mi nombre Gustavo Alejando están en mis oraciones. Que Dios los bendiga, muchas gracias. Pasen un feliz domingo y una buena semana.
¡Ánimo!
Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
Guion, grabación, edición y montaje: Erick Guevara Correa
Dirección general: María Caridad López Campistrous
Fuimos sus locutores y actores. Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung
Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA
(Música, Me quedé sin palabras, Rabito)