Irradia

16 de enero de 2022
Programa Radial de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba
Transmitido por RCJ, el Sonido de la Esperanza y CMKC, emisora provincial
2do Domingo del Tiempo Ordinario

“Hagan lo que Él les diga” Juan 2, 5

 (Música, Nos cambiaste el Agua en Vino, Javier Brú)

Para llegar a ti como una bendición, para abrir tus alas al amor de Dios.

Irradia. Un proyecto de la Oficina de Comunicación de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Saludos a todos los que nos acompañan en este día en que venimos a compartir la fe con nuestra comunidad.

Bienvenidos a este encuentro fraternal con la iglesia toda, como cuerpo místico de Jesús.

Irradia está contigo, irradiando la fe.

(Música, Nos cambiaste el Agua en Vino, Javier Brú)

 En esta mañana nos acompaña el padre Rafael Ángel López Silvero, párroco de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.

Dios todo poderoso y eterno, que gobierna los cielos y la tierra, escucha con amor las súplicas de tu pueblo y has que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Siempre es un placer poder compartir con ustedes este domingo, poder compartir la Palabra de Dios, orar juntos en este día del Señor. LA liturgia de hoy nos propone como evangelio, un fragmento del evangelio de san Juan, en el capítulo 2, versículos del 1 al 11.

Lectura del evangelio de San Juan, capítulo 2, 1-11

Comenzamos el tiempo durante el año. El domingo pasado celebramos la Fiesta del Bautismo del Señor, recordamos nuestro propio bautismo, cuando recibimos el Espíritu Santo por primera vez, cuando fuimos purificados del pecado original, y teníamos conciencia ya de todos nuestros pecados; cuando fuimos hechos hijos de Dios en el único hijo Jesucristo, cuando se abrieron para nosotros las puertas de la vida eterna, cuando escuchamos en lo profundo de nuestro corazón decir a Dios Padre, este es mi hijo, el amado, en quien me complazco.

Hoy comenzamos los domingos durante el año, hasta el Miércoles de Ceniza en que comenzaremos otro ciclo litúrgico de cuarenta días. El evangelio de hoy es el pasaje de las bodas de Caná, un evangelio muy particular, en el que podemos ver muchas cosas distintas. Siempre en el evangelio, en las Sagradas Escrituras podemos ver cosas distintas, es la palabra de Dios que nos habla a cada uno de nosotros, y eso tenemos que tenerlo en cuenta. Cuando escuchamos la proclamación de la Palabra de Dios, es Dios que nos está hablando a ti, a mí, al otro… en tu momento, en mi momento particular, por el que estoy pasando y me está dando una respuesta. Por eso tantas veces alguien me dice: Padre, usted hoy habló para mí. No, es que Dios habló hoy para ti, como habla para cada uno.

Jesús va a una boda. ¡Qué interesante! Jesús va a una fiesta. A veces pensamos que Jesús sólo está con el látigo en la mano para purificar el templo. No, Jesús también participa de las alegrías y de los gozos. Es invitado a una boda, y va él y van sus discípulos, allí también está su madre, la Virgen. Entonces, cuando voy a predicar sé que hay muchas vertientes teológicas que nos invitan a reflexionar sobre la eucaristía, el Señor que transformar el agua de las purificaciones de los judíos en el vino, el vino que en la última cena se va a convertir en el cuerpo y la sangre de Cristo, comida, bebida de salvación. Vamos a ser purificados no ya por el agua ritual, sino por la sangre de Cristo derramada y por su vida entregada por nosotros. Es como un anuncio de la Eucaristía que el Señor nos va a dejar como un regalo inestimable.

Las bodas de Caná es la presencia del Señor en el matrimonio de un hombre y una mujer, que el Señor santifica con su presencia, reconoce esa realidad humana. A veces pensamos no tiene importancia, cuando se recibe el sacramento entonces es diferente, no. La unión de un hombre y una mujer es sagrada, y el Señor lo que hace con su presencia es reconocerla y santificarla. ¡Qué importante es eso! Porque no podemos tomarlo a la ligera, tenemos que tenerlo muyen cuenta.

Pero siempre a mí, me llama más la atención la presencia de la Virgen. Quizás no sea muy escriturístico, muy teológico predicar precisamente en este evangelio sobre eso. Pero cuando pienso en las bodas de Caná, no puedo dejar de pensar en la Virgen, que está allí atenta a todo lo que ocurre a su alrededor, pero no como solemos estar atentos cuando vamos a una boda, a un cumpleaños, a una fiesta, a ver qué pasa, quién vino, cómo vino, con quién vino, qué dieron, qué no dieron, qué pasó, qué no pasó… para poder después comentar con los demás. La Virgen está atenta, para ver qué puede hacer, y cómo puede ayudar, sin interferir; no es el que está siempre metido en todas partes, queriendo hacerlo todo. No, no, está allí tranquila, atenta, siempre que haga falta, allí estará.

Hizo falta. Se acabó el vino, y nadie se dio cuenta, la Virgen se dio cuenta. Qué vergüenza para aquellos novios. Hay que pensar que las bodas en aquel tiempo podían durar tres, cuatro, cinco días. Qué vergüenza que se quedaran sin vino, que no tuvieran qué darles a los invitados. El que haya hecho una fiesta, que no es de cinco días, de dos horas, de tres horas, una de las grandes preocupaciones es pensar que lo que tengo para dar no alcance para todos, y entonces recordar aquella boda, no como el día de la alegría y el gozo, sino como el día en que se quedaron sin vino. Ah sí la boda de fulanita y menganito, donde se quedaron sin vino… qué tristeza. ¿Qué hace la Virgen? Va donde su hijo Jesús a decirle, oye no tienen vino, mira a ver lo que tú haces… no. A decirle, no tienen vino. Simplemente eso, no tienen vino. Y Jesús le responde, y a ti y a mí qué nos va, estamos aquí invitados, cuál es el problema, qué podemos hacer nosotros. A veces en algunas traducciones como que la corta un poco ríspidamente.

Pero las madres no se dejan vencer con facilidad. Y la Virgen tampoco. No le responde nada, no empieza a argumentarle, por qué sí, por qué no, porque tú, porque yo… simplemente le dice a los sirvientes, hagan lo que Él les diga. Y ya, ahora te queda a Ti la responsabilidad. Si no le dices nada, no harán nada; si les dice algo, hagan exactamente lo que Él les diga. Y Jesús como todo hijo, no le quedó otro remedio que cumplir lo que la Virgen quería, lo que su madre quería, que nos ayudara en la medida de sus posibilidades. Y les dice a los sirvientes, llenen las tinajas de agua, y los sirvientes llenaron las tinajas de agua, no les sorprendería, eran las aguas para las purificaciones de los judíos. Y después les dice, tomen de ahí y llévenselo al mayordomo. Quizás ahí se sorprenden un poco, ¿el agua al mayordomo, si esta es el agua para las purificaciones? Pero tenían que hacer lo que Él les dijera. Y le llevaron el agua al mayordomo, que no sabía lo que había sucedido, los sirvientes sí, el mayordomo no. Y prueba lo que le llevan. Se llena de asombro y va donde el novio y le dice, ¿qué tú has hecho? Normalmente en las bodas todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando están bebidos, cuando ya no saben lo que están haciendo le ponen cualquier otro tipo de bebida, se la van a tomar igual y no se van a dar cuenta; tú has hecho al revés has dejado el vino bueno para el final.

 Jesús hizo el milagro, su primer milagro, aunque no había llegado su tiempo, su momento; pero su madre se lo había pedido como las madres saben pedir. Y no lo hizo de cualquier manera, para salir del paso, para complacerla. Vamos a complacerla… No, lo hizo como hace las cosas el Señor, de la mejor manera.

Qué frívolo podrá parecerle a alguno que demonizan la alegría, el gozo, el alegrarnos con un poquito de vino, con un poquito de música. Pero Jesús no. Jesús podía haber dicho, pero cómo voy a malgastar un milagro en convertir agua en vino para una fiesta cuando hay tantas cosas que hacer, tantos pobres que alimentar, tantos enfermos que curar. Pues sí, porque la alegría y el gozo es parte de la vida, parte importante de la vida y Jesús lo sabe y va a participar en ella. Participará en banquetes con los publicanos cuando llame a Mateo y él lo invite a su casa, y allí estará, y comerá con los publicanos y con los pecadores.

Nos enseña también eso el Señor, compartir las alegrías, las alegrías de los demás, enseñarles a alegrarse sanamente. Eso sí es importante, pero no condenar, no condenar las alegrías que la vida nos proporciona, que el Señor nos proporciona; saberlas aprovechar y compartir los unos con los otros, como Jesús y sus discípulos, y su Madre compartieron la alegría de aquella boda e hicieron posible que no terminara, sino que continuara adelante.

El evangelio de las bodas de Caná, la eucaristía, el matrimonio tan importante; la presencia de la Virgen, de la madre, tan importante. Jesús atento para todo, adelantando lo que después nos dejará, el sacramento de la eucaristía como fortaleza para vivir nuestra vida cristiana, para vivir nuestras alegrías y nuestros gozos sanamente. Para vivir esa realidad tan importante de la vida como es el matrimonio, esa célula fundamental de la sociedad que tenemos que reconocer, respetar, ayudar y acompañar. Pero también nos enseña que tenemos que disfrutar de las alegrías que Dios nos proporciona cada día, y ayudar a los demás a que también puedan encontrar y disfrutar de esas alegrías.

Que así el Señor nos lo conceda.

(Música, Hagan lo que Él les diga, Juan Morales y Nuevo Trigo)

Hermanos, confiados en que el Señor siempre nos escucha como escuchó a la Virgen, siempre nos responde como le respondió a la Virgen, presentémosle nuestras súplicas.

En primer lugar, por la iglesia para estemos presente, no sólo en los dolores en las necesidades, sino en las alegrías y en los gozos de nuestro pueblo, y sepamos compartirlo con él y sostenerlos. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los que sufren y se desesperan ante las dificultades de la vida, ante esta realidad que se repite una y otra vez y parece que no va a terminar nunca, pero que sí va a terminar; para que el Señor nos de la fuerza y a gracia para confiados en Él, poder seguir adelante. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Pidamos por nuestras familias, por los jóvenes matrimonios, para que el Señor les de la fuerza y la gracia para formar y fundar esa familia que nuestra patria necesita. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los enfermos, de covid y de todas las enfermedades, para que el Señor les conceda la salud del alma y del cuerpo. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Por todos los difuntos, particularmente por aquellos que nadie recuerda, para que perdonadas sus faltas el Señor los acoja en su descanso. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Los unos por los otros, para que como la Virgen estemos siempre atentos a las necesidades de los demás, no para interferir, pero sí para ayudar. Roguemos al Señor. Te lo pedimos Señor.

Escucha Padre Santo estas súplicas y aquellas que han quedado en nuestros corazones pero que Tú conoces. Te las presentamos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Y ahora oremos con la oración que el mismo Señor Jesús nos enseñó.

Padre nuestro que estás en los cielos,

santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad,

así en la tierra como en el cielo.

Danos hoy el pan de cada día.

Perdona nuestras ofensas,

Como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación,

Y líbranos del mal.

Amén

 Hermanos todos aquellos que no han podido acercarse hoy a recibir a Jesús sacramentado, pueden hacer desde sus hogares la comunión espiritual, rezando la siguiente oración.

Creo Señor mío que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas, y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma; pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiera recibido, me abrazo y me uno todo a ti. Oh Señor, no permitas que me separe de ti. Amén.

Como siempre agradecido de poder compartir con ustedes esta mañana de domingo la Palabra de Dios. Deseando que tengan un feliz domingo, y tengan una excelente semana. Y que se cuiden, importante, que se cuiden y cuiden a los demás.

Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre. Amén.

Les ha habla el P. Rafael Ángel de la Catedral de Santiago de Cuba. Hasta la próxima.

Con mucho gusto hemos realizado este programa para ustedes desde la Oficina de Comunicación, de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba.

Guion, grabación, edición y montaje: Erick Guevara Correa

Dirección general: María Caridad López Campistrous

Fuimos sus locutores y actores. Maikel Eduardo y Adelaida Pérez Hung

Somos la voz de la Iglesia católica santiaguera que se levanta para estar contigo… IRRADIA

 (Música, Respondes, Celestino Esquerré)

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